El reciente ataque militar de Estados Unidos a objetivos nucleares en Irán reavivó la preocupación global por la estabilidad energética. La escalada de tensión en Medio Oriente afectó las divisas de mercados emergentes y elevó el precio del petróleo Brent, que ya operaba en torno a los 80 dólares por barril. Las implicancias del conflicto se extienden más allá del ámbito geopolítico, y en el caso argentino podrían tener efectos concretos sobre la política energética y los precios internos de los combustibles.

Según un informe de Bloomberg, el impacto fue inmediato en los mercados asiáticos: el índice del dólar en Asia cayó 0,3% y alcanzó su nivel más negativo desde marzo de 2022, con fuerte retroceso del won surcoreano y la rupia indonesia. El índice MSCI de renta variable de los mercados emergentes descendió hasta un 1,3%, mientras que aumentaron los temores por la interrupción del suministro de crudo desde Medio Oriente. La zona concentra cerca del 30% de las exportaciones mundiales de petróleo, y el Estrecho de Ormuz representa un punto crítico para su transporte.

Para Argentina, este contexto internacional tiene repercusiones directas en el mercado interno, en un escenario que desde diciembre de 2023 transita una liberalización progresiva del precio de los combustibles. Tal como señaló el economista Mauricio Roitman en declaraciones al sitio Surtidores, “nos vamos a tener que acostumbrar a que eso que pasa en el mercado internacional del petróleo se va a ver cada vez más reflejado en los surtidores, con subas pero también con bajas”.

Desde que se eliminó la obligación de informar cambios de precios de manera centralizada, las estaciones de servicio pueden modificar sus valores de venta sin intervención del Estado. Esto implica que las variaciones en el Brent o el WTI, tanto por motivos económicos como políticos, podrían trasladarse sin intermediación al consumidor.

En este marco, una suba sostenida del crudo generaría nuevas presiones inflacionarias, particularmente en el transporte y la logística, sectores con alto consumo de combustibles. Al mismo tiempo, podría beneficiar el perfil exportador del país, especialmente en lo referido al crudo liviano producido en Vaca Muerta, que en marzo superó los 447.000 barriles por día según datos de Rystad Energy.

La volatilidad global también influye sobre las expectativas de inversión en infraestructura de transporte y exportación. El aumento del precio internacional mejora los márgenes de exportación y podría acelerar proyectos como el oleoducto Vaca Muerta Sur, actualmente en construcción, o los planes para exportar GNL desde la costa atlántica rionegrina.

Sin embargo, la incertidumbre geopolítica también representa un factor de riesgo para financiamiento y logística. Según Bloomberg, el conflicto entre Estados Unidos e Irán eleva la probabilidad de represalias sobre rutas clave del comercio energético, lo cual añade una capa de complejidad a los flujos globales y a la planificación de largo plazo.

La correlación entre los precios del crudo Brent y el índice del dólar en Asia alcanzó una lectura negativa de -0,45, el nivel más bajo desde marzo de 2022. Esto refleja la creciente sensibilidad de los mercados emergentes a cualquier alteración del precio del petróleo. Países con fuerte dependencia energética, como India o Corea del Sur, enfrentan un escenario adverso, mientras que los exportadores netos pueden encontrar márgenes temporales de ventaja.

En el corto plazo, los analistas advierten sobre una posible reversión brusca de flujos de capital hacia los mercados emergentes, lo que podría afectar las monedas regionales y generar mayor presión financiera. Robin Brooks, investigador de la Brookings Institution, sostuvo que “esto aumenta el riesgo de una violenta reversión de estos flujos, lo que podría provocar un fuerte debilitamiento de las divisas de los mercados emergentes”.

Argentina, si bien no depende del petróleo importado para abastecer su mercado interno, sí participa crecientemente del comercio global a través de exportaciones de crudo y gas. La dolarización de estos ingresos genera una fuente clave de divisas, especialmente en un contexto de restricciones externas. Pero también obliga a ajustar la estrategia nacional frente a un entorno internacional que se vuelve más volátil e impredecible.

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