El Estadio del Centenario, caja de resonancia de las internas entre Othar y el oficialismo y Ana Clara Romero con el bloque del Pro
Las pastosas relaciones entre Othar y sus concejales, con espejo entre Ana Clara Romero y el bloque PRO, bajo la mirada del gobernador Torres. El próximo jueves podría aprobarse la renegociación para el techado y la posterior búsqueda de un concesionario privado.

La poco fluida relación entre el intendente de Comodoro Rivadavia Othar Macharashvili y el bloque de concejales oficialistas volvió a quedar en evidencia en las últimas semanas, a partir del debate por la obra del Estadio del Centenario. Si todo va como se espera, la ordenanza de renegociación del contrato y asignación de 1.000 millones de pesos se aprobará el jueves con los votos del oficialismo, pero lo ocurrido en las últimas semanas sirve de muestra de un vínculo pastoso, que caracteriza al primer año y medio de gestión y será la tónica de lo que queda hasta 2027.
“El intendente no habla mucho con el bloque y no había un pedido formal para tratar el tema con urgencia”, contó alguien que transita los pasillos del Concejo Deliberante de Comodoro Rivadavia, para explicar parte del ruido que generó el tema en las últimas semanas.
Es claro que el del Estadio del Centenario no es un tema cómodo para el oficialismo, tratándose de una obra iniciada en el año 2006, que estuvo paralizada durante años y sólo tuvo avances parciales en períodos de pocos meses a lo largo de casi 20 años.
Ha sido además un tema que sirvió de argumento para la oposición, que derivó en denuncias de corrupción, tratándose de un proyecto que empezó con financiamiento nacional y que en 2022 fue transferido al municipio, para que se encargue de su finalización.
Por fuera de esa historia de ineficiencia, que hasta aquí no ha aportado ninguna confirmación específica que determine algún grado de responsabilidad penal o delito cometido, hoy el dilema es simple: o se termina, o se abandona definitivamente.
Es que, si no se avanza en el techado y cierre, volverá a deteriorarse la mitad construida hasta ahora, tal vez ya de modo irreversible, o hasta el agotamiento de cualquier lógica que implique volver a gastar en reparar algo que nunca se terminará.
Llegado ese punto, tal vez sea momento de adoptar la política anunciada por el entonces intendente Néstor Di Pierro en el año 2011: “o conseguimos los fondos para terminarlo, o yo mismo agarro una masa y cortafierro y empiezo a derrumbarlo”.
Tal vez ya no sea posible ubicar ‘al Tano’ para que empiece la tarea, se sabe que no vive más en Comodoro, pero su idea quedó sembrada y cada tanto vuelve a recordarse en despachos oficiales, no sin risas, con variaciones que le adjudican también el uso de una topadora. “Ese lugar está embrujado”, contó alguien, entre risas, imitando el tono característico del actual presidente de Chacarita Jrs.
Un poco de ‘mimos’ nunca viene mal
La discusión sobre el polémico tema sirve para acercar un poco más el foco a la relación entre el intendente Macharashvhili y el bloque de concejales oficialistas, que nunca ha sido sencilla, empezando por el hecho de que la lista no fue confeccionada por él. Algunos le responden directamente a Juan Pablo Luque, de relaciones rotas con su sucesor. Sin embargo, no pocos se preguntan por qué el ex intendente no activaría el tratamiento, recordando que fue en su gestión cuando firmó el convenio para que Nación le transfiriese la obra al municipio y éste se encargase de su terminación. Hay también, en el bloque oficialista, expresiones de hartazgo sobre las idas y vueltas, las roscas y las intrigas.
Hubo en los días previos a la sesión anterior, en la que no se trató el proyecto, un hecho que disparó miradas y reacciones que ayudan a entender el contexto. Fue a partir de la visita del secretario de Infraestructura, Hernán Tórtola, quien recorrió algunos barrios junto al concejal PRO Martín Gómez, una figura que crece n la consideración del gobernador Ignacio Torres.
Nada extraño hasta ahí, salvo por el detalle de que el recorrido fue acompañado por una funcionaria del área de Obras Públicas del municipio, para presentar ante los vecinos el proyecto de sumideros de la avenida Chile, que se financiará con fondos municipales.
El tema fue leído en el bloque oficialista como una torpeza, de mínima, o como una provocación, en las miradas más ‘conspiranoicas’. “Le dan el aval a una maniobra que es casi de campaña y después le piden al bloque que apruebe el Estadio, mientras la oposición juega al ‘tiro al blanco’”, tradujo un observador, más habituado a entender las entrelíneas de la política.
De todos modos, de inmediato aclaró el mismo interlocutor que frenar el proyecto no fue una represalia explícita a aquella ‘foto’ que tanto molestó, al insistir sobre la falta de pedidos concretos desde el Ejecutivo. Algo de esto reflejó esta agencia, cuando informó que no hubo visitas oficiales del secretario de Infraestructura, Luis Romero, para despejar dudas e intentar acelerar los tiempos.
“Hablan todo el tiempo con la oposición, pero no con nosotros”, se escuchó desde el seno del bloque, casi a modo de ‘chico celoso’.
“Todas son personas y por lo tanto, necesitan mimos -volvió a explicar ‘Virgilio’, el interlocutor que actúa a manera de guía dantesco en este breve recorrido por los pasillos del infierno deliberante-. Hablo de mimos en sentido político. Le están diciendo ‘si te sentás a hablar con la oposición todo el tiempo, sentate también con nosotros, hacemos sentir parte’. Es el ego de la política”.
No soy yo, son ustedes
Desde Moreno 815 le bajan el tono a los ‘berrinches’ y aseguran que el intendente confía plenamente en la conducción política del bloque a cargo del viceintendente, Maximiliano Sampaoli, además del presidente de la bancada, Marcos Panquilto.
“El intendente no es hipócrita y es claro que no tiene el mismo vínculo con todos”, contó alguien que dialoga a diario con él, dejando en claro, por si hacía falta, que el vínculo con algunos concejales es más político que personal.
A propósito del rol atribuido al viceintendente, no pocos testigos reconocen que su labor ha posibilitado que más de un tema sea menos ‘pastoso’ de lo que finalmente fue. Así ocurrió con el pliego de transporte, que en un momento parecía caer en una indefinición más que perniciosa, pero que el ‘vice’ buscó activar para al menos garantizar la primera lectura y la ya realizada audiencia pública, con la posibilidad de aprobar el pliego definitivo en las próximas semanas (si no este jueves, en una sesión extraordinaria en la otra semana). También deberá trabajar por la prórroga del contrato, que vence el próximo 31 de mayo, pero una vez resuelto el paso de la licitación, ese objetivo será menos complejo.
Sin embargo, también en la presidencia del Concejo se observa un cierto ‘cansancio’ de tanto ‘usar el remo’. Sampaoli hizo públicas sus disidencias en cuanto al ritmo de gestión y algun ruido en la comunicación con el jefe comunal, en varias ocasiones durante el año pasado. En los últimos meses pareció que el vínculo fluyó de mejor modo, pero la falta de definición con el Estadio volvió a generar diferencias. “No pueden esperar que Maxi haga todo solo y resuelva por arte de magia”, se quejó un colaborador.
La pelota vuelve al municipio. “El intendente no quiso forzar una votación en algo que debe salir consensuado, no por imposición”, afirmaron, ante la demora en la aprobación de la obra. “15 días más no van a hacer la diferencia, aunque si fuera por algunos, el tema podría estar dos años analizándose”, añadieron desde su equipo de trabajo. Y mencionan otras desconfianzas, vinculadas a cálculos políticos de lo que significa esa obra eternamente parada, esperables hacia la oposición, que podrá siempre apuntar con el dedo, aunque no debería serlo tanto hacia los propios. El dato sirve para ahondar más en la idea de “relación pastosa” entre el intendente y "sus" concejales.
Los ruidos también llegan al bloque del PRO
Con relación al Estadio, en el Ejecutivo reconocen que sigue siendo un símbolo incómodo para el propio oficialismo. No pocos lo consideran una herencia maldita, usada por la oposición como bandera de campaña para denunciar “corrupción e ineficiencia”.
En ese plano, hay alguna señal desde el gobierno provincial con relación a que la obra debería avanzar, en base al pragmatismo que, dijeron desde el municipio, comparten el intendente y el gobernador Ignacio Torres.
“Esa y muchas obras las tenemos que terminar -dijeron desde un despacho oficial-. La gente no culpa al gobierno nacional por los proyectos inconclusos, sino al intendente o al gobernador, si la obra está cerca de Rawson. Más allá de lo que digan Ana Clara (Romero) y algunas chicas de su bloque de concejales, sabemos que la obra se tiene que terminar, al menos con esta etapa de cerramiento”.
Aunque se llama Despierta Comodoro, la bancada de concejales de la oposición responde mayoritariamente al PRO, contando entre sus integrantes al presidente provincial de ese partido, Martín Gómez y a 3 concejales que responden directamente a Ana Clara Romero, como Luciana Ferreira, Ximena González y Gimena Bórquez. Completa el equipo Pablo Bustamante, de la UCR.
Precisamente, el tema ha marcado posicionamientos diferentes en el seno del bloque. Mientras Ana Clara Romero ha criticado la obra hasta en medios nacionales y sus ediles reiteran el cuestionamiento en cada oportunidad y lo fustigan como “símbolo de corrupción”, el concejal Gómez ha expresado un matiz diferente, aun con esas críticas: coincide en la necesidad de que hay que techarlo, cerrarlo y adjudicarlo a un privado para que lo termine.
Como se dijo antes, Gómez expresa cada vez con mayor nitidez las posiciones del gobernador Torres en Comodoro. ‘Nacho’ no quiere más ruidos de lo inevitable en la urbe petrolera. Sabe que la UOCRA está movilizada y más allá de que Conejo Silva dijo en la reunión con concejales que podía esperar 15 días más por el Estadio, no es conveniente tirar más del hilo de la falta de obras públicas, sean nacionales o municipales. O también provinciales.
El estadio, evidentemente, también despierta grietas internas en el bloque opositor.
Mil millones para techar y evitar un costo mayor por la rescisión
Hay un dato que hasta ahora no se tuvo en cuenta y es que una eventual rescisión del contrato, en caso de que no se aprobara la renegociación que está en tratamiento, habría que rescindir definitivamente el contrato.
Esto expondría al municipio a afrontar una demanda judicial, con costos aún mayores a lo que significa erogar los 1.000 millones para el cerramiento.
Según confiaron desde Moreno 815, el Ejecutivo buscó una salida práctica al conflicto. Se trabajó silenciosamente con la empresa adjudicataria (una UTE conformada por CPC y Esuvial) para garantizar que el mismo contratista que montó la estructura metálica sea quien cierre y realice el techado del estadio, lo que permitiría acelerar los tiempos y evitar costos adicionales por rescisión y nueva licitación.
Con relación al costo de esta etapa, relativizaron el impacto del número: “Mil millones suena a escándalo en cualquier titular, pero en obra pública ese monto no es tan extraordinario”, explican. Aseguran que casi el 55% del total corresponde a impuestos, cargas laborales y costos indirectos propios del sistema contractual estatal. “No es lo mismo pedir un portón en una carpintería que presupuestarlo dentro de una obra pública con los estándares y exigencias legales que eso implica, además del costo financiero de esas obras”, remarcaron.
La concesión a manos privadas
Una vez aprobada la obra para el techado y cerramiento, el Estadio volverá a quedar parado. Al menos se evitará el riesgo de robos y vandalismo, además del deterioro de lo ya construido, para preservar el capital hasta ahora invertido.
Restando alrededor de un 40% para la terminación, el municipio no contará con fondos para afrontar lo que queda, por eso está en estudio la figura de la concesión a manos privadas, para que se encarguen de financiar su conclusión y armar un esquema de explotación público-privada.
Desde el Ejecutivo se trabaja en paralelo en un modelo de concesión para el futuro del estadio. La intención es atraer a operadores privados con experiencia en gestión de grandes espacios para eventos, alejándose de la lógica del gimnasio municipal. “Hay algunos que mostraron interés, al menos hasta antes de toda esta crisis petrolera”, reconocieron. Se busca convertirlo en una pieza clave de una ciudad que aspira a posicionarse como polo de eventos regionales.
Con la finalización de la primera etapa del shopping, donde incluso se habla del interés por construir un hotel, hay expectativa de que la sinergia del lugar active también un uso intenso del estadio, si es que alguna vez se termina. De lo contrario, no será una motosierra, pero la masa y cortafierro, o topadora, están ahí, esperando su turno en esta triste historia.
