COMODORO RIVADAVIA (Por Geoambiente / Especial para ADNSUR) - La problemática de los recursos hídricos es mundial. Según la UNESCO (2003) el 69% del agua dulce disponible en el planeta se destina a la agricultura. Durante los últimos 30 años la sequía ha aumentado tanto en frecuencia como en intensidad, por lo que cada vez se hace más necesaria una planificación sostenible de su gestión. Hacer frente a la sequía nos compromete a ser consumidores responsables y poner en práctica planes para optimizar el uso del agua.

Una manera es reducir la cantidad de agua potable que se utiliza para riego reciclando las aguas residuales urbanas. Esto puede ayudar a mitigar los problemas de escasez de agua y reducir la contaminación del agua que se arroja al mar, pero se trata de una práctica que no está tan extendida como debiera, según un último informe de la FAO.

Foto fuente: Geoambiente.

A nivel mundial se planifica mejorar la gestión del agua a los fines de obtener más y mejores cultivos en la agricultura ya que esto impactaría positivamente en la producción de alimentos.

Nuestras campañas de consumo responsable aún apuntan a no consumir agua potable para el lavado de autos, no dejar correr, evitar las pérdidas, entre otras. Aún nos esforzamos por mantener grandes extensiones de césped y forestación no adecuada tanto en jardines como en plazas, boulevares y espacios públicos.

Nos resistimos a disfrutar la vegetación patagónica, de clima árido y seco, insistiendo en cultivar bambúes y sembrando césped.

LA REUTILIZACIÓN DEL AGUA

Foto fuente: Geoambiente / Planta del Cordón Forestal

A nivel mundial, una de las soluciones pasa por la reutilización de las aguas depuradas o tratadas para riego.

En Europa se utiliza aproximadamente el 1,9 % del agua cloacal generada tratada para riego, sin embargo la normativa y reglamentación marcan parámetros para determinar la calidad del agua según los usos.

No hay que olvidar que son muchas las sustancias potencialmente peligrosas que pueden estar contaminando las aguas y desde esta perspectiva es necesario prestar atención a los efectos que el uso de estas puedan tener sobre los suelos, plantas y organismos cuando se utilizan para el riego de suelos agrícolas.

Cuando el agua se utiliza para regar plazas o espacios públicos debe reunir parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud ya que pone en riesgo la salud de la población. Estos aspectos no son muy conocidos por lo que es necesario generar información.

Los beneficios en cuanto a nutrientes son conocidos y se sabe que en ocasiones el rendimiento de las plantas puede ser superior, ya que las aguas residuales contienen nutrientes para el desarrollo de las mismas, sin embargo, existe el riesgo que estos líquidos faciliten la transmisión de enfermedades fecales a quienes frecuentan estos espacios y a los placeros y manipuladores del agua.

La población más vulnerable es aquella que se siente en el suelo ya que están más expuestos, probablemente los niños.

El uso de aguas residuales tratadas en la agricultura se practica en cerca de medio centenar de países y ocupa una superficie que asciende al 10 por ciento del total de tierras cultivadas a nivel mundial.

EL CASO DE MENDOZA

En Argentina, particularmente en la provincia de Mendoza se riegan unas 2500 hectáreas con agua de efluentes cloacales tratada para este fin, esto se encuentra reglamentado y cumple los requerimientos de la Organización Mundial de la Salud. Otras provincias utilizan líquidos cloacales a mucha menor escala pero no lo tienen regulado.

Y otras riegan con agua sin tratamiento porque las depuradoras se encuentran sin mantenimiento y obsoletas. Incluso en algunas de ellas nunca se han renovado los lodos. Algunas riegan con agua cloacal sin tratar.

Pensar que el agua que se fue por el desagüe de la pileta de la cocina luego de lavar los platos, la descarga del lavarropas, el agua de vaciado de piletas o “la cadena” del inodoro puede reutilizarse para regar miles de hectáreas de cultivos. Pero la utilización de estas aguas recuperadas amerita un estricto control sobre las plantas de tratamiento.

En algunas ciudades existen vecinos empadronados que utilizan el agua tratada y reciben beneficios al abonar menores tasas que por el agua potable. Pero el líquido tratado sólo puede utilizarse para cultivos autorizados, no es lo mismo un árbol en una plantación alejada de la población que el césped de una casa. El agua que se utilice en plazas o riego de césped debe tener un estricto control sobre microorganismos, en especial parásitos ya que estos permanecen viables en el ambiente por periodos prolongados de tiempo.

Los sistemas adecuados para el tratamiento y reciclaje de las aguas residuales implica tanto inversiones iniciales de capital como costos operativos permanentes, el mayor beneficio debería resultar del elevado valor del agua potable que se libera para el consumo urbano o el uso industrial.

Ello reduciría los costos que deben soportar las autoridades municipales para localizar recursos hídricos adicionales a través de medios más costosos.

Y los costos se podrían compensar, aún más, reutilizando el biogás generado durante el tratamiento de las aguas como fuente de energía, o incluso potencialmente mediante la venta de créditos de carbono.

Si bien el reciclaje de aguas residuales en la agricultura no es la única forma de hacer frente a los problemas de escasez y contaminación, en muchos casos se trata de una solución extremadamente rentable.

Las ciudades que riegan sus espacios públicos con agua tratada deben tener un estricto control de las mismas porque se pone en riesgo la salud de la población.

Tendremos que esperar al día que la salud sea más rentable que la enfermedad.

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