Javier Milei se envalentona cuando ve un grupo de seguidores, (en su mayoría jóvenes) y grita. Grita mucho, y más fuerte cuando cierra sus actos al son de “Basta de la casta política. ¡Viva la Libertad, carajo!”. 

En el fervor de “hacer ruido” y ser disruptivo, el líder de Libertad Avanza, se ha tropezado con los costos de ser parte de la política y la exposición mediática. Sí, aunque la rechace, es parte de esa comunidad. 

La cornisa de Milei

En los últimos días, la presidenta de la juventud libertaria, Mila Zurbriggen, realizó gravísimas denuncias contra Milei y su espacio político. Cargos a cambio de dinero, actos y charlas con pagos en dólares y hasta jóvenes integrantes incitadas a “favores sexuales”. 

En el armado nacional del libertario hay dos personas centrales. La más importante: su hermana Karina. Ella está por sobre toda la estructura, incluso por sobre las decisiones propias de Javier. El candidato a presidente no da un paso sin la aprobación de su hermana que lo acompaña a los programas de televisión sea la hora que sea. 

La cornisa de Milei

La otra persona es Carlos Kikuchi, la pata política alrededor del país. Por lo que cuentan dentro del espacio, es un hombre que establece algunas estrategias electorales, pero no llega a concentrar el nivel de poder de la hermandad. Suficiente para que haya internas. 

Con mayor o menor influencia, la cuerda se tensa cuando Milei “se va de boca” en los medios de comunicación. Por ese motivo, tiene épocas en los que se aleja de la escena mediática. Repasemos dos de los momentos más polémicos.

En junio 2022 apoyó la libre portación de armas y se manifestó a favor de la venta de órganos. “El que decidió venderte el órgano, ¿en que afectó la vida, la propiedad o la libertad de los demás?”, aseguró en un programa de Radio Mitre. En cuanto al uso de armas también fue polémico. “Aquellos Estados que tienen libre portación de armas tienen muchos menos delitos”, algo que contrasta con la realidad de Estados Unidos que, el año pasado fue el segundo período con más muertes en tiroteos en escuelas e institutos. 

Los exabruptos dieron como resultado una baja en las encuestas electorales. Se resolvió que el diputado nacional “se guarde”. Al tiempo volvió a escena como un rockstar. Las coaliciones políticas dominantes agudizaron el análisis del fenómeno politico social. 

En la primera de estas columnas, contamos que, cualquier división que materialice en el FDT como Juntos por el Cambio, era la puerta de entrada de Javier Milei al ballotage. Alberto Fernández y el kirchnerista puso manos a la obra e intentan llevar con la mesa nacional una muestra de unión. Tanto que a la cita fue Máximo Kirchner de sorpresa. En el FDT no se asustan con Milei. están convencidos que solo le quita votos a sus rivales. Incluso, hoy en día, parte del oficialismo cree que “dejar crecer a Milei” es la posible entrada al arco del triunfo. “Aquellos votos moderados se inclinarían por el FDT en una segunda vuelta y con Milei enfrente”, deslizan por lo bajo.

A Javier Milei le cuesta el equilibrio. Es vehemente, se enciende en las declaraciones y le cuestan las reflexiones que no vayan en la corriente de su pensamiento. Eso lo coloca constantemente en la cornisa. Todo el tiempo a punto de caer. Sin embargo, por ahora, camina holgado en el puesto número tres. ¿Logrará no caer de la línea delgada? ¿Llegará a dar la vuelta de la fortuna y pasar del tercer puesto al segundo? Veremos. Falta mucho y, a la vez, no falta nada. 

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