El femicidio de Daniela Velasco, la docente y locutora que fue asesinada el viernes por la tarde en cercanías del Colegio Perito Moreno, a dónde iba a entrar a dar clases, retrotrae a lo que sucedió hace siete años en Sarmiento, donde una bibliotecaria fue asesinada por su pareja, en un crimen que conmocionó a la sociedad.

Se trata del caso de Marisa Santos, quien el 23 de noviembre de 2014, fue asesinada junto a sus hijos, Lucas y Victoria Ramis, por su ex pareja, Claudio Lamonega. El hombre finalmente fue condenado a cadena perpetua en un juicio que se realizó un año después; sentencia que en diciembre de 2016 el Superior Tribunal de Justicia ratificó.

El femicidio de Marisa Santos y sus hijos se produjo en la madrugada del 23 de noviembre de 2014 en Sarmiento 445, entre Uruguay y Alberdi. Sin embargo, sus cuerpos fueron encontrados un día después, cuando el propio Lamonega se acercó a la comisaría de la ciudad preocupado porque hacía dos días no sabía nada de la mujer y sus hijos. 

Según adujo, ellos el sábado habían viajado a Comodoro para compartir un asado con familiares. Sin embargo, no supo más de ellos. 

Ese día, tras su denuncia, una comitiva policial se acercó con él a la casa donde vivían las víctimas. Acompañado de un agente policial, Lamonega fue hasta el lugar, barreteó la puerta y se descubrió la terrible escena: Santos y sus hijos habían sido asesinados en sus respectivas habitaciones mientras dormían.

Lamonega simuló haber entrado en estado de shock, y fue trasladado al Hospital de la localidad. Sin embargo, bien sabía que había sucedido.

La investigación del hecho y las pericias posteriores, indicaron que los asesinatos se produjeron entre las 3:25 y las 9:50 del domingo 23 de noviembre, mientras Marisa y sus hijos dormían cada uno en sus habitaciones.

Lamonega utilizó un arma de fuego con silenciador que era propiedad del padre de Marisa y que estaba en esa casa, y perpetró el triple homicidio. Primero ejecutó a Victoria. La adolescente de 17 años recibió dos disparos, uno en el maxilar izquierdo con orificio de salida y otro en la región ocular izquierda con orificio de entrada. Luego, fue el turno de Lucas. El joven también recibió dos tiros, uno en el pómulo izquierdo y otro en el parietal superior izquierdo. Y finalmente llegó el turno de Marisa Santos, quien recibió un certero disparo en el cráneo con orificio de ingreso en región temporal izquierda.

Luego esperó que se haga de mañana y salió a comprar el diario a bordo de una Renault Kangoo que era propiedad de la víctima. Arriba de la unidad se encargó de ser visto en distintas partes del centro de la ciudad, y una vez que sintió que era suficiente la abandonó en la esquina de Perito Moreno y Uruguay y se fue caminando hasta su casa, donde buscó su camioneta, una Chevrolet S10 que le sirvió para terminar de armar su coartada.

Es que según declaró, esa noche durmió con Santos, por la mañana salió a comprar el diario y luego llevó la utilitaria a la casa de la víctima. Desde allí se fue a realizar tareas de apicultura y reparar una máquina de cortar césped de Marisa. Sin embargo, nada de eso sucedió.

Según reconstruyó la investigación, Lamonega no sólo no llevó la unidad, sino que por la tarde en vez de dedicarse a las abejas, se deshizo de pruebas que podrían comprometerlo. Así, en un canal de riego donde fue visto, tiró el silenciador y el celular de Santos que luego fueron encontrados por perros rastreadores, y descartó vainas en el basural. 

Sin embargo, su estrategia no duró mucho , ya que seis días fue detenido producto de diferentes indicios, aportes de testigos y cámaras de seguridad que lo dejaron en el ojo de la tormenta. 

UN VÍNCULO DE CELOS 

Lamonega y Marisa se habían conocido en su juventud, en Trelew. Sin embargo, se volvieron a reencontrar en la ciudad de los lagos, donde Marisa trabajaba en la biblioteca popular de la ciudad. 

Por ese entonces, él ya estaba separado de su esposa con quien tuvo dos hijos, y ella estaba divorciada del padre de sus hijos, un empleado bancario que falleció poco tiempo después de su separación, y con quien vivió en Río Gallegos, Bahía Blanca y Córdoba.

Su relación duró más de 10 años. Sin embargo, tres años antes del femicidio decidieron separarse porque las cosas no funcionaban. Aparentemente Lamonega habría tenido una mala relación con los hijos de Santos. Sin embargo, a pesar de las diferencias, la pareja nunca dejó de tener contacto. 

Finalmente, casi un año después del triple crimen de Sarmiento, el 16 de noviembre de 2015, se inició el juicio oral y público contra Lamonega. El asesinó fue imputado como autor penalmente responsable de los delitos de homicidio agravado por alevosía, tres hechos en concurso real. Y con relación a la víctima Marisa Ester Santos, agravado también por el vínculo y por haber sido cometido por un hombre hacia una mujer, habiendo violencia de género. Todos agravados por el uso de armas de fuego y en concurso real con hurto calificado en calidad de autor.

Durante 11 días, en el debate se presentaron 84 medios de prueba documentales y declararon cerca de 100 testigos, entre ellos Tania y Silvia Santos, dos de las hermanas de Marisa, quienes describieron al imputado como una persona celosa y que siempre intentó sembrar discordia en la familia.

Finalmente el 13 de diciembre de ese año, Lamonega fue sentenciado a cadena perpetua, aunque no se puedo probar el agravante de violencia de género.

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