PUERTO MADRYN (ADNSUR) – Encontraron más de un metro de soga y plásticos en el intestino de una ballena varada en las costas de Puerto Madryn. La ballena franca fue remolcada por los guardacostas hasta el Cerro Avanzado y los investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, liderado por la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de California (UC-Davis) y el Instituto de Conservación Ballenas, hicieron la necropsia.

La ballena medía casi 11 metros, llevaba muerta entre tres y cinco días. Algunos pedazos de piel estaban desprendidos de su cuerpo, probablemente como consecuencia de haber encallado. En su intestino hallaron 128 centímetros de soga de nylon color verde y dos envoltorios plásticos.

 El animal quedó varado en octubre del 2014 y hallazgo fue recientemente publicado en la revista Marine Pollution Bulletin y aunque la necropsia descartó que la ballena haya muerto a causa de esos desperdicios, se precisa que se trata “del primer registro de ingestión de basura plástica en la ballena franca austral”, ampliando la  larga lista de especies marinas impactadas por esta contaminación.

A través de un comunicado, el Instituto de Conservación de Ballenas explicó que las ballenas después de pasar el verano alimentándose en el Atlántico Sur y en las aguas subantárticas, migran a la zona de crianza en Península Valdés donde pasan el invierno. Cuando llega la primavera, comienzan a alimentarse nuevamente para recuperar las reservas de grasa utilizadas durante el ayuno invernal. “Barren la superficie del mar con la boca abierta, por la que ingresa el agua que luego expulsan y filtran a través de las barbas para atrapar su principal fuente de alimento, el zooplancton, los copépodos y el krill”, detallaron.

“Durante su estadía en Península Valdés, las ballenas conviven con un puerto costero, actividades urbanas, industriales y turísticas que son fuentes de desechos antropogénicos (producidos por el hombre) que pueden terminar en el mar, y aunque la línea costera no está densamente poblada, predominan las bahías y golfos, donde el flujo de marea baja y la circulación de agua baja promueven la acumulación de escombros”, agregaron.

Esa es probablemente la razón por la que los plásticos llegaron al intestino de esta ballena ya que, según la necropsia realizada por los investigadores, el animal había ingerido el plástico recientemente, mientras estaba en los golfos de Península Valdés. “Se lo comió aquí mismo, en una reserva natural, donde deberíamos estar protegiéndolas”, indicaron según publica Diario El Chubut.

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