NEUQUÉN (ADNSUR) - Una joven carnicera donó mil kilogramos de carne entre las familias de menos recursos de la localidad de Centenario (Neuquén), tras sentirse movilizada por la cantidad de gente que entraba a su local “más a pedir, que a comprar”.

Beatriz Salas es una joven mamá de 25 años que está al frente de su carnicería“B&M” de la vecina ciudad que decidió, por iniciativa de su pequeña hija de 8 años, tener este gesto solidario.

Carnicera solidaria: repartió mil kilos de carne entre las familias más necesitadas

Una larga fila de personas aguardaba su turno este miércoles desde las 7 AM frente a la carnicería para recibir la mercadería. Dijo que la cantidad de gente que se acercó fue “impresionante”, en menos de tres horas ya había entregado todas las bolsas.

“Un día llegué a mi casa y le comenté a mi hija que me había dado mucha tristeza porque esa tarde habían entrado más personas a pedir que a comprar. Ella fue la que me dio la idea de abrir un día la carnicería para hacer una donación”, contó Bety a LM Neuquén.

Como ella siempre le había recalcado que debía ser solidaria con quienes tengan necesidades, juntas consideraron que sería una buena acción para poder colaborar con quienes menos tienen, en estos tiempos difíciles por la cuarentena.

Para la joven carnicera, que abrió el local hace dos años, fue un privilegio poder realizar esta donación que le costó unos 300 mil pesos. “También tengo muchos gastos, de hecho pago el alquiler e impuestos como cualquier vecino. No me sobra nada, pero lo que pude hacer, lo hice de todo corazón”, confesó.

“El dueño del frigorífico es un amigo, que me dejó la mercadería prácticamente al costo. Sólo tengo la carnicería, soy mamá soltera, no me sobra nada, pero estoy agradecida a Dios de poder hacerlo”.

Según detalló el mismo diario, para organizar a la gente que aguardaba con barbijos y hacer que respetaran la distancia social, colaboraron amigos del grupo solidario “Dar es dar” junto con la Policía. Mientras tanto, ella estaba dentro de la carnicería ultimando los últimos cortes para armar las bolsas de 2 kilos de carne que tenían pulpa, puchero, costeletas y picada. Cada tanto salió a la vereda y recibió el agradecimiento de la gente.

“Para mí esto es mucha plata, mucho trabajo, muy pesado, pero se hizo por mis amigos que me pudieron dar una mano. Feliz porque vinieron de todos los barrios y la gente que vi era porque realmente lo necesitaba”, resaltó. 

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