CAPITAL FEDERAL - El gobernador bonaerense salió primero con el 37,08% de los votos, pero en términos políticos se trató casi de una derrota, ya que aspiraba a liquidar la compulsa ese mismo día y por el contrario obtuvo menos porcentaje que en las primarias, cuando había quedado a sólo 1,7 puntos de llegar a los 40 necesarios para evitar un ballottage.

Desde ese día, su estrategia de campaña pasó del desconcierto inicial a un discurso negativo, que apuntó a plantear un escenario económico y social adverso en el caso de que se impusiera su rival. Así lo dejó en claro en el histórico debate de hace una semana, cuando repitió varias veces los términos "ajuste" y "devaluación" para atemorizar al electorado. Fue aún más lejos en el cierre de su campaña cuando habló de "los diablos" de Macri.

Al mismo tiempo regó de promesas de alto impacto sus discursos -mantener el dólar en $ 10, eliminar Ganancias y retenciones, otorgar el 82% móvil a la jubilación mínima-, pero como siempre osciló en su posicionamiento respecto de la gestión de Cristina Kirchner, no tuvieron el efecto deseado. Scioli dejó la impresión en todo momento de que nunca se había preparado para un ballottage porque su estrategia se agotaba en un seguro triunfo en primera vuelta. Todas las encuestas marcaron que el planteo no rindió y que su curva de intención de voto se frenó. Su gran apuesta para hoy es que el aparato del peronismo incline la balanza a a su favor.

Macri salió fortalecido de la elección general a pesar de quedar segundo con el 34,15% de los votos. En primer lugar por la sorpresa de ubicarse a sólo tres puntos de su rival, y en segundo término porque desde entonces se transformó en un aspiradora de todo el arco antikirchnerista, ideal para el leitmotiv de su discurso: el cambio.

Su campaña discurrió desde entonces sin sobresaltos, ni grandes gestos ni anuncios rutilantes, con la suficiencia de quien presume que el devenir natural lo favorece. Las últimas encuestas que se difundieron lo ubican como el favorito para hoy.

Scioli fue con su esposa y su hija a la Basílica de Luján

Scioli fue con su esposa y su hija a la Basílica de Luján.Foto:Prensa Scioli

Los que ya no compiten

Los candidatos que quedaron fuera de competencia el 25 de octubre evitaron pronunciamientos directos, pero algunos de ellos dieron señales claras de preferencia por Macri.

Especialmente gravitante fue el rol de Sergio Massa, quien con el 21% de los votos se transformó en una figura importante. El líder del Frente Renovador fue y vino varias veces con sus declaraciones, pero terminó diciendo que estaba a "favor del cambio", palabra fetiche del macrismo, y que no apoyaría a Scioli.

También Margarita Stolbizer le hizo guiños al candidato de Cambiemos cuando afirmó que no votaría al Frente para la Victoria y al reunirse con María Eugenia Vidal para hablar del futuro de la provincia de Buenos Aires, un movimiento que también hizo Massa. Nicolás del Caño militó por el voto en blanco y Adolfo Rodríguez Saá fue el más ambiguo de todos. Entre todos ellos repartirán 7 millones de votos, que fueron los que no eligieron ni a Scioli ni a Macri en primera vuelta.

La mayoría de esos votos están en la provincia de Buenos Aires, en donde la oferta de votos por distribuir supera los 3 millones. El resultado bonaerense es crucial para esta elección, no sólo por su peso electoral (contiene al 38% del padrón), sino porque no se sabe cómo impactará la ausencia del tramo de gobernadores, que en la elección general fue decisiva.

Mucho se habló de cómo le jugó en contra a Scioli la boleta de Aníbal Fernández y de cómo benefició a Macri la de María Eugenia Vidal. También será relevante ver cómo juegan los intendentes, actuales y electos, dueños territoriales que ya lotearon su suerte y que ahora tienen menos incentivo para movilizar la estructura partidaria.

En el resto del país la distribución parece más estratificada. En el norte del país Scioli hizo una buena diferencia, aunque se angostó entre las PASO y la general. En este contexto, Jujuy es un símbolo, al punto de que fue el lugar elegido para el cierre de campaña de Macri. Allí ganó Massa en la primera vuelta. La otra provincia atípica es San Luis, la única en donde se impuso Rodríguez Saá. El Sur también se expresó mayoritariamente por el FPV. Pero toda la zona central del país, que incluye a los mayores centros urbanos, fue muy favorable a Macri, que ganó en Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba (donde Scioli salió tercero detrás de Massa).

VOTO EN BLANCO

Más allá de las variables geográficas, hay otros dos factores que incidirán en la elección de hoy. Una de ellas es el nivel de concurrencia, un dato crucial en el resultado del 25 de octubre. Ese día la participación subió de 74% a 81%, una proporción superior a la media que al volcarse mayoritariamente por Macri le aportó la mayor parte de los 1,6 millones de votos que sumó el líder de Cambiemos respecto de las PASO.

La segunda es el voto en blanco, que en la elección general bajó a 2,5% después de haber superado, junto con los votos nulos, el 5% en las PASO. Hoy podría volver a repuntar por tratarse de una instancia de voto polarizado entre dos candidatos, sin otras opciones. Como antecedente más inmediato se puede tomar el ballottage porteño, cuando los que dejaron los sobres vacíos fueron el 5%.

La elección de hoy es vista como una bisagra tras los doce años de kirchnerismo, que le dejan al futuro presidente un escenario incierto. Por el lado político, ninguno de los dos candidatos tendrá mayoría propia en las dos cámaras del Congreso. En la Cámara de Diputados el oficialismo tendrá 102 votos, lejos de los 129 necesarios para tener quórum propio, aunque en el Senado sí contará con amplia superioridad. El escenario es más complejo para Macri, que tendría con todos sus aliados 93 diputados propios y sólo 16 en la Cámara alta.

Además, el frente de los gobernadores aparece más diversificado, con 12 del FPV, 4 del PJ no kirchnerista, 3 radicales, 2 de Pro y 3 de otras fuerzas políticas.

El otro frente complejo es el económico, con una inflación alta, con graves problemas de reservas y un estancamiento en los principales indicadores productivos que impactó en la mayor parte del último mandato de Cristina Kirchner. Fuente: La Nación

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