CAPITAL FEDERAL - Se suele decir que los primogénitos son más responsables, más serios, mas autoexigentes, pero ¿cuánto influye el orden de nacimiento en el coeficiente intelectual de una persona?. No está muy claro si ese lugar afecta a la construcción de la personalidad adulta, o si por haber nacido primero son los más inteligentes de la familia.

Hace más de 100 años que la comunidad científica le da vueltas al asunto. Hay decenas de estudios sobre la llamada teoría del orden de nacimiento, que difieren en sus conclusiones desde 1874 hasta la actualidad. Pero la verdad empírica que surge de la observación de todos esos trabajos, describe con señas particulares a cada uno de los hermanos según su posición dentro de la familia.

Escapar de los estereotipos no es fácil. A grandes rasgos, en el reparto de bienvenida al mundo el más chico de la familia se lleva los motes de la libertad, la bohemia y el riesgo. Es un ser divertido y sociable. El hijo sándwich, el que queda atrapado en el medio, en terreno de nadie, siempre está buscando la manera de llamar la atención. Aparece como alguien más sensible, y muchas veces se monta en la figura del mediador. El primogénito, es un ser exigido, responsable y más conservador. Es al que se le aduce un coeficiente intelectual levemente superior al resto. El mayor es un líder por naturaleza. El que encarna los valores paternos. El perfeccionista.

"El orden de nacimiento no es determinante, pero sí tiene importancia en la construcción de ciertos patrones culturales y sociales establecidos -dice Guillermo Thomas, jefe de Psicología Clínica del servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano -. Pensemos en otras épocas de la historia, cuando existía la ley de mayorazgo, por ejemplo, donde el primogénito era el único heredero del patrimonio familiar. Los tiempos cambiaron, pero los padres siguen depositando muchas expectativas en ese primer hijo", dice el experto.

Neuróticos y agobiados

En 1874, el antropólogo inglés Francis Galton -el más joven de nueve hermanos- sospechaba que los hijos mayores, al disfrutar del trato especial de sus padres, tenían más chances de prosperar intelectualmente. Medio siglo después, un discípulo de Freud, Alfred Adler, el segundo de seis hijos, extendió la teoría del orden de nacimiento a los rasgos de personalidad. Desde su punto de vista, los primogénitos eran privilegiados, signados a triunfar, a ser líderes. Pero también estaban agobiados por una excesiva responsabilidad y el miedo a ser destronados. Por eso, pensaba Adler, eran más reuróticos; personas emocionalmente inestables, con sentimientos de culpa y ansiedad.

Más tarde, mediando la década de los 90, el libro Born to Rebel, del estadounidense Frank J. Sulloway, el benjamín de tres hermanos, estalló como un globo de agua y revolucionó la escena de la psicología. En su relato sobre la familia, explica Mónica Cruppi, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), él habla de la identificación del hijo mayor con sus padres, y que con el nacimiento de sus hermanos tiene que trabajar duro para seguir estando en ese lugar. Por otra parte, agrega Cruppi, los nacidos más adelante deben luchar para hacerse un hueco, experimentar con nuevas estrategias para tener un dominio sobre su vida. Como si cada hermano tuviera que encontrar un sitio propio: tras un hermano muy estudioso, el siguiente puede ser muy deportista. "En su estudio, Sulloway halló que la mitad de los triunfadores en el mundo empresarial son primogénitos, pero también descubrió que los pioneros y más revolucionarios suelen ser los hijos menores", añade.

"El momento emocional de los padres"

Más que el orden del nacimiento de los hermanos, Ileana Berman, que es psicóloga y especialista en maternidad y posparto, cree que hay que tener en cuenta el momento emocional de los padres cuando nacen los hijos. "El bebé nace en un contexto determinado. Si bien trae consigo factores biológicos, genéticos y hereditarios también son fundamentales los factores exógenos. Cómo están sus figuras parentales, qué ocurre en la emocionalidad de estos padres. No es lo mismo recibir un bebé con cierto orden emocional proveedor de tranquilidad, que recibirlo en estado de ansiedad elevada por algún inconveniente económico, o una situación caótica o bien por un duelo cercano".

El orden de nacimiento es tenido en cuenta en contextos académicos de alta exigencia y rendimiento. Todos los años, la Universidad de Harvard les hace una encuesta a los nuevos estudiantes, y los resultados se publican luego en The Harvard Crimson, el diario de la universidad. Se les pregunta sobre varios aspectos de su vida personal, como los ingresos familiares, su orientación sexual, el género y si alguno de sus padres fue ex alumno de esa misma casa de estudios. También deben responder sobre el orden de nacimiento. Desde 2017, año tras año la foto es casi igual. Y la promoción que comenzará sus estudios en 2021 en la mejor universidad del mundo no es la excepción: está compuesta por una mayoría de primogénitos, con el 41%. Los del medio, representan apenas el 14,5%; los benjamines trepan al 32% y los hijos únicos, el 12,4%.

Con frecuencia, insiste Cynthia Zaiatz, psicóloga y jefa del servicio de salud mental del Sanatorio Modelo de Caseros, los padres le dan mucha atención al primer hijo. "Es esperable que el primogénito intente alcanzar todo lo que se propone y se esfuerce por obtener el éxito. Está acostumbrado a ser admirado y alabado, sus logros son reconocidos y lo asume con naturalidad. Las expectativas que ponen los padres en el primer hijo no las repitan en los demás, algo que sucede en la mayoría de los casos de manera inconsciente", concluye la especialista.

Unos líderes, otros revolucionarios

El psicólogo estadounidense Frank J. Sulloway, aportó nombres de las principales figuras que fueron primogénitos. También de otros rebeldes que nacieron más tarde, y observó una tendencia similar. Entre los nacidos luego del primogénito, encontró pensadores laterales y revolucionarios, como Charles Darwin, Karl Marx y Mahatma Gandhi. Entre los primogénitos, descubrió líderes como Joseph Stalin o Benito Mussolini. Y según su análisis, más de la mitad de los presidentes norteamericanos son hijos mayores. A nivel local, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri son prueba de liderazgo y competitividad como hijos mayores. En cambio, de la biografía del químico argentino César Milstein, ganador del Premio Nobel en Midicina por sus investigaciones sobre los anticuerpos monoclonales, se puede rescatar el comentario de su padre, Lázaro Milstein, que veía a segundo hijo como "un chico travieso y un poquito rebelde; no era demasiado estudioso, pero le iba bien en el colegio".

Fuente: La Nación

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