RÍO GALLEGOS (ADNSUR) - Manuel Adrián Miranda Vargas es un joven de 25 años de Río Gallegos que amasa pan y sale todos los días a la calle a venderlo. De esa manera encontró la manera de superar las dificultades, tras una triste historia de drogas y graves problemas de salud.

La historia de Manuel se hizo viral en las redes gracias a vecinos que quisieron dar difusión a su trabajo. 

En diálogo con LU12 AM680, Manuel Adrián Miranda Vargas relató cómo sale adelante con el emprendimiento que creó, cocinando pan casero y vendiéndolo en la ciudad.

Manuel es diabético pero eso no le impide recorrer a diario las calles de Río Gallegos con su canasto lleno de pancitos que él mismo prepara. Los días de frío no puede hacerlo porque tiene "jodidos los pulmones, los riñones y tengo para atrás el hígado; el problema es que nunca me atendí por la diabetes, comía cosas dulces, tomaba gaseosa y no me cuidaba”, dijo.

Según publica La Opinión Austral, Manuel incluso estuvo tres veces internado en Terapia Intensiva porque “muchas veces caí en la droga. La última vez que estuve internado fue con 800 de glucemia; muy grave estuve, por la diabetes y por la droga (cocaína) y muchas veces tuve recaídas” confesó.

"Ahora estoy bien; pude salir adelante, pero antes consumía mayormente la merca; se consigue muy fácil, pero es cara y te arruina, y siendo diabético es lo peor para mí”, precisó el joven recuperado.

Manuel tiene seis hermanos, su mamá vive con su actual marido y “es buena la relación y en lo que puede me ayuda”, mientras que su papá es "alcohólico" y "no tiene trabajo. Se las rebusca para buscarse un vino todos los días, desde hace más de 20 años. Nosotros tenemos muy buena relación; nos llevamos re bien, salvo que le falte el vino", dijo el joven, quien aprendió el oficio de amasar pan gracias a que trabajó en una panadería. Así comenzó vendiendo cosas dulces y saladas que le preparaba una señora en comercio y ahí descubrió la salida que tenían los pancitos saborizados.

“Estaba todo el día metido en la panadería viendo cómo preparaban y preguntando por las recetas, hasta que la señora se enojó y ahí me puse yo a hacer los pancitos; empecé preparando de jamón, queso y salame”, recordó Manuel, quien sale a vender 30 panes por día.

"Yo compro la harina por 25 kilos, me sale $ 900; dejé de hacer los saborizados porque no tenía plata para comprar el jamón y el queso, pensé que no iba a tener salida con pancitos comunes, pero tienen una re salida”, comentó el joven de Río Gallegos que camina las calles de la capital santacruceña ofreciendo sus productos y también se ubica en la puerta del supermercado La Anónima, a partir de las 10 de la mañana en la sucursal del centro y, por la tarde, desde las 18 horas en la de Liniers.

“La gente es muy buena; a los panes me los sacan de las manos. Ahora que estamos a fin de mes y está medio duro, pero cuando llega el día del cobro, del 5 en adelante, me sacan los panes en media hora”, asegura.

Vive en un albergue porque en su casa no tiene baño ni conexión de cloacas y es muy fría, “es una piecita con una cocina; ahí vive mi papá”, describió y resaltó: “Ahora estoy empezando a salir adelante. Me están dando una mano con el tema de la cocina, para hornear los panes, me dieron lugar para estar, el albergue; en la semana sale una ayuda que es para irme a una pensión, sólo necesito que me hagan las conexiones de la cloaca y un baño en mi casa”, finalizó el joven emprendedor. 

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