Sobre la Ruta Nacional Nº 3, en la ladera norte de un pequeño cerro, en el km 12, está emplazado el Vivero Salamanca. Como acurrucados en su base, los árboles, flores y arbustos emergen entre el gris de la arcilla y las matas achaparradas.

Un portón de madera rústica abre paso hacia el predio, y alrededor de un camino de piedra y tierra conviven lavandas, botones de oro y zampas. Hacia la izquierda, hay un invernadero con puertas corredizas de vidrios grandes y una chimenea que humea los días en que el frío aprieta.

En el Vivero Salamanca opera una cierta magia, y los visitantes olvidan, durante su estadía, que alrededor, a veces, la tierra y el viento pican la cara.

Silvia Pérez Krenek y Nicolás Cepeda son los propietarios del Vivero Salamanca, un emprendimiento familiar que, más que un trabajo, es un estilo de vida.

“El vivero es nuestro bosquecito; para nosotros es un desafío encantador. En lo agreste podemos encontrar belleza. Combinamos las plantas nativas con otras variedades y logramos un ecosistema donde convive la diversidad”, expresó Silvia.

Nicolás y Silvia aman la naturaleza y no solo trabajan en la propagación de plantas, sino que invitan a cada uno de sus visitante a que tengan un rincón verde que les dará bienestar
Nicolás y Silvia aman la naturaleza y no solo trabajan en la propagación de plantas, sino que invitan a cada uno de sus visitante a que tengan un rincón verde que les dará bienestar
Selena Páez

Este bosquecito al que Silvia llama desafío encantador no siempre fue un lecho de rosas. Cuando la pareja llegó al terreno donde hoy está el vivero, el panorama era desolador: no había agua ni reparos. Fue como si ese trozo de tierra los retara a demostrar cuánto lo deseaban y estaban dispuestos a entregar.

Hoy, después de 3 años de trabajo, el paisaje habla por sí solo. Un pequeño bosque en la base de aquel cerro sin nombre, donde antiguamente unas letras desgastadas anunciaban a los viajeros que habían llegado a Comodoro Rivadavia, echa raíces, crece e hipnotiza a los visitantes.

Vista panorámica actual del vivero Salamanca
Vista panorámica actual del vivero Salamanca
Vivero Salamanca

¿POR QUÉ VISITAR EL VIVERO SALAMANCA?

Nuestro deseo es contagiar las ganas de hermosear Comodoro, una casa, un balcón, porque eso significa bienestar para todos.”, afirmó Silvia.

Visitar este vivero es una opción para incluir en los futuros planes de los lectores. ¿Por qué? Estos párrafos no pretenden ser un spoiler, pero caminar entre sus senderos de piedras y margaritas, sentarse al reparo de los árboles y, de yapa, cargarse con el entusiasmo de plantar un árbol o ver crecer una flor en el jardín del hogar, los llenará de la mejor energía.

Al vivero llegan visitantes con diferentes intenciones: comprar una flor, una igual a la que tiene la vecina, o preguntar qué arbusto les daría perfume en la medianera, o sombra para el fogón. Algunos tienen ideas precisas y otros simplemente adhieren a las sugerencias de Silvia y Nicolás.

En Salamanca se venden plantas para interior y exterior. Se presta un servicio de jardinería y asesoramiento para quienes lo requieran, pero hay algo más importante y es lo que no tiene precio: se comparten conocimientos y se regala la pasión por la tierra y sus frutos.

¿Y cómo acceder a estos beneficios? Muy simple, solo hay que dirigirse al vivero, respirar el aire puro que allí abunda y entregarse al paisaje sin mayores pretensiones. ¡Pero atención! Si observan a Silvia y Nicolás mientras trabajan, descubrirán el mejor secreto.

Cada rincón del vivero es universo de flores y planas en sus diferentes variedades
Selena Páez

Un día en el vivero es un cúmulo de acciones a lo largo de las horas, algunas chiquitas, como extraer yuyos o plantar semillas, y otras más grandes, como cavar un pozo o levantar otro vivero. Así, como si fueran hormigas, trabajan la pareja, su hijo y otros colaboradores. Grano a grano, de flor en flor y tallo a tallo, este vivero, casi bosque, crece en el km 12.

“No somos celosos de la información; si alguien nos pregunta cómo hacer un injerto de rosal o cómo propagar una flor, compartimos lo que sabemos. Porque a nosotros también nos comparten secretos, sobre todo las abuelas, que son expertas en jardines”, relató Silvia.

UN VIVERO EN LA ESTEPA

El terreno donde se instaló el Vivero Salamanca fue un verdadero desafío; interprétese el desafío “como algo que hay que superar y que es valorado como una experiencia difícil”.

“Acá llegamos en abril y, de todos los lugares en que estuvimos, este fue el más difícil; no teníamos agua ni reparo, el viento hacía como un remolino por debajo de la ruta”, recordó Silvia.

Así era el terreno en los inicios del vivero
Así era el terreno en los inicios del vivero
Vivero Salamanca

Si se pudiera hacer un viaje al pasado, y los lectores vieran el terreno en su estado natural, es posible que les fuera imposible imaginar en lo que hoy se ha convertido: un bosque en medio de la estepa.

Al terreno se respetó prácticamente todo el relieve; se planificó la ubicación del vivero principal y una de las primeras cosas fue plantar árboles para que hicieran reparo.

Las plantas nativas no se han sacado y, en la actualidad, conviven con margaritas, lavandas, retamas y toda variedad de arbustos.

“Tenemos muchas liebres en la zona, así que plantamos romero alrededor de lo que queremos proteger y ellas no se acercan”, comentó Silvia.

En el Vivero Salamanca no se utilizan pesticidas químicos, todo es orgánico. Una de las estrategias para alejar a las liebres por ejemplo es plantar romero.
En el Vivero Salamanca no se utilizan pesticidas químicos, todo es orgánico. Una de las estrategias para alejar a las liebres por ejemplo es plantar romero.
Mariela Garolini

Silvia y Nico crearon un ecosistema que se adaptó a las condiciones adversas del clima. Utilizan poca agua y la variedad de plantas atrae a una diversidad de insectos; todos conviven con respeto.

PRODUCCIÓN DE PLANTAS

El vivero posee varios sectores que se caracterizan por su producción y tipo de plantas. Hace un tiempo, Silvia y Nico decidieron producir sus propias plantas para la venta; por ahora, solo lo hacen con las de exterior y, para eso, han instalado más viveros.

“Las plantas producidas en otro lugar, bajo condiciones climáticas diferentes, se deterioraban rápidamente al ser trasladadas al vivero, y nosotros queremos ofrecer calidad”, destacó Silvia.

Silvia, Juan y Nicolás trabajan diariamente para mantener el vivero, ya que por la aridez del clima es necesario mantener húmeda y reparada la tierra.
Silvia, Juan y Nicolás trabajan diariamente para mantener el vivero, ya que por la aridez del clima es necesario mantener húmeda y reparada la tierra.

Respecto a las plantas de interior, aún no las producen, ya que necesitan otros tiempos e infraestructura, y a la fecha no está dentro de sus objetivos.

Cuando los visitantes llegan al vivero, se ven rodeados de una variedad de estímulos visuales y olfativos. Verdes en sus diferentes tonalidades, flores pequeñas y algunas más carnosas se mezclan con macetas de barro y algunas estatuas.

Todo está dispuesto para que el paseo se disfrute e invite a caminar, tocar y oler. Y claro, si hay algo que gusta, comprar.

UN PARQUE PASEO

Silvia y Nicolás piensan siempre en nuevos proyectos. Planifican, discuten y pulen ideas; no se ponen de acuerdo fácilmente, porque lo bueno cuesta, y quien se pare frente al Vivero Salamanca entenderá de lo que se habla.

Actualmente, la familia trabaja para convertir el vivero en un parque-paseo. Se proyectan senderos para recorrerlo, se foresta y se aprovecha el relieve natural del cerro.

Este lugar es tan atractivo que la Secretaría de Turismo lo incluyó en los recorridos de “Turistas por un día”, y durante el verano las combis llegan hasta el vivero, donde los turistas descubren que, con paciencia, es posible pintar de verde la ciudad.

De terreno árido a bosque encantado: el increíble cambio que logró una pareja en km 12
Mariela Garolini

CAPACITACIONES

El Vivero Salamanca se ocupa de divulgar y hacer crecer su filosofía, y si es necesario, poner de moda el hecho de verdear la ciudad. Por eso, periódicamente desarrollan capacitaciones en el predio para contagiar el entusiasmo por las plantas.

“Damos capacitaciones mensuales y las temáticas varían de acuerdo a lo que requiere la estación. En julio, nos preparamos para la poda y fertilización, con práctica incluida”, informó Silvia.

Son parte del equipo de capacitación dos colaboradoras fundamentales y especialistas en el tema: Tania Figueroa y Analía Herrera.

Durante la época de clases, los jardines de infantes suelen llegar para que sus pequeños tengan la experiencia y luego compartan en sus casas: forestar es posible.

Durante todo el año y acorde a las estaciones, se realizan capacitaciones para que los visitantes puedan aprender a cuidar sus jardines.
Durante todo el año y acorde a las estaciones, se realizan capacitaciones para que los visitantes puedan aprender a cuidar sus jardines.

UN VIVERO Y UN DESEO

De pequeña, Silvia amaba regar las plantas de su casa y su abuelo le pedía que les atara hilitos a los cerezos para espantar a los pájaros. La adultez la llevó detrás de un escritorio, pero la habitaba el deseo de salir de la oficina para comprar plantas y trabajar en su jardín.

Durante las vueltas que presenta la vida, conoció a Nico, su compañero, que para Silvia es el mago de las plantas, y junto a él recorren las maravillas primaverales y los duros inviernos.

“Las plantas siempre me dieron reparo y gratitud. La vida me regaló dos cosas importantes: mi querido hijo Juan y haber cambiado mi rumbo. El trabajo es parte esencial en la vida de las personas y es hermoso poder hacer lo que nos gusta”, finalizó Silvia.

A Silvia es habitual verla entre los árboles con un sombrero, una maceta en la mano y alguna tijera de poda. Si atiende a algún visitante, las preguntas fluyen de su boca: ¿Qué te gustaría? ¿Para quién es? ¿Dónde la pondrías?

Finalmente, la sugerencia es que no se pierdan un paseo por este bosquecito comodorense, que es el verdadero ejemplo de que, con cariño y dedicación, en la estepa patagónica la vida florece.

Juan Marraco, Nicolás Cepeda y Silvia Pérez Krenek, propietarios del Vivero Salamanca
Juan Marraco, Nicolás Cepeda y Silvia Pérez Krenek, propietarios del Vivero Salamanca
Vivero Salamanca
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