En 2015, la vida de Mercedes Coma dio un giro inesperado. Sus dos hijas, Carola y Malena, fueron diagnosticadas con celiaquía, y una de ellas además con diabetes tipo 1, una enfermedad crónica que requiere control estricto del azúcar y los carbohidratos. Sin antecedentes familiares, Mercedes enfrentó un desafío monumental: garantizar que sus hijas no solo pudieran alimentarse de manera segura, sino también disfrutar de la comida como cualquier otro niño o adolescente.

El impacto no fue solo nutricional. Fue profundamente social y emocional. “No se iban a morir de hambre, pero sí se iban a quedar afuera de cumpleaños, reuniones o paseos”, recuerda Mercedes. “A mí me partía el corazón ver a mi hija llorando en un rincón mientras los demás comían torta”.

La falta de opciones ricas y seguras fuera de casa llevó a Mercedes a asumir un nuevo rol: el de cocinera. Hasta ese momento, su relación con la cocina era esporádica, limitada a los cumpleaños. “No tenía idea de nada. Arranqué desde cero, fue prueba y error”, cuenta. Pero lo que comenzó como una necesidad, se transformó con el tiempo en un verdadero proyecto de vida.

Así nació Flor de Pan, un emprendimiento familiar que hoy no solo ofrece En Comodoro y Rada Tilly productos libres de gluten, sino también opciones sin azúcar y bajas en carbohidratos, aptas para diabéticos. “Fue la forma de darles a mis hijas una vida social más inclusiva, sin que se sientan diferentes. Y también de ayudar a otras familias que pasan por lo mismo”, explica.

Comer rico, sin exclusiones

El primer gran logro de Mercedes fue emocional: ver a sus hijas disfrutar de lo que ella preparaba. “El día que devoraron un budín de dulce de leche sin gluten ni azúcar, para mí fue la gloria”, recuerda con una sonrisa. Poco a poco, la cocina se fue llenando de experimentos exitosos, y sus hijas comenzaron no solo a aceptar su nueva dieta, sino a disfrutarla y compartirla. “Cuando se juntan con amigas, ellas son las que llevan la comida. Les encanta mostrar lo que hacemos en casa”, dice orgullosa.

"Flor de Pan": cómo una mamá convirtió la celiaquía y la diabetes de sus hijas en un emprendimiento de inclusión y sabor

La clave fue darle sabor, creatividad y “onda” a cada plato. “Yo siempre digo que si alguien come aburrido siendo celíaco, es porque no tiene nada cocinado o lo desconoce”, afirma. Para salir a una pizzería, por ejemplo, Mercedes prepara con anticipación una pizza casera sin gluten, que sus hijas llevan en un recipiente metálico, y así comen lo mismo que todos, sin sentirse diferentes.

El valor de la comunidad

En este recorrido, la red de apoyo fue fundamental. Mercedes encontró un espacio vital en un grupo de padres de niños diabéticos en WhatsApp y Facebook. “Ese grupo es lo mejor que te puede pasar. Siempre hay alguien que te da una mano, un consejo, una receta”, asegura. Esa red le permitió no solo aprender más rápido, sino también compartir lo aprendido.

“Flor de Pan” no es solo un emprendimiento gastronómico: es una propuesta de inclusión. A través de las redes sociales, Mercedes comparte recetas, ideas y productos “hechos con amor” para quienes viven con celiaquía, diabetes u otras condiciones que exigen restricciones alimentarias. Su misión es clara: que nadie se quede afuera de una mesa, una fiesta o una reunión por no poder comer lo que se ofrece.

ADN SUR on Instagram: "¿CONOCES FLOR DE PAN? 🥖 Apto para calíacos, podes probar los productos más ricos y saludables en sus dos sucursales de #ComodoroRivadavia y Rada Tilly

Una historia de amor, resiliencia y transformación

Mercedes nunca pensó que la cocina se convertiría en su pasión ni en su trabajo. “Para mí, ahora es un placer. Me encanta cocinar, experimentar y ver que a otros también les gusta lo que hago”, dice. Sus hijas, por supuesto, son las primeras en probar todo. Son sus fans número uno y también sus aliadas en este camino que empezó como una urgencia y se volvió una forma de vida.

La historia de “Flor de Pan” es la de muchas familias que enfrentan el diagnóstico de una enfermedad crónica con incertidumbre, miedo y frustración. Pero también es una historia de transformación, de cómo una madre sin experiencia previa logró convertir un obstáculo en una oportunidad. Y de cómo, con amor, dedicación y creatividad, es posible cocinar un futuro más inclusivo, uno que tiene sabor, alegría y pan… sin gluten ni azúcar.

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