COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR/Por Raúl Figueroa) “Tenemos media palabra de Nación de que la obra se va a hacer”. La frase pronunciada por Gerardo Bulacio, presidente del Instituto Provincial del Agua, en relación a una obra que debería ser prioritaria si lo que se pretende es garantizar el abastecimiento hídrico para una región que incluye a cuatro ciudades en las próximas décadas, debería motivar un reclamo unánime para que se priorice la obra en el presupuesto nacional, ya que en estas semanas se discute dicho proyecto en el Congreso de la Nación. Se trata de la regulación de aguas en el lago Fontana; a menor escala, el paliativo que aparece ahora es el corrimiento de la toma del acueducto viejo, para lo que se necesitan otros 30 millones de pesos –que debería aportar el gobierno provincial-, ya que los escasos 30 centímetros de agua que están sobre la bomba amenazan con evaporarse el próximo verano y dejar a la región con la mitad del caudal que hoy la abastece, ya de por sí insuficiente.

La historia del agua en la región puede definirse en una sola palabra: imprevisión. En marzo del año pasado ya se advertía que las tomas de agua estaban a una escasa profundidad, ya que la bajante del río durante la primavera y verano –épocas de alta evaporación- se había agravado en combinación con el bajo régimen de nieve que había afectado al invierno de 2015.

aniEl cambio climático no es una novedad y la crisis del Senguer tampoco es nueva, ya que en 2001 había atravesado una situación similar, repitiéndose –en términos más graves- desde mediados de 2014.

Sin embargo, nada se ha hecho. Tampoco ha avanzado al ritmo esperado la repotenciación del acueducto, que sumará más capacidad de transporte de agua hacia Comodoro Rivadavia, Caleta Olivia y Rada Tilly. El dato paradójico es que si hoy la obra estuviera terminada, tampoco sería una solución, ya que el riesgo que se corre es el de no tener agua para transportar: todo dependerá del ritmo de evaporación en la primavera y verano que están comenzando, afectando al caudal del río que de por sí viene más bajo por la escasez de aguas de deshielo desde la zona cordillerana.

En ese contexto, tampoco hay certezas sobre la calidad del agua que consume actualmente la región. Meses atrás hubo presencia de bacterias coliformes totales en muestras de agua de la zona norte, lo que puso en evidencia –más allá de las denuncias y acusaciones que se cruzaron en forma pública sin resultado concreto a la vista- que hay fallas en el sistema de desinfección y potabilización del acueducto en su origen, en la localidad de Sarmiento.

El tema fue advertido por el sindicato de Obras Sanitarias –cuyos integrantes son definidos, ante la sempiterna presencia del polémico José Santiago, como “feos, sucios y malos”- en diversas oportunidades ante el Concejo Deliberante y otras autoridades de Comodoro Rivadavia, la última de las cuales se produjo días pasados, en reuniones con representantes de los distintos bloques.

"El sistema de pre-cloración en la Planta Potabilizadora Sarmiento se encuentra fuera de servicio y la reinyección de gas cloro en la Reserva Cerro Arenal presenta fallas”, advierte desde las primeras líneas la prolija carpeta presentada por los trabajadores del sector. Dicho sistema, si funciona bien, reduce los riesgos en caso de falla posterior, o de roturas de subacueductos, como ocurrió con las once fallas seguidas del tramo Arenal-Ciudadela, tras lo cual se detectó la bacteria Escherichia coli, de alto riesgo para la población. En aquella oportunidad, la SCPL denunció un sabotaje y acusó indirectamente al sindicato, mientras desde el gremio se contrarrestó la acusación mostrando fotos en la que se ve a camiones atmosféricos (de los utilizados para desagotar cloacas) afectados a vaciar la tubería de agua potable para iniciar aquellas reparaciones. En cualquier caso, el solo cruce de acusaciones refleja la precariedad en la que se encuentra el sistema de abastecimiento de agua potable a la población, que como en todos los órdenes, se divide entre quienes pueden comprar bidones de agua para consumo y quienes deben contentarse con agua de la canilla.

 Pero Comodoro Rivadavia siempre comprueba en carne propia que los problemas pueden empeorar. El riesgo concreto es que la falta de agua se agrave el próximo verano. O que en los próximos, directamente, se carezca de agua para transportar.

Para revertirlo, la región necesita que se asignen desde Nación alrededor de 200 millones de pesos para la regulación de aguas en el lago Fontana. Y otros 30 millones para destinar desde Provincia al corrimiento de las tomas del acueducto, llevándolo a una zona de mayor profundidad, lo que sería un paliativo mientras se espera la obra de mayor magnitud. No parece mucho, frente a una región que en los últimos 15 años entregó mansamente más de 2.000 millones de dólares en regalías no percibidas por efecto del precio interno del petróleo. Así, podrán seguir disimulándose las ineficiencias políticas y las inexistencias de liderazgos en la región.

Por ahora, hay “media palabra” de Nación. A lo mejor ni eso hace falta: con un poco de suerte, podría llover en primavera y el problema perderá gravedad hasta dentro de algunos veranos. Ni hablar si mejora un poco el precio del petróleo. Como diría un viejo árbitro, para evitar decidir lo que por reglamento (o derecho) corresponde: “siga-siga!”.

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