Dramática historia en el Alto Valle: un hombre vive desde hace seis meses en un nicho de gas del hospital
Arturo Aravena tiene 65 años, sufre problemas psiquiátricos y sobrevive en condiciones extremas frente al hospital Bouquet Roldán. Pide ayuda para salir de la indigencia.
En pleno corazón de Neuquén capital, un nicho de gas de un metro cuadrado se convirtió en el hogar de Arturo Aravena, un hombre de 65 años que vive desde hace seis meses frente al hospital Bouquet Roldán. Pese a las temperaturas, la inseguridad y el abandono institucional, ese pequeño hueco en la vereda es el único espacio donde se siente a resguardo. “Yo quiero cambiar mi realidad, pero necesito ayuda, porque solo no puedo”, confesó con angustia.
Aravena no siempre vivió así. En los años 80 era vendedor ambulante habilitado por la Lotería de Neuquén y trabajaba con estabilidad. Pero al enfermar su madre, se dedicó a cuidarla y perdió su fuente de ingresos, cayendo en una espiral que lo dejó en la calle. Desde entonces pasó por la terminal, el Parque Central y hasta intentó refugiarse dentro del hospital, pero fue rechazado. En ese recorrido encontró el nicho, y allí se quedó.
El espacio es mínimo: un colchón prestado, algunas frazadas y sus pertenencias más básicas. “No tengo para cocinar, ni baño, pero estoy tranquilo”, relata. Para mantenerse, vende bolsas y medias en la calle. Dice que no come todos los días y que el aporte del programa de adultos mayores no le alcanza ni para pagar una pensión. A veces lo ayudan los taxistas que lo conocen de la zona.
“Estoy medicado, pero me quedé sin psicólogo y sin asistente social”, agregó. Contó que antes tenía seguimiento, pero desde hace un tiempo ya no lo visita ningún profesional. “Nadie me viene a ver, nadie se preocupa por mí”, reclamó, apuntando al abandono por parte de los organismos provinciales y municipales. “Hay más de 600 personas como yo, sin hogar”, alertó con crudeza.
Pese a todo, Arturo conserva su dignidad. Se baña en el hospital, intenta mantener su higiene, y sueña con una casa propia. “Si me dieran un terreno, yo me levanto una casita”, dice. También tiene un hijo, aunque prefiere no incomodarlo. “Quiero estar solo, pero con mi techo y mi trabajo. No quiero vivir así”, afirma.
