COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) -  Silvina Zárate es oriunda de Caleta Olivia y en el Día de la Donación Nacional de Órganos recordó con gratitud y emoción a los médicos de Comodoro Rivadavia que la acompañaron y contuvieron cuando decidió donar los órganos de Luciano, su pequeño hijo de cuatro años. Fue la primera ablación realizada a un niño en el Hospital Regional.

Silvina Zárate tenía 24 años y cuatro hijos cuando en el 2000, el tercero de ellos, Luciano, falleció en un accidente junto a su papá, Eduardo. Cuando llegó al hospital de Comodoro Rivadavia, al que los habían trasladado, los médicos le comunicaron que el pequeño tenía muerte cerebral, le explicaron que con este diagnóstico una persona se considera legalmente muerta y que tenía la posibilidad de donar sus órganos. Los médicos a cargo de la terapia, los doctores Sergio Recalde y Jorge Giordani fueron los encargados de hablar con ella y también de confirmarle que los de Eduardo, lamentablemente, ya no estaban en condiciones de ser donados.

"A pesar del inmenso dolor que tenía, no lo dudé. Desde el primer momento mi decisión fue firme. Sentí que tenía que hacerlo para salvar a otros niños", recuerda Silvina y reflexiona: "Si en ese momento me hubieran dicho que Luciano podía salvarse con un trasplante de cerebro, lo habría aceptado. Pero obviamente eso no era posible. Me parecía egoísta no tratar de ayudar a otros que sí tenían la posibilidad".

"Me puse en el lugar de los papás que estaban esperando un órgano. Imaginé su dolor y lo que habría pasado si la cosa hubiese sido al revés y era mi hijo el que lo necesitaba", reflexiona. En ese momento sus chicos tenían 7, 5, 4 y 1 año.
Donación de órganos: Una historia de Comodoro que conmueve al país

"Cuando le respondí al doctor Recalde que quería donar los órganos, lloró de emoción", cuenta conmovida. "En el momento más triste de mi vida, conocí gente increíble. Cuando realizaban la ablación (procedimiento quirúrgico mediante el cual se realiza la extracción de los órganos y tejidos del cuerpo del fallecido), yo pensaba en los niños que iban a recibir los órganos de Luciano. Mi preocupación era que todo saliera bien y así fue", recuerda. Era la primera ablación realizada a un niño en ese hospital.

Unos días después, Giordani le hizo uno de los regalos más lindos que recibió en su vida, una carta que decía:

"Madre donante: tuve la dicha de haberte conocido, aún cuando mis largos años de médico y largas noches de guardia me hubieran hecho pensar que conocía todo sobre grandezas y miserias, sobre dolores y alegrías, sobre júbilo y tristezas, sobre luces y tinieblas. Qué equivocado estaba. Pero bien dije casi todo,  faltaba conocerte"

"Convencido estoy de que la vida es cosa pasajera, pero muchos de nosotros tendremos una oportunidad de trascender, aunque solo sea una, irrepetible, una chispa, un destello que le dará razón a la existencia... y es oportunidad única vos la tuviste en el medio del dolor y la congoja, con el corazón hecho girones, destrozado y los ojos cegados por el llanto, supiste erguirte con la fuerza de un coloso, yo te imaginé como una leona que se apresta a dar la última batalla junto a su cachorro malherido, en tu cuerpo frágil, casi adolescente, dormía un gigante que despertó de pronto animado por un rayo mágico y la luz salía por tus ojos con cada lágrima, así tomaste el camino que te hizo paradigma solidaria, decidiste renunciar a los despojos de tu hijo, de aquel que un día (no hace mucho) fuera parte de tu cuerpo y en ese instante mismo tu dolor se hizo esperanza de vida para otros y me hiciste custodio, guardián de esa esperanza, solo un eslabón de una larga cadena que no debía cortarse, qué peso inmensurable sentí sobre mi espalda".

"Pero también el orgullo de poder ayudarte, la dicha de ser solidario y luchar a tu lado, el júbilo de ser médico, custodiar una esperanza, tu esperanza y la de otros que no conocemos, no trascenderán sus nombres ni los nuestros, solo diré que conocí una madre grandiosa, solidaria y quien escribe es su médico nada más y tampoco nada menos. Gracias por haberte conocido, no se me ocurre otra forma más grande de llamarte, madre donante. Me despido de vos con las mismas palabras que lo hice esa mañana fría y soleada: "Como médicos hicimos lo humanamente posible, como hombre te felicito y te admiro".

Donación de órganos: Una historia de Comodoro que conmueve al país

Silvina cuenta que la donación de órganos es algo naturalizado en su hogar. Piensa que es clave hablar del tema en la familia ya que eso facilita la decisión a la hora de enfrentar situaciones extremas. Afortunadamente, ella había conversado con Eduardo (su marido fallecido) acerca de la donación de órganos, pero siempre desde "la otra vereda", pensando en que podían ser sus hijos los que en algún momento de su vida pudiesen llegar a necesitar la donación. Además había perdido a su mamá a los 15 años por una enfermedad hepática y siempre había pensado que quizás si su mamá hubiera tenido la posibilidad de recibir un trasplante, ella la habría podido disfrutar más tiempo.

"Pienso que la experiencia con la enfermedad de mi mamá y el hecho de haber conversado previamente del tema con Eduardo, me fueron preparando para la decisión que pude tomar cuando murió Luciano. Sentí y siento mucha paz. Más allá de lo doloroso, para algo tiene que servir", concluye.

Por: Cecilia Zolezzi para La Nación

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