Tarifazos e inflación, dos espadas de la campaña
la inflación y la erosión del poder adquisitivo

El gobierno de Mariano Arcioni pareció acusar recibo de que hay sectores de la población angustiados por los precios de los útiles escolares y la canasta de alimentos, antes que por las fiebres electoralistas. Esa tenue señal se refleja en el lanzamiento de un programa de acuerdo de precios que involucran a una canasta escolar con un 30% de mejora en los precios, en un contexto en el que muchos útiles cuestan hoy casi el doble que el año pasado.

En igual sentido, el programa para comprar pescado una vez al mes, con un 30% de descuento, resulta un indicador más del grave problema de los precios de determinados alimentos, antes que de la eficiencia de las medidas que se impulsan.

INFLACIÓN: LOS TARIFAZOS PENDIENTES

Está claro que la cuestión inflacionaria depende de las decisiones que se toman en materia de política económica nacional, en la que no aparecen indicadores de que se haya encontrado el rumbo, sino más bien al contrario: tal afirmación se basa en la perspectiva cierta de un aumento de tarifas del gas en un 35% a partir de abril (en el mejor de los casos), siempre y cuando el dólar no suba y ello impulse esos precios más arriba.

De igual modo, los polémicos incrementos tarifarios de electricidad en el mercado nacional (entre 45 y 50% estimado para este año, autorizados por el gobierno de Mauricio Macri), llevan a proyectar que el 3% de enero podría ser un índice añorado a mitad de este año, si las sucesivas mediciones vuelven a desbocarse como el año pasado, por arriba de los 5 puntos mensuales.

La dolarización de precios del gas y la liberación del mercado, en materia de servicios públicos, parecen un cóctel bastante explosivo para una mayoría de usuarios que dependen de ingresos en pesos, ya sean residenciales o pequeñas y medianas industrias cuya producción se ve afectada, también en su gran mayoría, por un mercado interno cada vez más apretado por la pérdida del poder adquisitivo.

En ese contexto, el debate en Comodoro Rivadavia explotará en los próximos meses: la SCPL tiene pendiente un pedido de incremento de tarifas desde agosto del año pasado (a partir del aumento del mercado mayorista), a lo que se sumará un nuevo pedido en las próximas semanas, en base al incremento que Nación autorizó desde febrero. La factura por la compra de energía volverá a elevarse en los meses de mayor consumo, coincidentes con el otoño, mientras el intendente Linares reiteró su decisión de no permitir nuevos incrementos de tarifas. Si no se encuentra un punto intermedio, la respuesta podrían ser las restricciones al servicio de energía.

En el transporte público habrá inexorablemente una mayor presión sobre la tarifa, por el impacto de la inflación superior al 50% del año pasado, sumada a la de este año: el sistema de subsidios es inferior al de 2018, lo que traslada la diferencia al precio del boleto. El monto del aumento dependerá de cuánto pueda aportar el municipio para incrementar el monto del subsidio, que ee año presupuestó 180 millones de pesos.

Tarifazos e inflación, dos espadas de la campaña

LOS QUE SIGUEN GANANDO

Un reciente informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) da cuenta de la diferencia de precios que paga el consumidor por algunos productos originados en el campo, tales como frutas y verduras, versus lo que recibe el productor agropecuario. En ese relevamiento hay otras pistas útiles para entender la espiral inflacionaria.

En enero, por ejemplo, las manzanas multiplicaron por más de 15 veces la brecha entre la salida del campo y la góndola: mientras el kilo puede pagarse hasta $72,50 (salvo algunas ofertas), el productor recibió por esa fruta $4,70. El tomate, cuyo productor recibió $13, fijó carteles a partir de los $45,30. La leche presenta una brecha de 4 veces: $9,70 para el productor, versus $39 promedio en góndolas (en Comodoro, se sabe, puede llegar hasta 65 ó 70 pesos por litro, dependiendo de las marcas). Ni siquiera en las calabazas se puede encontrar refugio: $5,7 contra $35 el kg en góndola. El novillito, que parte desde $204 en góndola, dependiendo del corte (un kg de milanesas de ternera se ubica en los 300 mangos), deja en la tranquera $48,80.

“En general, las diferencias están determinadas por un conjunto de comportamientos –sostiene el informe de CAME-, algunos especulativos, de diferentes actores del mercado, básicamente de las grandes cadenas de supermercados que se abusan de su posición dominante en el mercado. Otros son factores comunes como la estacionalidad, que afecta a determinados productos en algunas épocas del año, o los costos de almacenamiento y transporte”.

Así, mientras algunos rompen huevos para armar rosca o tortilla electoral, otros no se preocupan: desde hace tiempo manejan la sartén, el mango y el fuego también.

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