SAN PABLO - El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, provocó una aglomeración este viernes por la tarde en una playa de San Pablo. El mandatario realizó un viaje en bote a Praia Grande y nadó hacia los bañistas que lo rodearon para tratar de saludarlo.

Vestido con una camiseta del Santos y acompañado de guardias de seguridad, Bolsonaro pasó unos minutos en el mar entre decenas de personas sin distanciamiento social.

La última noche del 2020 la había pasado en Forte dos Andradas, en Guarujá, una ciudad cercana a Praia Grande.

El jefe de Estado está de vacaciones en la Baixada Santista desde el lunes, cuando participó en un partido de fútbol benéfico en el estadio del Santos. Debería regresar a Brasilia la semana que viene para retornar sus funciones.

Antes de su incursión en el mar y de mostrarse rodeado de gente nuevamente, Bolsonaro descartó el jueves que la vacunación anticovid esté atrasada en Brasil, atribuyó la falta de una fecha para el inicio de la campaña a la demora de los propios laboratorios en registrar sus productos e insistió en que la inmunización no será obligatoria en el país.

El gobernante afirmó en su tradicional transmisión directa de los jueves en redes sociales que tan pronto como los laboratorios soliciten registro de sus vacunas y el órgano regulador de Brasil las apruebe, el Gobierno comprará los antídotos e iniciará inmediatamente la campaña de inmunización.

Dijo igualmente que, además de las negociaciones que el Gobierno ya adelante con laboratorios Pfizer, AstraZeneca-Oxford, Janssen y Bharat Biotech para adquirir sus vacunas, Brasil también puede comprar el antídoto de la farmacéutica Moderna que, según estudios divulgados el miércoles, tiene una eficacia del 94 %.

“Por lo que me actualizó el ministro de Salud, las empresas van a presentar en los próximos días la documentación ante la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) para que, así que sus productos sean certificados, podamos comprar esas vacunas. Porque la población clama por ellas”, afirmó el jefe de Estado.

Con más de 7,6 millones de contagios y casi 195.000 muertes por coronavirus, el gigante latinoamericano, uno de los países más afectados por la pandemia, todavía no ha definido la fecha exacta del comienzo de la vacunación, un proceso que ya ha sido iniciado en otros países de la región, como Argentina, México, Chile y Costa Rica.

La expectativa del Ministerio de Salud es iniciar la vacunación entre el 20 de enero y el 10 de febrero, aunque todo dependerá del registro de los medicamentos por parte de las farmacéuticas ante la Anvisa, un hecho que no ha ocurrido hasta el momento.

Bolsonaro aseguró que los países que ya iniciaron la vacunación están avanzando muy lentamente. “Estados Unidos vacunó a menos del 1 % de su población, menos de 3 millones de personas; Reino Unido al 1 % y Alemania a menos del 1 %”, dijo.

LA VACUNACIÓN SERÁ GRATUITA PERO NO OBLIGATORIA

Agregó que la vacunación en Brasil será gratuita y voluntaria e insistió en que no puede obligar a la población a que use una vacuna por la que ni los propios laboratorios se responsabilizan.

“Las vacunas aún están en fase experimental y las empresas dicen que están concluyendo los estudios. Como (la seguridad) no está totalmente comprobada, ellos no se responsabilizan por los efectos colaterales. Y es mi obligación como presidente decirle a la población que ellos no se responsabilizan”, afirmó.

“Además de (la vacuna) de Pfizer, tenemos ahora otra, la de Moderna, que podrá ser adquirida por Brasil”, dijo al destacar la alta eficacia del antídoto desarrollado por dicho laboratorio.

“¿Qué falta? Falta definir quién va a tomar y quien no va a tomar la vacuna. Tenemos que detallar la campaña y definir si los que ya fueron infectados tienen que tomar la vacuna o no. En mi caso particular, que ya fui infectado y tengo anticuerpos, no la voy a tomar”, aseguró.

Bolsonaro calificó de “idiotas” a dos columnistas que afirmaron que pretendía destituir a su ministro de Salud, Eduardo Pazzuelo, por el fracaso en la licitación de esta semana por la que el Gobierno intentó adquirir 331 millones de jeringas para su campaña de vacunación.

El Ministerio de Salud sólo adquirió el 3 % de las jeringas que demandaba debido a que los fabricantes exigieron unos precios muy superiores al máximo que el Gobierno había establecido.

Bolsonaro atribuyó el fracaso del concurso al fuerte aumento de la demanda por jeringas en todo el mundo y a la baja capacidad de producción de las empresas que las producen y no a la gestión de su ministro.

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