La Cámara de Proveedores y Empresarios Mineros (CAPEM) del Chubut continuó con su ciclo de charlas online con el conversatorio “Comunidades y minería, poderosa integración para el desarrollo”, en el que se destacó el testimonio desde Jujuy de Rosana Calpanchay, quien comentó el proceso que llevó al desarrollo minero en la región en la que vive. 

La nueva charla contó con las presencias, además, del moderador, Diego Hernández; del vicepresidente de CAPEM, el abogado constitucionalista Mario Bensimón; y de Roberto Lencina, profesor de Evaluación Económica de Proyectos en la Universidad Nacional de Tucumán. 

Fue Lencina quien introdujo a Calpanchay, a quien conoció en 2010 durante el trabajo en un emprendimiento minero y la definió como “la referente” de las comunidades originarias en su región. 

Calpanchay comentó que es oriunda del Departamento de Susques, donde dijo que hasta hace dos décadas “la actividad de subsistencia era la ganadería, muy poco de agricultura y la artesanía”. 

La pobladora jujeña, que pudo realizar un profesorado en San Salvador de Jujuy, recordó que en Susques “había poca minería, básicamente con la exploración de borato”, y agregó que hacia 2010 “hubo un cambio en la legislación provincial por la cual se le dio mayor participación a las comunidades aborígenes”. 

“En el año 2000, después de mucha lucha, nuestras comunidades lograron los títulos comunitarios”, lo cual permitió, dijo, que en 2010 se las consultara ante la llegada de un proyecto minero que se encontraba en sus tierras. 

Calpanchay añadió en este contexto que “muchas veces se simplifica la minería en algo malo o bueno, pero no se tiene en cuenta todo el proceso que conlleva”. 

Al respecto recordó que “dentro de las comunidades fue sorpresivo que nos consultaran” sobre el proyecto minero, y mencionó que también “hubo dudas y miedos entre nosotros y en las comunidades cercanas”. 

Ante ello dijo que la decisión fue “buscar información” para saber “qué significaba la exploración, la prospección, la construcción, porque la verdad es que no teníamos ni idea”. 

En este contexto agregó que “había un grupo que se oponía a la actividad minera, y nosotros buscamos el camino de hablar con geólogos, hidrólogos, que nos dieran información para poder decidir”. 

A esto sumó que “cada vez que las empresas venían nos explicaban, nos decían de qué se trataba, pero necesitábamos más información para nosotros y también para las comunidades cercanas y lejanas que tenían dudas”. 

“Transición difícil”

Reconoció que también hubo en el proceso “influencia de gente externa, de organizaciones que nos decían que la minería era mala”, por lo cual “fue una transición bastante difícil” que incluyó, según dijo, “persecución”, y generó “un camino bastante tenso, sobre todo entre 2010 y 2015-2016”. 

“En esos años se buscó el consenso, incluso a pesar de gente de afuera que quiso influir, pero yo siempre digo y dije que tenemos el principio de autodeterminación y que podemos decidir qué es lo que queremos para nuestro territorio”.

Precisó que en el momento “éramos 5 comunidades, en las cuales hubo mucha unión y búsqueda de información, a partir de la cual nos acercamos a otras comunidades para decirles que lo que pensaban que era malo no lo era”. 

“Todo este proceso ha permitido que hoy haya dos proyectos importantes asentados en la zona”, indicó, al tiempo que recordó también que debió defender los proyectos mineros en la Corte Suprema de Justicia. 

“Cada vez que me acuerdo me pone la piel de gallina”, dijo, “porque queríamos realmente una oportunidad de desarrollo, de progreso, de estudio para nuestros hijos y para nuestros vecinos que quisieran quedarse pero con mejores condiciones de vida”. 

“Respetábamos a quienes pensaban lo contrario, pero nosotros queríamos elegir”, continuó Calpanchay, quien describió al proceso de instalación y desarrollo minero como “una construcción permanente”. 

“A la actividad minera la veíamos muy lejana. Las condiciones laborales en el salar eran muy malas, ahora cambiaron mucho; el pago es en blanco con todas las cargas sociales, lo cual es un avance grandísimo para las familias”, continuó, al tiempo que agregó que “hay muy poca desocupación en las comunidades”. 

Dijo que antes del desarrollo minero “había dos escuelas secundarias, mientras que ahora hay 5, incluso una de ellas técnica”, y que “en infraestructura se avanzó muchísimo”. 

“Es un camino, es ir aprendiendo canales de negociación. Yo he trabajado mucho en el desarrollo de proveedores locales, y creo que personal y comunitariamente nos ha dado una gran oportunidad de crecimiento”, finalizó.

En tanto, Lencina hizo una presentación sobre el significado de los conflictos y los procesos de negociación, en base a su experiencia de trabajo con comunidades vinculadas a los desarrollos mineros. 

En su presentación incluyó una encuesta a personas que trabajan en minería en la región, la cual arrojó entre otros resultados que el 80% dijo que elegiría el trabajo minero para sus familias y allegados, mientras que el 95% aseguró que su calidad de vida mejoró desde que comenzó a trabajar en la actividad. 

Continuidad

El ciclo de charlas de CAPEM continuará este viernes, 28 de mayo, con el conversatorio “Minería: aporte de valor social y económico”, con la participación de Tay Such, geóloga y especialista en evaluación de proyectos de inversión que se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Río Negro; y Daniel Jerez, geólogo y contador público, profesor de las Universidades Nacionales de La Plata y Buenos Aires. 

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