Después de los 70: los secretos de una pareja de Comodoro para tener una vida activa y saludable
Con 91 y 79 años, Eberto y Carmen son un ejemplo de vitalidad en la adultez mayor. Se conocieron siendo abuelos y hoy, 14 años después, tejen, bailan, cocinan, hacen actividad física y llevan una vida social y espiritual plena. Su historia refleja los beneficios de mantenerse activo física, mental y emocionalmente, incluso después de los 70 años.

Eberto Hugo Sánchez tiene 91 años y Carmen Ocampo Farfán está por cumplir 80, pero su energía y entusiasmo desmienten por completo el calendario. Se conocieron en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en Comodoro Rivadavia, hace 14 años, cuando ambos ya eran abuelos y viudos. Desde entonces, han construido una vida juntos que gira en torno a la fe, el arte, el amor y, sobre todo, la actividad constante.
Su historia no es sólo un testimonio de afecto en la adultez, sino una guía viva sobre cómo llegar a la longevidad con salud, propósito y alegría.
Eberto no deja que los años le impidan moverse. A su edad, va dos veces por semana al gimnasio, hace carpintería y teje con telar, una habilidad que aprendió de Carmen. “Cuando sentí el golpe de la edad, el médico fue claro: no te voy a dar remedios, cerrá la boca y caminá. Lo hice, porque me gusta estar en movimiento”, confiesa Eberto, que también ha practicado natación y yoga junto a su compañera.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los adultos mayores realicen al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana. Caminar, nadar, bailar, practicar yoga o realizar ejercicios de fuerza con bajo impacto son claves para mantener la masa muscular, el equilibrio y la salud cardiovascular.
La mente también necesita ejercicio
Además del movimiento físico, Carmen y Eberto mantienen viva su mente a través del arte y la creatividad. Tejen juntos, reciben visitas en su taller y participan en actividades sociales. Carmen fue docente de arte en geriátricos durante 25 años y hasta editó un libro escrito por personas mayores. Eberto, por su parte, se volvió tan hábil en el telar que hoy es él quien recibe las invitaciones a congresos de tejedores.
Estudios recientes sostienen que las personas mayores que participan en actividades culturales, manuales o artísticas tienen menos riesgo de desarrollar deterioro cognitivo. La clave está en aprender cosas nuevas, establecer vínculos y mantener el interés por lo que se hace.
Comer como antes: volver a las raíces
La alimentación también es parte de su fórmula. Carmen cocina recetas tradicionales del norte argentino: locro, mazamorra, anchi. Evitan alimentos ultraprocesados y prefieren una dieta casera y natural, basada en productos de estación. Además, no consumen alcohol, café ni gaseosas. La moderación y el regreso a la cocina de la infancia son pilares de su bienestar.
Una alimentación saludable y balanceada, rica en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, con un consumo controlado de sal, azúcar y grasas saturadas, es fundamental para prevenir enfermedades crónicas en la tercera edad.
Consejos para una longevidad activa: el ejemplo de Carmen y Eberto
Su historia deja valiosas lecciones para quienes atraviesan la vejez o se preparan para ella:
- Movimiento diario: caminar, hacer ejercicios de fuerza o practicar yoga.
- Vida social activa: mantener vínculos, compartir actividades y salir de casa.
- Estimulación mental: aprender algo nuevo, practicar un arte, leer o escribir.
- Buena alimentación: volver a lo simple, lo casero, lo nutritivo.
- Evitar excesos: eliminar alcohol, tabaco y alimentos procesados.
- Tener un propósito: la fe, el amor, el arte o el servicio pueden dar sentido a cada día.
A sus 91 y 79 años, Eberto y Carmen no sólo siguen caminando juntos la vida. Son el retrato vivo de que la longevidad no es cuestión de suerte, sino de actitud, hábitos y la voluntad de vivir con alegría, incluso cuando parecía que todo ya estaba dicho.
