CAPITAL FEDERAL - El cardenal Poli aprovechó el tedeum del 25 de Mayo para enviar un fuerte mensaje al Congreso. Y los diputados que impulsan la legalización negocian un proyecto en común para afirmar posiciones. Trabajan sobre los “dudosos”, en un debate con final abierto.

El cardenal Mario Poli se encargó de rescatar del eclipse mediático a la despenalización del aborto. Había sido relegado por las tarifas, el dólar y la negociación con el FMI, en ese orden de llegada, pero mezclados al tope del temario político. Y la Iglesia, que sigue muy de cerca el paso a paso legislativo, interpretó que había que dar otra señal contundente: en apenas veinte días, Diputados afrontará ese debate crucial y los pronósticos hablan de diferencias muy ajustadas, y cambiantes. La tensión no pasa ya por los argumentos de un lado y del otro, sino por asegurar votos.

En este marco, el arzobispo de Buenos Aires aprovechó el tedeum de ayer para ratificar el rechazo a la legalización del aborto. Frente a Mauricio Macri y la primera línea del Gobierno, ratificó la posición de la Iglesia Católica y lo hizo recordando palabras de Francisco. En el oficialismo, que abrió las puertas a este debate en el Congreso, hubo de todos modos cierta distensión frente al mensaje: lo evaluaron moderado en sus referencias sociales, aunque sin desconsiderar la incorporación del foco que hizo expreso Poli.

Despenalización del aborto: Presión final de la Iglesia

Los expertos en el análisis del tejido de la Iglesia argentina a veces matizan y hasta se permiten dudas sobre cada movimiento local en función de los gestos del Papa, que con la designación del obispo Oscar Ojea al frente del Episcopado acomodó el tablero local, en el cual Poli sigue siendo una pieza importante. Pero en cuanto al debate que se viene en el Congreso, no hay lugar para grises: además de tratarse de una cuestión de fondo, dogmática, el punto es que la ley es tratada en el país del Papa.

Poli apeló directamente a las palabras papales. Señaló la necesidad de "cuidar la vida de los habitantes, especialmente de los débiles, los pobres y los marginados", como contexto para vincularlo como un todo único a otra definición: "La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada".

Por supuesto, la traducción de esa definición fue expresada ante el plenario de comisiones de Diputados por representantes de organizaciones y figuras vinculadas a la Iglesia, en el contrapunto con defensores de la despenalización del aborto, que pusieron el foco en la cuestión legal y también en el terreno social. Tal vez el punto más delicado haya girado en torno al concepto de "vida". Y quizá la exposición de la escritora Claudia Piñeiro haya sido la más explícita en este punto: la disputa del lenguaje.

Más de quinientos expositores pasaron por el Congreso desde principios de abril. Hubo de todo, de un lado y del otro: discursos emocionales y políticos, algunos golpes bajos o vistosos, y también exposiciones sólidas, en el plano social, jurídico y de la salud pública. Los legisladores más interesados lo siguieron con presencia en las citas de los martes y jueves, a veces escasa.

Otros, por YouTube o por los resúmenes de sus asesores. Y los que no se interesaron demasiado, no pudieron abstraerse del todo: fueron, son, intensas las conversaciones y "visitas" en medio de la pulseada más reservada por los votos.

La semana que arranca mañana será la última de las programadas reuniones informativas frente al plenario de cuatro comisiones de Diputados. Después, llegará el turno de la definición de dictámenes y el 13 de junio el debate será desplegado en el recinto.

Despenalización del aborto: Presión final de la Iglesia

Nadie espera inactivo ese momento. Así como la Iglesia Católica, representantes de otras religiones y organizaciones que se oponen al aborto legal mantienen contactos y suman pronunciamientos, legisladores que impulsan la despenalización trabajan intensamente para acercar posiciones y unificar en un texto la media docena de proyectos que circulan con algún grado de respaldo.

Como es sabido, en este debate no hay posiciones orgánicas de los principales bloques. La mayoría de las fuerzas están divididas, al punto que de las cuatro comisiones que intervienen, dos son presididas por impulsores de la legalización (Daniel Lipovetzky y Alejandra Martínez) y las otras dos por legisladores que se oponen (Carmen Polledo y Gabriela Burgos). El trabajo ahora está puesto sobre el conjunto de los llamados "dudosos" en los punteos de votos que se hacen desde que empezó el trámite legislativo.

La idea de quienes impulsan la convergencia de proyectos es flexibilizar algunos puntos que generaban en algunos colegas reparos específicos pero no rechazo al sentido de la despenalización. Uno de ellos es la expresa consideración de la objeción de conciencia para los médicos. Otro refiere a la necesaria asistencia de padre, madre o asesor tutelar para el caso de menores de 13 a 16 años.

En la gama de indecisos -¿aún unos treinta?- también se destacarían posiciones personales relacionadas con el supuesto conservadurismo de los distritos de esos legisladores, algunos de ellos con voluntad de volver a competir por una banca o de disputar cargos locales. Se trata de cuentas políticas menores, pero que en otra escala refiere a especulaciones sobre el impacto que podría generar finalmente el clima social o de opinión pública que seguramente irá en ascenso en la antesala de la votación. Incluso, a horas del Mundial.

Todavía no pasó la prueba de Diputados, pero no resulta un dato menor en materia de clima –al menos, hacia el interior del mundo de la política- algunas señales que llegan desde la otra Cámara, considerada -por prevenciones antes que por un sondeo de posiciones- refractaria a la despenalización. La última, fue la declaración de Miguel Angel Pichetto a favor del proyecto. Antes, circularon versiones sobre un cambio de rumbo de Cristina Fernández de Kirchner, que durante sus dos presidencias mantuvo el rechazo a la despenalización y se negó a abrir el debate.

Los pronósticos sobre la votación hablan de números muy ajustados. Es más: el optimismo puede cambiar de vereda. Pocas veces, el lugar común que refiere a una "oportunidad histórica" conjuga con la realidad. Tal vez el debate que viene sea el caso, al menos para el autor de esta nota: la despenalización sería un real avance.

Fuente: Infobae

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