Conjuntamente con la resolución del Banco Central de la República Argentina, la semana pasada se autorizó también una medida que trae nuevas complicaciones al otro lado del mostrador. Por un lado, se vuelve a incentivar el ahorro en pesos, en lo que resulta la quinta suba de tasa de interés para el plazo fijo, que volvió a acercarse a la inflación.

Tal como ya ha informado ADNSUR, el objetivo del gobierno no parece apuntar a que en algún momento el interés de los plazos fijos supere a la inflación, pero sí a mantenerlo cerca. Si lo superara, como hemos explicado anteriormente a partir de la consulta con especialistas, el gobierno dejaría de licuar la deuda que se le genera a través de las colocaciones de los instrumentos conocidos como ‘Leliqs’.

La otra cara de la moneda de la suba de interés

La comunicación ‘A 7512’ del BCRA de la semana pasada contempla, además de la suba de 200 puntos para la tasa de referencia, que llevó el rendimiento de un plazo fijo desde el 46 al 48 por ciento anual, una medida que encarecerá el costo de financiación para muchas familias.

En efecto, la medida autorizó un nuevo incremento en la tasa de interés para financiar el saldo de tarjetas de crédito, que llegará al 53 por ciento anual, para quienes no pagando sólo el mínimo de consumo, deban financiar un saldo que no supere los 200.000 pesos.

Desde principios del año 2021, esa tasa había quedado ‘congelada’ en un 43 por ciento, mientras que el BCRA la movió en enero hasta un 49 por ciento, llevándola en marzo al 51 por ciento. Ahora, entonces, se suman dos puntos adicionales.

El detalle no es de menor importancia, ya que la tendencia de financiarse con tarjeta de crédito es una medida a la que recurren cada vez más familias, como forma de hacer frente a la inflación.

Otro detalle a considerar es que además de ese interés se suman los costos que aplica el banco emisor (gastos administrativos, seguros, comisiones, etc), por lo que en más de una situación, el costo financiero total (CFT) a la hora de medir el costo de financiarse con este sistema puede llegar a ubicarse entre el 80 y 90 por ciento, o incluso superando esa barrera.

Así, una persona que por ejemplo pagó el mínimo y deja para el mes siguiente un saldo de 150.000 pesos, el mes próximo debería sumar un interés mínimo del 0,6 por ciento (80 puntos divididos en 12 meses), lo que representaría un encarecimiento de su deuda en otros 9.900 pesos.

Cuando la operación se repite todos los meses, en la que se paga el mínimo y se va dejando el saldo para el mes siguiente, esto puede transformarse en una bola de nieve incontenible. La práctica es conocida en la jerga financiera como ‘revolving’ y no es aconsejable su uso, aunque, como queda dicho, en muchas circunstancias no hay elección.

El CFT puede llegar hasta el 200 por ciento

Si el saldo a financiar, después de pagar el mínimo, es superior a 200.000 pesos, entonces la tasa será superior a ese tope del 53 por ciento. En esos casos, la tasa sube hasta un 25 por ciento por encima de la tasa que aplican para préstamos personales, que hoy superan el 80 por ciento, por lo que al sumarse el CFT, la tasa puede llegar al 200 por ciento anual.

Por ejemplo, si alguien deja sin pagar un monto de 250.000 pesos, habiendo cancelado el mínimo que le exigía la empresa emisora de su tarjeta de crédito, el mes próximo tendría que afrontar un interés adicional de casi un 17 por ciento, es decir que al mes siguiente estaría debiendo alrededor de 291.500 pesos.

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