COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - El actual escenario de pandemia no es la primera vez que los niños son aislados en Comodoro Rivadavia. En las últimas horas el Gobierno provincial y las autoridades Municipales analizaron flexibilizar la cuarentena en la ciudad y habilitar a los chicos a salir. 

Es que por un lado el presidente de la Nación Alberto Fernández autorizó las salidas recreativas de niños por el lapso de una hora en un radio de 500 metros. Pero por el otro, se confirmó el primer caso de coronavirus en Caleta Olivia (Santa Cruz) -luego otros cuatro casos se confirmaron en la misma familia- y el paciente tuvo contacto estrecho con otros comodorenses, a quienes se los sometió a los estudios pertinente.

Finalmente se decidió no adherir a las salidad recreativas, y los chicos tendrán que continuar aislados preventivas. En este marco, resulta oportuno señalar que esta no es la primera vez en la historia de Comodoro Rivadavia que se aísla a niños. 

Cuenta la historia, rescatada en cuarentena por una docente - armó su propio blog para reseñar los virus que afectaron a Comodoro -que en la década del 30 los pequeños habitantes de esta ciudad tuvieron que aislarse e incluso tuvieron prohibida la entrada al cine.

En el artículo “Tos convulsa en Comodoro: cuando los niños corrían (y corren) peligro”, la licenciada en Historia Ana Infeld, cuenta que en la década del 30 “la peligrosa tos convulsa, tos coqueluche o tos ferina anduvo trayendo problemas”.

En ese entonces “todavía no se contaba con la vacuna para prevenirla”, indica la licenciada en historia, quien cuenta que ante esa situación se decidió aislar a quienes “sufrían los síntomas más duros y que, incluso, podían llegar a la muerte: niñas y niños”.

Así lo confirma un expediente del Archivo Histórico Municipal que Infeld cita: “2 de agosto de 1933. Ante el brote de la enfermedad infecto contagiosa Tos Coqueluchosa, la Sala de Asistencia Pública señala que ‘se impone prohibir entrada niños menores de 14 años al cine’”.

Según indica la docente, el aislamiento también obligó a suspender el dictado de clases para niños pobres escolarizados y también para aquellos que por sus ingresos familiares, además de ir a la escuela podían ir al cine. 

Es que, como dice, “las enfermedades nos igualan” y en este caso “también señalan las diferencias con brutalidad”, tal como refleja otro expediente del 17 de agosto de 1933.

El archivo cuenta el caso de dos chicos, hijos de un padre viudo que fueron echados de la Casa del Niño de entonces. 

Según dice Infeld, “un padre, pobre de solemnidad como se les denominaba por entonces, de quien inferimos era viudo, pidió alimentos al municipio porque con su solo trabajo no podía alimentar a sus dos hijos menores que estaban internados en la Casa del Niño y que por la enfermedad “contagiosa fueron despedidos de allí’”. 

Ante esta situación el gobierno local le dio al hombre lo que habitualmente se le entrega a las familia en casos de pobreza: 1 kg. pan, 1 litro de leche y 1 kg. de  carne durante 30 días, lo que demuestra que la ayuda social no es algo nuevo, y tampoco aquellos que hacen diferencias de clases aún en medio de la enfermedad.   

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