De "berreta" a brillante: la instalación del sistema de armas que sorprendió al mundo en Malvinas
En una dramática carrera contrarreloj, con el conflicto en pleno desarrollo, la capacidad profesional, el trabajo en equipo y la creatividad de la base naval de Puerto Belgrano pusieron en funcionamiento un sistema de armas que nunca se había probado: disparar un misil Exocet desde tierra con acierto. Le pusieron como nombre encubierto "Instalación Tiro Berreta". Los protagonistas describieron a ADNSUR una historia que eleva el talento, la creatividad y el ingenio argentinos a la máxima potencia.

En medio del frío y la adversidad de la guerra de Malvinas, dos jóvenes estudiantes argentinos escribieron una página de gloria en la historia militar.
Con ingenio, dedicación y un nombre que parecía una broma, la Instalación de Tiro Berreta se convirtió en un símbolo de innovación y resistencia.
Lo que comenzó como un proyecto modesto terminó por dejar fuera de combate a uno de los buques más temidos de la flota británica: el HMS Glamorgan.
La historia de este invento es un testimonio que demuestra que la creatividad y el esfuerzo pueden superar las limitaciones.
En un contexto donde los recursos escaseaban y la tecnología extranjera dominaba el campo de batalla, estos jóvenes decidieron apostar por lo propio.
La Instalación de Tiro Berreta fue una prueba concreta que la capacidad profesional y el ingenio argentino podían brillar incluso en las circunstancias más complejas, dramáticas y extremas de nuestra historia reciente.
El nombre, que podría sonar despectivo, escondía un desarrollo técnico impresionante.
Con materiales limitados, un profundo conocimiento de ingeniería y -principalmente- un sólido compromiso de un equipo de trabajo de la base naval de Puerto Belgrano (en cercanías de Bahía Blanca); los creadores lograron diseñar un sistema de tiro preciso y efectivo.
Lo que parecía "berreta" (rudimentario) era, en realidad, una obra maestra de la improvisación y la inteligencia aplicada.
Tras el 'operativo Rosario’ de recuperación de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur del 2 de abril de 1982, la Armada Argentina enfrentó un desafío crítico que se agudizó a partir del 1° de mayo: los bombardeos nocturnos de la flota británica.
EN 18 DÍAS, HICIERON HISTORIA
En diálogo con ADNSUR, Antonio Shugt y Luis Torelli quienes tenían 22 y 24 años, respectivamente, en aquel momento revelaron cada uno de los pasos para poner en funcionamiento la Instalación Tiro Berreta (ITB).
Tenían que adaptar a un misil Exocet concebido para los ataques de buque a buque (MM en la jerga interna quiere decir Mar- Mar) para que pueda ser disparado desde tierra a un unidad naval. Ningún país lo había probado antes. Ni siquiera Francia que lo había desarrollado.
Así fueron los pasos de una hazaña impresionante que sorprendió a los ingleses con un ataque inesperado a tal punto que -tiempo después- además de robarnos las islas- también nos robaron las ideas porque lo actualizaron como el sistema ‘Excalibur’.
Durante la mañana del 2 de abril de 1982, Shugt y Torelli conocieron la noticia de la recuperación de las Islas Malvinas y las Islas del Atl��ntico Sur y fueron testigos de la euforia general de esos días.
Torelli tenía 24 años, ya llevaba 6 como personal civil de las Fuerzas Armadas y 3 como técnico electrónico en la en la Sección Instalaciones Exocet de la División Misiles del entonces Taller de Armas Navales dependiente de la Subjefatura Arsenal Naval de la Base Naval Puerto Belgrano.
Con un grupo de compañeros de trabajo, en los años anteriores concurrieron a Francia para recibir diversos cursos de capacitación en fábrica de los Sistemas de Armas Exocet “ITA AM 39 e ITL MM 40” -recientemente- adquiridos por la Armada Argentina y la mayoría de ellos aún no habían sido incorporados a dicha Fuerza.
Con el estallido del conflicto, sus tareas rutinarias fueron suspendidas para darle prioridad a las de mantenimiento “tipo exprés” en las Instalaciones de Tiro Exocet MM 38 de los antiguos Destructores tipo “Summer”.
A fines de abril, toda la atención fue puesta en la Corbeta ARA “Guerrico” que entró a Puerto Belgrano después de haber sido fuertemente ametrallada en el duro combate de las Islas Georgias del Sur que también alcanzaron a uno de los 4 contenedores de misiles y al mismo misil junto con varios cables de interconexión
En la primera semana de mayo, todavía consternados por el hundimiento del Crucero ARA “Gral Belgrano”, Shugt y Torelli fueron convocados por el capitán Pérez para que dediquen todos sus esfuerzos a una misión ‘ultra secreta’.
“Nos dijo que lo había llamado el contralmirante Walter Allara, a cargo del Comando de la Fuerza Anfibia de Desembarco en Malvinas y le preguntó sobre la factibilidad de desmontar la instalación de Exocet de algún buque y llevarla a Malvinas como batería costera”, precisaron.
Esta acción apuntaba a responder al incesante cañoneo naval británico que atacaban todas las noches a las posiciones argentinas en tierra en un hostigamiento permanente que socavaba la moral de las tropas.
“Le respondimos que esa tarea demandaría unos 45 días y que el sistema sería engorroso de transportar por la cantidad de gabinetes, equipos, su gran volumen y pesos involucrados junto con las rampas de lanzamiento y los misiles”, revelaron.
Allara le contestó que no se podía esperar tanto tiempo a lo que el Cap. Pérez asumió la responsabilidad que trataría de hacer algo más rápido y adecuado a las necesidades del momento.
El objetivo a corto plazo era analizar la factibilidad de realizar lo requerido y poder lanzar un misil Exocet MM 38 desde tierra de Malvinas. Recordemos que este misil fue diseñado, junto con su Instalación de Tiro, para ser lanzado de un “buque hacia otro buque”.
El desafío no era el misil sino todo el equipamiento de la Instalación de Tiro que hace posible el lanzamiento del misil.
Después de una serie de días de arduo trabajo encerrados en una habitación por tratarse todavía de una propuesta altamente secreta, se percibía que la complejidad abarcaba una gran cantidad de detalles que sobrepasaban el límite de lo teórico.
Pero se avanzó en una propuesta muy primitiva “en papeles” que requería una segunda etapa del estudio, esta vez netamente práctica que se llevó adelante sobre la cubierta del Destructor ARA “Seguí” bajo una suerte de carpa improvisada para protegerlos de las inclemencias del avanzado otoño.
Utilizaron parte de las señales elaboradas por su Instalación de Tiro más un despliegue de cajas de prueba, equipos especiales entre ellos el simulador del misil y muchos cables de interconexión.
La respuesta final no se hizo esperar: era posible lanzar un misil desde tierra; pero ahora faltaba “el cómo hacerlo posible”.
Con posterioridad, se dieron las directivas para formar los distintos equipos de trabajo en diversos talleres del Arsenal Naval: Talleres Generales, Armas Navales y Misiles. También, se autorizó a retirar o desmantelar todo el equipamiento que fuera necesario del Destructor ARA “Seguí”, entre ellos las rampas de lanzamiento.
“Nosotros comenzamos a diseñar la manera de materializar con diversos elementos eléctricos y electrónicos a muestro alcance, todo aquello que iba a reemplazar a los gabinetes originales de la Instalación de Tiro y -a medida que se lograba como hacerlo- un equipo de compañeros comenzaba a construir y ensamblar dichos equipamientos indispensables para recrear una “improvisada Instalación de Tiro””, explicaron Shugt y Torelli.
Con un equipo de 20 personas, trabajaron las 24 horas en doble turno: 7 a 19 hs y de 19 hs a 7 hs. durante 18 días.
La misma habitación en la cual se estudió el anteproyecto en el más riguroso secreto, se había convertido en el epicentro de la fabricación de dicha Instalación que abarcaban planos gigantes, marañas de cables, conectores, dispositivos eléctricos y electrónicos comenzaban a ubicarse en cajas improvisadas.
Finalizada la construcción, llegó la hora de la primera prueba y a los ojos de muchos había fracasado. No fue así, solamente un transformador mal conectado que se hizo escuchar.
Solucionado este inconveniente, se le practicaron todas las pruebas de rigor con el equipamiento adecuado, según los protocolos establecidos por el fabricante para las pruebas de las verdaderas Instalaciones de Tiro emplazadas en los buques.
Todos los resultados fueron correctos, en tiempo y forma; tanto para las informaciones funcionales (parámetros), como las de puesta a fuego que necesita el misil para ser lanzado. Ya era categórico: si con los equipos de prueba funcionaba bien, con un misil real también.
Como todo era improvisado, también lo fue la necesidad de crear algo que le informe al misil su ubicación respecto al plano horizontal (fundamental para este tipo de misil por su vuelo a muy baja altura).
En un buque se resuelve con una central giroscópica inercial. Ellos lo resolvieron de una manera ingeniosa y rudimentaria a la vez con un clinómetro (medidor de ángulos), una calculadora Texas programable y un tester. Con eso, se medía la posición del lanzador respecto al terreno, se calculaba y se introducía los datos a la Instalación Tiro Berreta.
Algo similar usamos para indicarle otro parámetro esencial, la posición del blanco para su apuntamiento, cuyo dato primario fue aportado por un Radar Rasit del Ejército Argentino.
Finalmente, se retocaron los últimos detalles y una mañana de mediados de mayo, todo el conjunto: Unidad de Control, Lanzamiento y Misiles -junto al Capitán Pérez- partieron hacia la Base Aeronaval Comandante Espora para que dos aviones Hércules de la Fuerza Aérea Argentina los transportara hacia Malvinas con escala previa en Comodoro Rivadavia.
LA HORA DE LA VERDAD
El encargado de operar la ITB fue el mismo Capitán Pérez, asistido por oficiales de la Armada y el Ejército.
El 6 de junio de 1982 a la 01:00 hs AM, con un blanco en el radar y en zona de alcance del misil, se intentó realizar el primer lanzamiento pero por fallas de conexionado el misil no desarrolló la secuencia de fuego y no salió.
En una segunda oportunidad inmediata se lanzó otro misil, pero se presume que los datos de apuntamiento del blanco fueron cargados erróneamente ya que el misil lanzado tomó un rumbo opuesto al del blanco.
Si bien no se había podido dar en el blanco, se tenía la certeza que la ITB funcionaba a la perfección. Era el segundo misil de un total de seis que se disponían.
En la madrugada del 12 de junio apareció otro blanco en la pantalla del radar, ejecutada toda la secuencia de lanzamiento, el misil abandonó la rampa perdiéndose en lo oscuro del horizonte y -segundos mas tarde- un resplandor y una explosión delataban que el misil había impactado en el blanco el Destructor HMS “Glamorgan”.
Cuando el Capitán Pérez regresó a Puerto Belgrano, enseguida se presentó al Taller de Misiles y se produjo un emotivo encuentro con Shugt, Torelli y los equipos de trabajo de los distintos talleres.
La anécdota más llamativa contó, fue que cuando cayó prisionero, lo que buscaban desesperadamente los ingleses era a los “franceses que habían hecho posible el lanzamiento” hasta que vieron e inspeccionaron a la ITB y allí se dieron cuenta que era un invento -netamente- argentino.
Años más tarde, los ingleses desarrollaron una Instalación de Tiro Costera más profesional inspirada en la Instalación Tiro Berreta llamada “Excalibur” y ubicada en Gibraltar, según foros de noticias militares.
En el 2003, la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur les otorgó un “Diploma Especial de Reconocimiento” a Antonio Shugt y a Luis Torrelli.
En el 2019, la Presidencia del Senado de la Nación les declaró un reconocimiento a la importante labor realizada durante la Guerra de Malvinas. Recientemente, por iniciativa del bloque de concejales de Bien Común, fueron declarados “Vecinos Destacados de Coronel Rosales por el Honorable Concejo Deliberante”.
El Almirante Julio Marcelo Pérez falleció el 30 de junio de 2014 pero Shugt y Torelli continúan trabajando en el Departamento Taller Central de Misiles del Arsenal Naval Puerto Belgrano. Con el paso del tiempo, un compañerismo se convirtió en una ‘hermandad’ por tantos momentos compartidos en circunstancias dramáticas.
ARGENTINA TENÍA LA CAPACIDAD DE DEFENDERSE CON LO QUE TENÍA
La emoción de aquel momento aún resuena en los corazones de quienes vivieron la guerra. El éxito de la Instalación de Tiro Berreta no fue sólo técnico sino también moral.
Con un disparo certero, el buque fue impactado, dejándolo fuera de operación. Este hecho no sólo fue un golpe estratégico para las fuerzas británicas sino también un mensaje al mundo: Argentina tenía la capacidad de defenderse con lo que tenía.
En un conflicto desigual, donde las fuerzas argentinas enfrentaban una de las potencias militares más grandes del mundo, este invento se convirtió en un símbolo de esperanza y resistencia.
Detrás de este logro hubo horas de trabajo, noches sin dormir y un compromiso inquebrantable. Su motivación era clara: contribuir a la defensa de su patria con las herramientas que tenían a su alcance.
El impacto del HMS Glamorgan no sólo fue físico sino también psicológico. Para los británicos, fue una sorpresa descubrir que un dispositivo aparentemente rudimentario podía causar tanto daño.
Para los argentinos, fue una muestra de que, incluso en la adversidad, el ingenio y la determinación podían marcar la diferencia.
Hoy, décadas después, la Instalación de Tiro Berreta sigue siendo un ejemplo de innovación en situaciones límite.
Su historia nos recuerda que, a veces, las soluciones más efectivas no provienen de la tecnología más avanzada sino de la capacidad de adaptarse y crear con lo que se tiene.
La guerra de Malvinas dejó heridas profundas pero también historias de valor y superación como ésta.
La Instalación de Tiro Berreta es un legado que nos invita a mirar hacia el futuro con optimismo sabiendo que el ingenio humano puede superar cualquier obstáculo.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, esta historia nos recuerda que el verdadero progreso no está sólo en los recursos sino en la creatividad y el espíritu de quienes los utilizan.
Lo que comenzó como un proyecto "berreta" terminó siendo un ejemplo de excelencia y dedicación. Porque, a veces, lo que parece simple o improvisado puede esconder un potencial extraordinario.
La Instalación de Tiro Berreta no solo impactó al HMS Glamorgan sino que también dejó una marca imborrable en la historia militar argentina.
Hoy, rendimos homenaje a aquellos jóvenes que, con ingenio y amor por la patria, lograron lo imposible.
Su legado es un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, Argentina puede brillar. Porque, al final, lo que parecía "berreta" resultó ser -simplemente- extraordinario.
