COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Una posible caída de regalías que se proyecta en 800 millones de pesos por mes, lo que equivale a una masa salarial de todo el sistema de salud, sumado a un dato que todavía no se explicitó en sus magnitudes reales: la recaudación de impuestos propios podría implicar una pérdida de recursos que multiplique por tres ese monto. 

Entre liderazgos no asumidos y debates no resueltos, la caída abrupta de los valores de las materias primas -las que la provincia ya tiene como el petróleo y en las que nunca se animó al debate y en condiciones mas alentadoras en precios como la minería- muestran hoy que la crisis global encuentra a Chubut con los pies descalzos, en un camino espinoso y oscuro.

La pandemia amenaza la vida de las personas y no hay dudas de que las decisiones hoy deben priorizar lo atinente al sistema sanitario por sobre lo económico. 

Sin embargo, los hechos del último fin de semana, con una masiva cantidad de personas volcadas a los bancos en busca de dinero, refleja con crudeza que los desaciertos organizativos pueden amplificarse a partir de la necesidad de contar con los medios básicos para subsistir. Mucha gente no pareció temer al coronavirus, pero sí al hambre.

En el plano provincial, los datos de la economía parecen evidenciar que la situación es inversamente proporcional al contagio cero que mostró Chubut hasta el viernes. Es que las “bombas invisibles” del coronavirus provocan pérdidas no sólo por los ingresos proyectados en regalías petroleras, ante la caída del precio del barril, sino también en la recaudación de impuestos propios, como espejo de la actividad económica reducida a su mínima expresión.

Contagio cero, recaudación ídem

Un dato reiterado en los últimos días por el gobierno tal vez pasó por alto porque parece abstracto en términos porcentuales, pero asusta cuando se lo lleva a escala nominal: “se está recaudando sólo un 15 por ciento de lo previsto”, dijo el propio gobernador en reiteradas conferencias de prensa durante la última semana. Dicho de otro modo, la recaudación cayó en un 85 por ciento.

Si se coteja esa afirmación con lo proyectado en el presupuesto 2020, en cuyo cálculo la provincia previó obtener algo más de 21.000 millones de pesos en el año en la ventanilla de cobro de impuestos propios, a razón de 1.750 millones por mes, el cálculo parece sencillo: si los datos volcados en esa ley son reales y también lo son las expresiones del gobernador, significaría que en marzo ingresaron sólo unos 250 millones de pesos por ese concepto. 

En otras palabras, dejaron de ingresar casi 1.500 millones de pesos. Si a esto se suman los 800 millones de caída de regalías (ese monto se corresponde con un barril promedio de 25 dólares para todo el mes, por lo que es posible que el cálculo se atenúe por el promedio de 35 que se registró en la primera quincena), la pérdida de ingresos se acerca a los 2.300 millones de pesos: la mitad de  la masa salarial provincial, que aun antes de la pandemia el gobierno estaba pagando cada 45 días.

Por ese camino, ni siquiera hay expectativa de que el gobierno nacional envíe recursos para paliar la situación: los 3.000 millones de pesos anunciados en ATN (Aportes del Tesoro Nacional), para distribuir entre todas las provincias, de acuerdo al índice de coparticipación de cada una, implicaría sólo 48 millones de pesos, considerando que le toca sólo 1,6 por ciento del total de los recursos coparticipables del país.

Debates inconclusos, las velas y estampitas frente al barril

En el escenario de post guerra, las herramientas y estrategias con las que contará Chubut son limitadas. Que las pérdidas estimadas hoy sean mayores, dependerá de la posibilidad de un recupero de de los precios del petróleo, si es que se confirman los indicios de que el gigantesco mercado chino empieza a salir del letargo tras la pandemia. 

Al menos con el petróleo, la provincia ha fijado algunos criterios que la posicionan hoy con más aire que la (¿fugaz?) estrella de Vaca Muerta, ya que el crudo Escalante continuaría afrontando un nivel de demanda externa que, de confirmarse, al menos permitiría mantener las curvas de producción en niveles de estabilidad, más allá del parate en la perforación.

Si se avanza en un precio de referencia interno de al menos 45 dólares, sumado a una suspensión temporal de las retenciones a la exportación, la actividad en el sur de la provincia al menos podría comenzar a activarse, aunque la inercia negativa y el efecto arrastre en la cadena de pago no se revertirá en el corto plazo, según advierten en el sector.

Otras materias primas, como la pesca o la lana, se encuentran hoy en ciclos de precios bajos, como inevitablemente ha ocurrido con los productos mineros como el oro y la plata, que retrocedieron en los últimos días a partir de la incertidumbre global y el impacto de la crisis en Estados Unidos. 

En el caso de la minería, Chubut dejó inconcluso un debate eternamente pendiente cuando los precios del oro y la plata estaban por arriba de los valores actuales y el mundo era otro. 

En este plano vuelve la sensación de que se trata de un tema que el gobierno no terminó de resolver, por falta de claridad en torno a un objetivo concreto para fijar condiciones para una eventual explotación. 

Así como en 2012 se pudieron fijar regalías de casi un 15 por ciento para el petróleo, aun con el gobierno nacional en contra de esa iniciativa, la provincia dejó pasar la oportunidad de establecer criterios racionales para una actividad económica que el viernes fue despertada de la cuarentena: el gobierno nacional la rehabilitó como esencial, en busca de recuperar divisas en el mercado de exportación. 

Horas antes, el gobierno de Santa Cruz había exigido a las principales empresas que operan en esa provincia, que comiencen a reactivar la economía.

En el escenario post coronavirus, que aún debe ser definido por el fondo de un pozo que todavía no se avizora, no parece contarse con líneas de acción capaces de conducir la reconstrucción de una economía, que empieza a mostrar los primeros escombros. 

Si Sigmund Freud alguna vez dijo, al observar la destrucción de las bombas tras la segunda guerra mundial, “lo construiremos todo de nuevo”, se necesita decisión para buscar el camino y convicción para hacerlo: la cita fue mencionada por el analista y consultor uruguayo Daniel Eskibel, al describir  las características de liderazgo político que se requieren en circunstancias como esta pandemia mundial.

Obviamente, hará falta mucho más que psicoanálisis.  

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