Desocupación baja y actividad en caída en Comodoro: la explicación del índice de desempleo que informó el INDEC
La ciudad petrolera fue la segunda con menor índice de desocupación del país, con apenas un 1,3%. Sin embargo, detrás de ese número alentador se esconde una realidad más compleja.
El reciente informe del INDEC sobre el mercado de trabajo generó sorpresa: Comodoro Rivadavia figura como la segunda ciudad con menor índice de desocupación del país, con apenas un 1,3%. Sin embargo, detrás de ese número alentador se esconde una realidad más compleja que, según el sociólogo Mariano Prado, aún no refleja el impacto de la crisis que atraviesa el sector petrolero ni la recesión generalizada.
“La medición del primer trimestre del año es apenas una foto. Para evaluar un proceso real del mercado de trabajo necesitás como mínimo observar su evolución a lo largo de un año”, explicó Prado, especialista en Desarrollo Económico local y docente de la Unidad Académica de Caleta Olivia, de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
En diálogo con Actualidad 2.0, Prado señaló que el impacto de la crisis petrolera actual no se ve reflejado en forma inmediata en las estadísticas oficiales. “Lo que pasó entre abril del año pasado y junio, con paralización de equipos y recortes en el empleo petrolero, recién podría verse reflejado más adelante”, señaló.
En igual sentido, advirtió que en el mercado laboral puede haber dinámicas que impiden anticipar un resultado, ya que no necesariamente las desvinculaciones se reflejarán directamente en una alta tasa de desempleo.
“Podría ocurrir que mientras en una actividad se pierde empleo, se genere en otro sector -explicó-. No digo que eso esté ocurriendo ahora, pero para saberlo hay que esperar un tiempo más prolongado”.
Baja desocupación, pero también baja actividad
Uno de los puntos que el especialista remarcó es que el índice de desocupación no debe analizarse de manera aislada. “Lo preocupante es que la tasa de actividad en Comodoro sigue siendo muy baja. Está entre el 38% y el 40%, frente al 48% o más que tienen otras ciudades del país. Eso muestra que hay muchas personas que directamente han salido del mercado laboral porque no creen que puedan conseguir trabajo”, explicó.
Según Prado, ese fenómeno se conoce como “efecto desaliento”: personas que, al dejar de buscar empleo, ya no son consideradas desocupadas, sino inactivas. “Por eso, una tasa de desocupación baja, combinada con una tasa de actividad también baja, no es una buena señal. Todo lo contrario: indica que hay dificultades estructurales en el mercado de trabajo local”, advirtió.
Por eso, aún cuando en el último año hubo una baja de la desocupación, ya que el indicador del primer trimestre, ubicado en el 1,3%, es más bajo que el de un año atrás, cuando fue del 2,8%. De este modo, se infiere que la tasa no se redujo porque se crearon más empleos, sino porque más gente dejó de buscarlo y pasó a estar en condición de “inactiva”.
Mujeres y jóvenes, con más problemas para trabajar
Otro aspecto que el sociólogo destacó es la estructura misma del empleo en la región. “El mercado laboral de Comodoro está fuertemente ligado a dos grandes sectores: el primario, que es el petróleo, y el terciario, que incluye comercio y servicios. Hay muy poca actividad industrial, es decir, del sector secundario”, analizó.
Esa composición incide directamente en quiénes consiguen trabajo y quiénes no. “Históricamente, las tasas de desempleo son más bajas en hombres de entre 25 y 49 años. Pero si analizás por género y edad, las mujeres y los jóvenes tienen muchas más dificultades para insertarse. Y eso también genera desigualdades profundas”, explicó.
Además, recordó que muchas personas trabajan en condiciones informales o precarias, lo que no siempre es captado adecuadamente por las estadísticas. “Una persona que vende ropa en la calle y no está registrada, si declara esa actividad, figura como ocupada. Pero eso no refleja la calidad del trabajo, ni sus ingresos, ni si tiene cobertura previsional”, aclaró.
El desafío de pensar más allá del petróleo
Finalmente, Prado se refirió a las similitudes y diferencias con la crisis de los años ‘90, cuando la privatización de YPF implicó miles de despidos. “Hoy el escenario es distinto. Aquella vez hubo una gran inversión posterior. Ahora estamos ante una posible reducción estructural del empleo petrolero, porque los recursos no renovables se agotan o dejan de ser rentables en ciertas zonas”, advirtió.
“Si el motor económico de la región empieza a funcionar a media máquina, hay que pensar seriamente cómo lo reemplazamos. No podemos depender exclusivamente del petróleo. Ese es el gran desafío que tenemos como región”, concluyó.
