El experto en hidrogeología Carlos Scatizza afirmó que en Chubut “hay un potencial amplísimo para desarrollar cualquier actividad productiva, ninguna en detrimento de la otra”. Y desestimó que la actual crisis hídrica perjudique a los acuíferos subterráneos de la Meseta Central, ya que tienen dinámicas distintas que los cursos de agua superficial. 

Scatizza, profesor de la Universidad Nacional de la Plata, hidrogeólogo y titular de la empresa Hidroar, que realiza investigaciones en todo el país, expuso en la charla que la Cámara de Proveedores y Empresarios Mineros (CAPEM) del Chubut organizó el viernes último. Fue parte del conversatorio sobre minería y medio ambiente que la entidad lleva adelante y que se transmite todos los viernes en vivo por Facebook. 

“Si uno compara los hectómetros cúbicos almacenados y las recargas que hay en las cuencas, hay un potencial amplísimo para desarrollar cualquiera de las actividades, ninguna en detrimento de la otra”, dijo Scatizza. Enfatizó que todas, minería incluida, “se pueden desarrollar, siempre dentro de un plan de gestión sustentable. Y de eso se trata el conocimiento, para potenciar el recurso hídrico del que dispone la provincia”. 

En relación con las consecuencias del cambio climático, dijo que, “por su dinámica propia, el recurso subterráneo está preservado de las variaciones superficiales, si tenemos el conocimiento suficiente y lo manejamos de manera adecuada”. 

Para el manejo y la gestión de los recursos hídricos, dijo, están “los comités de cuenca y los entes públicos, que aplican el conocimiento”. “Las provincias que no entendían ni conocían la minería fueron aprendiendo. Es un proceso, y fue llevado adelante en todas las provincias”, afirmó.

Scatizza hizo una comparación sobre el consumo de agua en Chubut. Indicó, en base a estudios realizados en los últimos años, que el riego para agricultura ocupa un 85% del total, mientras que para la ganadería, el 1,1%. Para el uso poblacional, “con datos de Servicios Públicos, el IPA y distintos entes, hay unos 500 litros por habitante cuando debería ser de unos 200 o 250 litros por año”, y representa un 12,3%. Y por último, para el uso industrial llega al 0,8%.  

El especialista hizo un exhaustivo repaso de las cuencas hídricas de la provincia y mencionó que las más importantes son las del Río Chubut y la del Río Senguer. En la Meseta Central, un área que representa casi un cuarto de la superficie de la provincia, hay “todas cuencas endorreicas, es decir que el flujo de agua va a estar escurriendo y el destino final va a ser una laguna, un lago, un bajo, donde se el agua se va a evaporar”.  

Repasó que “era una zona prácticamente inexplorada desde el punto de vista de los recursos hídricos”, y que a comienzos de la década de 2000, el descubrimiento del Proyecto Navidad, yacimiento de plata de clase mundial, “empezó a traer a la luz evidencias geológicas e hidrogeológicas en la región”. 

“En 2002 fue el descubrimiento (de Navidad) y en 2005 comenzaron los estudios hidrológicos e hidrogeológicos, que fueron aumentando en precisión. Para eso se hicieron un montón de tareas, desde estudios geofísicos hasta perforaciones, ensayos de bombeo, estudios químicos”, indicó. Y comentó que en 2010 “se logró hacer una presentación del estudio de línea de base de la cuenca del Sacanana”, una de las ubicadas en la zona, entre las cuales mencionó a las de Gastre, Telsen y otras. 

“Entre 2013 y 2014, la Provincia junto con el CFI contrataron a una empresa de Buenos Aires que realizó un estudio de ambas cuencas (Sacanana y Gastre) y confirmó lo que habíamos adelantado”, a partir del análisis de “la parte superficial y los tipos de acuíferos que se habían evidenciado en estudios geofísicos, perforaciones, y monitoreos, en base a muestras de agua y relevamientos en pozos de la zona”, explicó.

“Así -agregó- se llegó a un mapa geológico, geomorfológico, de redes de flujo, de hidroquímica, pudiendo obtener un vasto conocimiento de ambas cuencas, tanto la de Gastre como la de Sacanana. Y se fue sumando información para formar una base de datos a nivel provincial”. 

Scatizza explicó que con la información “la Provincia planteó la generación de un plan de gestión sustentable de aguas subterráneas y superficiales”. Ese trabajo, dijo, fue nuevamente con el CFI, con el que se contrató a la empresa Hidroar en 2017, “para hacer un estudio que apuntara a la manera de poner en valor esa información que se habían obtenido”, sostuvo. 

Explicó que los ejes principales de ese estudio han sido “garantizar el abastecimiento poblacional; control de calidad y cantidad del agua; el fortalecimiento institucional para que los entes de Gobierno puedan realizar los monitoreos, controles y garantizar distintos tipos de participación; la contribución al desarrollo socioeconómico de la región y sustentabilidad de los sistemas productivos a largo plazo; y concientizar, comunicar y divulgar la información obtenida”.  

“Para llegar a las reservas de agua uno requiere de perforaciones, porque se necesita estudiar con detalle el subsuelo”, dijo. Y ratificó que “la más estudiada es la Cuenca del Sacanana, y en segunda instancia, la Cuenca de Gastre”.

La información obtenida, dijo, “permitió generar un modelo conceptual y mapas hidrogeológicos que permiten diferenciar rocas de mayor o menor calidad mineral, de mayor o menor porosidad, acuíferos de mayor o menor calidad”. 

“Con eso llegamos a lo que nos interesa, que es ver las reservas. Y definimos áreas de recursos de agua potenciales”, agregó. 

Reservas 

En este sentido aportó que “con los ensayos de bombeo obtenemos el volumen de agua que hay en esos acuíferos. Así, toda la zona da un total de 3.245 hectómetros cúbicos. ¿Qué significa? Siempre comparamos con algo que conocemos todos en Chubut, el Dique Ameghino, que almacena unos 1.500 hectómetros cúbicos”, es decir, cerca de la mitad. Y aclaró que se trata de una parte de la cuenca de Sacanana, ya que el resto “se va a seguir investigando”. 

En este punto dijo que en el caso de los acuíferos subterráneos “el agua se mueve a una velocidad muy lenta, que son menos de milímetros a veces por día”, por lo que “si uno quisiera saber el recorrido de una gota de agua del Proyecto Navidad hasta la Laguna Verde, demoraría unos 400 años para que haga ese recorrido sin que antes se evapore”. 

El acuífero del Proyecto Navidad

Indicó además que “en el área del Proyecto Navidad se advierte la presencia de un acuífero fracturado con reservas de agua de 142 hectómetros cúbicos y calidad apta para consumo industrial”, al tiempo que indicó que, “de manera complementaria, la recarga en el área es de 254 hectómetros cúbicos, y en la zona del proyecto es de 53 hectómetros cúbicos”. 

En este sentido, en base a una proyección se determinó que Navidad “requerirá, entre el año 1 y el año 5, un total de 1,8 hectómetros cúbicos al año”, es decir el 0,6% de la recarga de la reserva. “Y a partir del año 6, cuando aumenta la producción, va a ser de 3,46 hectómetros cúbicos por año, lo que equivale a 1,4% de la recarga”, añadió.

Así, “para el tiempo inicial previsto para el proyecto, de 18 años, se prevé un total de 98,96 hectómetros cúbicos, equivalente al 3,2% de las reservas de agua disponibles en la Pampa de Sacanana y de Gan Gan”, dijo, aunque aclaró que el agua se obtiene de las reservas de la subcuenca del Proyecto Navidad, de 142 hectómetros cúbicos.

Al hacer una comparación dijo que el Río Chubut “tiene un derrame anual de 1.500 hectómetros cúbicos. En la Pampa de Gan Gan y de Sacanana estamos en unos 3.500 hectómetros cúbicos. Y el Proyecto Navidad necesita a lo largo de toda su vida, de 18 años según el plazo de factibilidad, algo menos de 100 hectómetros cúbicos”, con lo que “es poco significativo respecto del agua acumulada en la cuenca y a otras comparativas”. 

De manera adicional, dijo, “la cuenca vecina, de Gastre, que es necesario seguir estudiando, tiene una recarga de prácticamente el doble de la de Sacanana. Evidenciado con pruebas concretas se ha visto un orden de 6.500 hectómetros cúbicos”. 

Potencial bajo la superficie

Por ello, concluyó, “existe un potencial muy amplio que no vemos, porque está debajo de lo que pisamos, que es la superficie. Es necesario aprovecharlo mediante infraestructura y conocimiento”. 

En el caso de las cuencas endorreicas de la Meseta “se evapora el 100%, se pierde”, por lo que “dependiendo de los sistemas que pueda haber en las lagunas, es importante que quede un recurso para mantenerlo, de lo contrario el agua se pierde sin ningún valor”.

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