COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Cuando quedó embarazada Mariana nunca imaginó que en el parto de su hija iba a tener que usar barbijo y mucho menos que con tres meses cumplidos la pequeña aún no iba a poder conocer a sus abuelos por las medidas de prevención que impone el coronavirus.

Su historia es el reflejo de lo que le sucede a cientos de mujeres que fueron madres en plena pandemia. En mayor o menor medida muchas tuvieron que vivir en primera persona las consecuencias que trajo aparejado el coronavirus y en su caso, tal como debe ser, confinada en forma estricta a las medidas preventivas que impone el aislamiento. 

Es que Mariana además de ser madre es periodista, compañera de ADNSUR y está convencida que comunicar requiere el compromiso de obrar con el ejemplo. “Siempre uno dice 'hay que ser y parecer'. Entonces cuando uno trabaja en el área de comunicación uno tiene que dar el ejemplo. Sí estás diciendo que tenés que cuidarte, resguardarse en tu casa, no podés hacer lo contrario, vos tenés que hacer lo mismo, hay que hacer y parecer. Entonces cuando empezó la cuarentena, yo estaba de cuatro meses y enseguida me resguarde. Nunca dejé de trabajar, pero siempre lo hice desde adentro, y es difícil porque uno en el embarazo necesita la contención de sus afectos, uno siempre está acostumbrado a compartirlo con todo el mundo y no hay nada mejor que darle la bienvenida a un hijo en comunidad, al lado de sus padres o mis suegros, y no se pudo”, lamentó.

Mariana admite que todo el embarazo fue difícil en medio de la pandemia. Al uso de barbijo en quirófano se sumó el miedo, las medidas de prevención en los controles y la internación en soledad por la imposibilidad de recibir visitas.

“Me acuerdo de haber estado en la sala de espera del sanatorio y estar viendo a la gente que era posible Covid esperando que los atiendan para hacerles el hisopado. Y si bien fue todo super cuidado los miedos están, porque por un lado tenés la vida al lado tuyo y por el otro estás coqueteando con la muerte, porque se está muriendo gente cercana, gente conocida”.

Mariana admite que ese miedo es lo que lleva a uno a quedarse adentro de la casa, principalmente por los hijos y los mayores, aquellos que son considerados pacientes de riesgo.

El parto en ella tampoco dejó gratos recuerdos, al barbijo se sumó la distancia con el obstetra y el miedo en sí mismo. “Es tremendo, desde la incomodidad de estar en el quirófano con barbijo hasta que nadie se te acerca mucho. Te falta hasta el abrazo del obstetra, porque vos generás un vínculo y es tremendo no poder abrazarlo para agradecerle que te trajo a la vida a tu hijo. Es un gracias y hasta ahí. Eso es tremendo para nosotros los latinos que somos muy apegados a los abrazos”, indicó.

Este domingo, Mariana sabe que no será un Día de la Madre más. Su mamá Mirta se encuentra aislada en Necochea adonde había ido a pasar el verano con Joaquín, su esposo y padre de Mariana, y solo podrá verla a través de una videollamada, tal como conocieron a la pequeña Pilar. 

“Eso fue lo más duro que me tocó pasar, presentárselas por videollamada”, admite. “Jamás me hubiese imaginado que eso iba a pasar. Pensé que en julio ya íbamos a estar bien, pero bueno uno también mira el vaso medio lleno porque si bien es la primera vez que estamos lejos un Día de la Madre, los tengo, porque hay un montón de gente mayor, que son de riesgo, que ya no están porque el Covid se los llevó. Entonces no importa cómo, lejos, con videollamada, pero los tengo. Uno se tiene que ir conformándose con eso”, sentenció, esperando que el próximo año todo sea diferente.

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