Vaca Muerta Sur: el impacto económico en Regina anticipa la lógica territorial del desarrollo energético
La construcción del oleoducto reconfigura el tejido comercial y urbano en el Alto Valle. El caso de Villa Regina muestra oportunidades y desafíos asociados a las grandes obras de infraestructura.
La instalación del campamento central de Techint-Sacde en Chichinales, vinculado a la construcción del Oleoducto Vaca Muerta Sur, provocó un cambio sustancial en la dinámica económica de Villa Regina y sus alrededores. Aunque la obra principal aún no comenzó con la etapa de soldadura, la presencia del consorcio generó un aumento sostenido en la actividad de varios sectores comerciales y en el mercado inmobiliario local, según detalló el Diario Río Negro.
El oleoducto, que trasladará petróleo desde Vaca Muerta hasta la terminal en Punta Colorada, implica una inversión estimada de 3.000 millones de dólares y es considerado el mayor proyecto privado actualmente en ejecución en el país. La magnitud de esta infraestructura se refleja en la demanda logística que ya se instaló en la región, con base operativa y administrativa en Villa Regina.
Desde febrero, el sector gastronómico registró una suba en la demanda, impulsada por la afluencia de trabajadores del consorcio. A ello se suma la contratación de servicios de viandas, transporte de personal, provisión de productos de limpieza y logística auxiliar. Comercios locales, incluidos ferreterías, corralones y casas de electrodomésticos, también experimentaron un repunte en sus ventas, muchas veces respondiendo a requerimientos inmediatos fuera del circuito habitual de proveedores corporativos.
El impacto más notorio se dio en el rubro inmobiliario. La demanda repentina de alojamientos por parte del personal técnico y administrativo presionó al mercado local, provocando aumentos en los alquileres y la reconversión de contratos tradicionales hacia esquemas temporarios y amueblados. Algunos propietarios interrumpieron contratos vigentes para adaptarse al nuevo contexto de precios, según el testimonio recogido por el medio regional.
La Cámara de Comercio, Industria y Producción de Regina sostuvo que el fenómeno no será transitorio. Su titular, Wálter Fiore, afirmó que la obra del oleoducto podría ser la primera de una serie de desarrollos similares en la misma traza, en particular gasoductos vinculados a proyectos de exportación de gas natural licuado (GNL) desde la costa atlántica rionegrina. “No quedará tierra arrasada”, aseguró, en referencia a las críticas que suelen acompañar los impactos temporales de este tipo de obras.
La experiencia de Regina se convierte así en un anticipo de lo que puede suceder en otras localidades si se consolida el modelo de infraestructura energética asociado a Vaca Muerta. A diferencia del patrón de enclaves aislados, la ejecución de obras lineales como oleoductos o gasoductos introduce un efecto transversal sobre las economías regionales, que requieren capacidad de respuesta institucional, planificación territorial y sistemas de integración con las empresas operadoras.
En este contexto, la articulación público-privada —como la que permitió en Neuquén el acuerdo para la Circunvalación Petrolera— aparece como una herramienta clave. Pero también lo es la capacidad de los gobiernos locales para anticipar escenarios de presión sobre la infraestructura urbana, el acceso a la vivienda y los servicios públicos.
El caso reginense muestra que los beneficios económicos asociados a proyectos energéticos pueden ser significativos, pero que su sostenibilidad dependerá de una estrategia que contemple no solo la inversión inicial, sino también el entorno que la hace posible. La construcción de Vaca Muerta Sur pone en primer plano esa discusión.
