El centro de Cipolletti fue escenario de un nuevo episodio de violencia urbana que expone la falta de controles sobre la actividad callejera. Marcelo Osovnikar, un conocido vendedor de miel y libros antiguos que trabaja con permiso municipal, fue agredido por dos jóvenes luego de recriminarles por instalarse sin autorización en la plaza San Martín. El hecho ocurrió el sábado al mediodía y dejó al feriante con lesiones en el rostro.

Según relató el propio Osovnikar, apodado “el esloveno”, todo comenzó cuando advirtió a uno de los vendedores sobre la necesidad de contar con habilitación. La discusión escaló rápidamente hasta convertirse en una golpiza. “Me tiraron al suelo y me empezaron a pegar. Por suerte algunos vecinos intervinieron y eso evitó que fuera peor”, contó a la prensa local. La Policía llegó al lugar y demoró a los agresores por disturbios, aunque luego recuperaron la libertad.

La agresión no fue un hecho aislado. Desde hace meses, vecinos y comerciantes de Cipolletti y también de Neuquén vienen alertando sobre el crecimiento de trapitos, manteros y limpiavidrios sin control. Se trata, en muchos casos, de personas provenientes de otras provincias, conocidos como “los porteños”, que ocupan espacios públicos y, según denuncias, actúan con violencia o prepotencia.

Osovnikar ya había advertido esta situación en una entrevista previa: “Tratan mal a la gente y eso nos perjudica a los que trabajamos bien”. Esta vez su pronóstico se cumplió. Tras la agresión, debió asistir al hospital para constatar lesiones, aunque denunció que el sistema de salud tampoco respondió con rapidez. Recién este lunes logró hacerse revisar y obtener el certificado médico para acompañar su denuncia formal.

Mientras tanto, en la zona de Roca entre España y Villegas, el accionar de los trapitos genera conflictos constantes. Durante el último fin de semana, incluso protagonizaron una pelea entre ellos en plena calle, interrumpiendo el tránsito y poniendo en riesgo a automovilistas y peatones. “Se atacaban con varillas y una de las custodias de un boliche tuvo que intervenir”, contaron testigos.

El intendente Rodrigo Buteler ya había reconocido el problema al hablar de “gente de afuera que se dedica a la delincuencia”, cuando se demolió un refugio improvisado en Alem al 800.

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