Pese a las restricciones impuestas para contener la ola de contagios de coronavirus en la Provincia de Buenos Aires y todo el país, los comerciantes de Tandil, una ciudad ubicada a 350 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, apostaron por la rebeldía y decidieron abrir igual sus locales.

La decisión fue tomada a mediados de la semana pasada y entró en vigencia el pasado miércoles, cuando bares, confiterías, cafés, restaurantes y cervecerías decidieron enfrentar la decisión del municipio y del gobierno provincial para atender en los salones y fuera del horario permitido.

“Se relevaron unos 20 comercios del rubro gastronómico que no estaban cumpliendo con las restricciones vigentes”, explicaron fuentes cercanas al intendente Miguel Lunghi en diálogo con La Nación.

En ese sentido Sandra Maqueira, una de las comerciantes que se sumó a la iniciativa, aseguró que "abrimos con clientes que nos vinieron a apoyar, en un contexto seguro, con todos los protocolos, y porque saben que en estas condiciones ya no podemos más”.

Incluso en uno de los videos filmados al momento en que los inspectores labran un acta al dueño de un negocio, se escucha a los clientes defender el accionar de los trabajadores al grito de "dejen laburar".

“Lo que queremos es trabajar, estamos agobiados, ya no tenemos resto”, insistió Maqueira.

Por su parte Franco Cabrera, también comerciante, aseguró que lo que se hizo "no es rebeldía", sino que es "ser responsable con compromisos asumidos con personal y proveedores, porque si no vendemos ya no podemos pagar”

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