ESTADOS UNIDOS (ADNSUR)- La conmovedora historia de la enfermera Angela Farnan dio la vuelta al mundo. Es que pasó 32 años en la unidad de cuidados intensivos pediátricos y neonatales del Hospital infantil OSF de Illinois, pero su vida dio un giro de 180º con la llegada de Blaze, el bebé que tuvo que cuidar cuando llegó un 30 de mayo de 2017 con el síndrome del corazón izquierdo hipoplásico.

Según publica Clarín, esta enfermedad cardíaca de nacimiento provoca que el corazón no se haya desarrollado como debería durante las primeras ocho semanas de embarazo, dejando la mayor parte del lado izquierdo demasiado pequeño. Dicha dolencia requiere al menos tres operaciones complejas, y tiene  una tasa de mortalidad alta.

Según las leyes de allí, si  la familia no puede proporcionar los cuidados intensivos que el bebé necesita, se quedan en el hospital o en un centro de acogida. Este fue el caso de la familia biológica del pequeño  que no tenía recursos para mantenerlo y le ofrecieron la custodia de forma temporal a Angela Farnan.

La enfermera descubrió al poco tiempo de casarse que no podía tener hijos y desde el primer momento en que ingresaron a Blaze se desvivió por su salud. Tras la segunda operación en marzo de 2018, y con un posible trasplante de corazón a la vista en unos años, la familia de Blaze propusieron a Angela y a su marido que lo adoptara para poder ofrecerle una vida mejor, a lo que ambos dieron el visto bueno.

Ahora, tras finalizar los trámites de adopción que se formalizó el pasado 8 de junio de 2018, Farnan y su marido Rick, están muy felices de ser oficialmente los padres de Blaze.

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