El fin de una era: el inédito cambio que prepara Milei para las golosinas inspirado en Estados Unidos
En línea con las medidas internacionales, Argentina prepara una estrategia que tiene como objetivos reducir los riesgos en la salud infantil y promover una alimentación más segura.
El Ministerio de Salud de la Nación, junto con la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), anunció que está trabajando en un plan que cambiará la industria argentina en golosinas y alimentos ultraprocesados.
Esta medida se enmarca en una tendencia internacional que busca proteger la salud pública, especialmente la de los niños, frente a los posibles efectos negativos de estos aditivos.
La iniciativa, que sigue el ejemplo de Estados Unidos, responde a una creciente preocupación por el impacto que estos colorantes pueden tener en la salud física y mental, y se propone promover alternativas más naturales y seguras para la industria alimentaria.
EL DRÁSTICO CAMBIO DE LAS GOLOSINAS ARGENTINAS
En los últimos años, diversos países comenzaron a revisar y restringir el uso de colorantes sintéticos en productos alimenticios, especialmente aquellos dirigidos a niños.
Estados Unidos, a través de la FDA, inició un proceso para prohibir varios colorantes artificiales que se encuentran en golosinas, bebidas y otros alimentos ultraprocesados. Argentina se suma a esta tendencia, reconociendo la necesidad de proteger a su población y de alinear sus regulaciones con estándares internacionales.
El ministro de Salud, Mario Lugones, ha sido enfático en señalar que la industria alimentaria debe asumir un rol responsable, ya que los productos que promueven contribuyen a problemas de salud pública como la obesidad y trastornos conductuales en niños.
En una reciente intervención en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham), Lugones afirmó que “la industria alimenticia genera obesidad que después necesita medicamentos. Eso tiene que ser al revés”, subrayando la importancia de prevenir antes que curar.
LOS RIESGOS ASOCIADOS A LOS COLORANTES SINTÉTICOS
Los colorantes sintéticos derivados del petróleo son aditivos ampliamente utilizados para mejorar la apariencia y el atractivo visual de productos como caramelos, chocolates, gomitas, bebidas de colores intensos, gelatinas, yogures y otros alimentos ultraprocesados. Sin embargo, su uso ha sido cuestionado debido a evidencias científicas que sugieren efectos adversos en la salud, especialmente en la población infantil.
Un artículo reciente publicado en la revista JAMA retomó estudios que indican una relación entre la exposición a estos colorantes y alteraciones en el comportamiento de los niños, incluyendo irritabilidad, problemas de atención, hiperactividad y trastornos del sueño. Investigadores como el pediatra Mark Miller y el psiquiatra Joel Nigg han señalado que, aunque estos aditivos no son la causa principal de trastornos como el TDAH, sí actúan como factores de riesgo ambiental que pueden agravar estos cuadros.
En Argentina, el médico genetista Jorge Dotto alertó públicamente sobre los efectos negativos que estos colorantes pueden tener en los menores, destacando síntomas como cambios de ánimo, falta de concentración y dificultades para dormir. Estas observaciones refuerzan la necesidad de revisar y limitar el uso de estos aditivos en alimentos consumidos habitualmente por niños.
LA REGULACIÓN EN ARGENTINA: UN PROCESO GRADUAL Y CONSENSUADO
La propuesta del Ministerio de Salud y ANMAT contempla una eliminación progresiva de los colorantes sintéticos, con plazos razonables para que la industria pueda adaptarse y buscar alternativas naturales. Se prevé una ronda de consultas con representantes del sector alimenticio para evaluar el grado de uso actual de estos aditivos y definir un cronograma de adecuación.
Entre los colorantes que se planea prohibir están varios que ya están aprobados en el Código Alimentario Argentino, coincidiendo con los que la FDA estadounidense identificó como problemáticos. La estrategia no apunta a una eliminación abrupta, sino a un proceso ordenado que minimice el impacto económico y permita la innovación en la formulación de productos.
Como alternativas, se están estudiando colorantes naturales derivados de vegetales y minerales, como el fosfato cálcico, la microalga Galdieria sulphuraria, la flor Clitoria ternatea y el pigmento azul de gardenia. Estas opciones prometen mantener la atractividad visual de los alimentos sin los riesgos asociados a los compuestos sintéticos.
La decisión de avanzar en esta regulación tiene un fuerte componente de salud pública. En Argentina, la obesidad infantil y los trastornos conductuales representan desafíos crecientes para el sistema sanitario, que enfrenta costos elevados para tratar sus consecuencias. Según el propio Ministerio de Salud, resulta insostenible continuar abordando solo los efectos sin atacar las causas.
Reducir la exposición a aditivos nocivos en la alimentación es una estrategia preventiva que puede contribuir a mejorar la calidad de vida de la población y disminuir la carga sobre hospitales y centros de salud. Además, fomenta un cambio cultural en torno a la alimentación, promoviendo productos más naturales y menos procesados.
LA MIRADA INTERNACIONAL Y LA COOPERACIÓN BILATERAL
La iniciativa argentina cuenta con el respaldo y la colaboración de autoridades sanitarias de Estados Unidos, con quienes se ha mantenido un diálogo fluido. El ministro Lugones destacó su sintonía con el secretario de Salud estadounidense, Robert Kennedy Jr., con quien mantuvo una videoconferencia para intercambiar experiencias y coordinar esfuerzos.
Esta cooperación internacional fortalece la posición de Argentina en la adopción de políticas basadas en evidencia científica y en la armonización de normativas dentro del Mercosur y la región. Además, permite compartir conocimientos sobre alternativas tecnológicas y mejores prácticas para la industria alimentaria.
Si bien la medida es un paso importante, su implementación enfrenta desafíos significativos. La industria alimentaria deberá invertir en investigación y desarrollo para encontrar sustitutos efectivos y seguros que mantengan la aceptación del consumidor. Por otro lado, será fundamental la supervisión y el control por parte de las autoridades para asegurar el cumplimiento de las nuevas normativas.
Asimismo, la comunicación y educación a la población jugarán un rol clave para generar conciencia sobre los riesgos de los colorantes sintéticos y fomentar hábitos de consumo más saludables. La participación activa de padres, educadores y profesionales de la salud será esencial para acompañar esta transición.
Con información de Clarín, editada y redactada por un periodista de ADNSUR
