Comodoro, la ciudad que se apaga: ¿Qué dejaron de consumir sus habitantes ante la crisis económica?
Desde mozos hasta proveedores, la caída de las ventas en el sector gastronómico y comercial genera un efecto dominó que impacta en toda la comunidad. Los emprendedores, preocupados, ven caer sus ventas y temen por el futuro de sus negocios.
Comodoro Rivadavia, la ciudad petrolera por excelencia de la Patagonia, atraviesa una de las crisis económicas más profundas de su historia reciente. Lo que antes era un centro comercial vibrante, con bares, restaurantes y cafeterías llenos de vida, hoy exhibe un panorama desolador: locales vacíos, calles con poco movimiento peatonal y un clima de incertidumbre que atraviesa a toda la comunidad.
La caída del consumo, reflejo de una economía en recesión, golpea no solo a los comerciantes, sino a toda la cadena productiva y de servicios de la ciudad.
EL PULSO DE UNA CIUDAD QUE SE APAGA
Recorrer el centro de Comodoro Rivadavia en un sábado por la noche solía ser sinónimo de encontrar veredas repletas de gente, locales gastronómicos con mesas ocupadas y un bullicio que reflejaba el poder adquisitivo de una ciudad acostumbrada a la bonanza petrolera.
Sin embargo, actualmente la postal es otra: “Hay mucho tránsito vehicular, pero poca gente en las veredas y menos aún dentro de los locales”, describió Sebastián Aguirre, presidente de la Cámara de Comercio local, en diálogo con el programa “Buen Día Comodoro” de Seta TV.
Aguirre detalló que este fenómeno no es exclusivo del centro: “Recorriendo los barrios, se encuentran panoramas bastante parecidos. La situación actual de locales vacíos un sábado a la noche no era lo habitual hace un tiempo atrás en Comodoro”. El dirigente atribuye este cambio a nuevos hábitos de consumo, la falta de dinero sobrante y la incertidumbre sobre el futuro económico de la ciudad.
EL IMPACTO EN LA VIDA COTIDIANA Y LA CADENA COMERCIAL
La crisis obligó a los habitantes de Comodoro a modificar drásticamente sus hábitos. Los testimonios recabados por el programa “Me Invitó Un Amigo” de Seta Tv coinciden en que salir a comer, merendar o tomar una cerveza se convirtió en un lujo que pocos pueden permitirse con la frecuencia de antes.
“Salir con amigos, si cada uno toma cuatro jarras de cerveza, pueden dejar entre 80.000 y 100.000 pesos en una sola noche. Hoy hay que tener el bolsillo preparado para eso”, señalaron. El resultado es claro: menos salidas, más reuniones en casa y una priorización absoluta de los gastos básicos.
Esta retracción del consumo golpea en cadena. Los cafés y restaurantes vacíos compran menos insumos a sus proveedores, quienes a su vez reducen pedidos a mayoristas y fabricantes. Los mozos, que solían complementar sus salarios con propinas, ven mermar sus ingresos y, por ende, su propio consumo en otros rubros. Así, la crisis se propaga como una onda expansiva que afecta a toda la economía local.
VOCES DE LA CRISIS: EL CRUDO TESTIMONIO DESDE LA CALLE
Bruno, un traseúnte que circulaba por el casco céntrico, reconoció que redujo notablemente sus visitas a bares y cervecerías: “Algunos precios están bastante caros. Cuando voy a ver bandas, la cerveza te sale bastante cara, a veces pienso si ir o no o si pago la entrada y me quedo sin tomar nada”.
Precisamente, observó que incluso las cervecerías menos populares o de nuevos emprendedores están vacías, mientras que solo las más reconocidas logran mantener algo de clientela.
Oriundo de zona norte, un vecino jubilado compartió su preocupación: “La crisis económica hace que la gente priorice su bolsillo y darle de comer a su familia. Salir a comer afuera ahora es un presupuesto que antes se podía afrontar, pero hoy no. Hay que acostumbrarse a estos tiempos”. Su testimonio refleja una realidad extendida: la gente se ajusta, cuida su trabajo y reduce al mínimo los gastos superfluos.
Por otro lado, una joven se sumó a los testimonios y afirmó que dejó de lado las meriendas fuera de casa. “Ahora me hago la merienda, la gente prioriza otras cosas. Uno ya está mirando los precios con otro ojo”, confesó. Incluso en cafeterías que antes estaban siempre llenas, ahora se ven solo dos o tres mesas ocupadas.
Marcelo, otro vecino, dijo que dejó de darse “gustitos” como salir a tomar una cerveza o comer algo afuera. “La situación económica está muy complicada. El presidente se está dando la vida de oro, mientras los laburantes seguimos en la misma. Hay mucha gente sin trabajo, quizás 2.000 personas que están sin laburo”, señaló.
La caída del consumo se refleja en los despidos del sector petrolero, el cliente por excelencia en la historia de Comodoro Rivadavia.
Por ello, el fenómeno se multiplica: menos consumo implica menos ventas, menos empleo, menos ingresos fiscales y una economía local que se contrae peligrosamente. La situación es especialmente grave para los comerciantes, quienes enfrentan alquileres altos, costos fijos en aumento y una clientela cada vez más escasa.
UN FUTURO INCIERTO Y LA ESPERANZA DE UNA REACTIVACIÓN
A pesar del panorama sombrío, los entrevistados coinciden en la necesidad de cuidar el empleo y esperar una mejora en la situación económica. “Lo único que podemos hacer es esperar que la situación mejore y que la gente pueda volver a los hábitos de antes, cuando salir a comer o a divertirse era algo normal”, expresa uno de ellos.
Mientras tanto, Comodoro se enfrenta al desafío de reinventarse, de resistir una crisis que no solo es económica, sino también social y cultural. La ciudad, acostumbrada a los vaivenes del precio del petróleo, sabe de resiliencia. Pero esta vez, la recuperación parece más lejana y compleja.
La reducción del consumo en Comodoro Rivadavia es el síntoma más visible de una crisis profunda que afecta a todos los sectores. Los testimonios de vecinos y comerciantes reflejan el impacto real en la vida cotidiana y la preocupación por un futuro incierto. La esperanza de una reactivación persiste, pero mientras tanto, la ciudad resiste, adaptándose a una nueva realidad en la que cada peso cuenta y cada salida se piensa dos veces.
