Al camillero que cayó de un tercer piso se le "desplazó verticalmente" la pelvis y será intervenido quirúrgicamente
El joven de 30 años se encuentra internado en estado reservado por las múltiples lesiones. La justicia aún investiga las circunstancias en las que resultó gravemente herido.
Alan Márquez, un camillero de 30 años, sufrió una caída desde un tercer piso el pasado 3 de mayo en un complejo de departamentos en la ciudad de Río Gallegos en circunstancias que aún se investigan. La caída desde un tercer piso le provocó graves fracturas y este viernes, según informó su mamá, Julia Noemí Flores, será intervenido en el Sanatorio de la Cañada en Córdoba capital.
El accidente tuvo lugar en el barrio 400 Departamentos de la capital de Santa Cruz. Actualmente, su estado sigue siendo crítico por las múltiples lesiones, principalmente en la columna vertebral y por un desplazamiento de huesos. Alan logró resistir lo que muchos consideran un verdadero milagro.
Este joven será intervenido por dos prestigiosos cirujanos especializados en trauma óseo, quienes abordarán la compleja fractura en su pelvis. Según explicó su madre a La Opinión Austral, el objetivo será reducir la parte desplazada de la pelvis y fijarla con plaquetas y tornillos, en un procedimiento que, si bien tiene grandes posibilidades de éxito, también conlleva un riesgo elevado debido a la proximidad de nervios y vasos sanguíneos.
“El impacto fue tan fuerte que la pelvis de Alan se desplazó verticalmente. Ahora, la operación consiste en bajar esa parte, acomodarla y fijarla a la otra parte con plaquetas y tornillos”, relató la madre con una calma conmovedora, a pesar de la gravedad de la situación.
Ante este panorama, la madre del trabajador de la salud pidió cadenas de oración para que la operación de su hijo salga bien. “Yo confío en Dios. Él es el mayor médico que tenemos“, concluyó.
¿FUE UN ACCIDENTE?
La madrugada del sábado 3 de mayo, Río Gallegos se tiñó de horror cuando un camillero de un hospital público cayó desde el tercer piso de un monoblock.
Sus últimas palabras, grabadas a gritos en la memoria de los testigos, resonaron como un presagio siniestro: “Me las van a pagar”.
El hecho ocurrió en el edificio ubicado en la intersección de Güemes y San Martín, Río Gallegos. Según vecinos, un estruendo seguido de gemidos los alertó. Alan yacía en la vereda con traumatismos severos.
Las autoridades no descartan ninguna línea: desde negligencia laboral hasta conflictos personales. Es una frase cargada de rabia, pero ¿contra quién?.
Testigos recuerdan los minutos anteriores con un nudo en la garganta. “Me las van a pagar”, gritó, como si supiera que algo malo estaba por sucederle. Esa frase, cargada de dolor y de promesas, quedó como un eco imposible de callar.
La Policía de Santa Cruz analiza cámaras de seguridad, toma declaraciones, revisa mensajes y llamadas. Mientras tanto, la comunidad se moviliza. Hay marchas pidiendo justicia, pancartas con su nombre y declaraciones públicas.
