SARMIENTO - Dos testigos coincidieron en describir que Lamonega estaba muy nervioso, pero no expresaba signos de dolor o llanto. Sus reacciones fueron distantes y frías. Uno relató que el acusado lo llamó por teléfono desde el patio de la casa de Marisa. Le dijo que estaba intentando levantar la persiana de la habitación de Lucas y le manifestó “algo pasó, me parece que están los cuerpos adentro”.

El primer testimonio fue del jefe de la Policía Científica de Comodoro Rivadavia, Cristian Cayun, destacando el estado de preservación de la escena del hecho y proyectando imágenes, planimetrías e infografías para describir el trabajo. El profesional, indicó que por la posición en la que fue hallado el cuerpo de Lucas Ramis-sobre el piso al lado de su cama-, es probable que pudo haber tenido algún tipo de reacción. Marisa y Victoria estaban en sus camas en posición de descanso. La escena estaba absolutamente limpia y ordenada.

También prestó declaración un testigo que el 24 de noviembre, se encontraba realizando una instalación eléctrica, en una vivienda frente a la casa de las víctimas. Este trabajador le facilitó una barreta a Lamonega, cuando acompañado por dos policías forzó la puerta de ingreso. El testigo, manifestó que el imputado se descompensó en la calle y fue llevado al Hospital. En ese lugar, el apicultor acusado habría expresado: “Los milicos están revolviendo todo y hay un juego de llaves de la casa en la maceta”. Dijo que “lo noté muy nervioso, pero no se le cayó una lágrima”.

PISTAS

Durante el lunes 24 y en diferentes horarios, Lamonega, se encontró y dialogó con algunas personas. A otras, los llamó por teléfono. A todos les transmitió, su preocupación por no poder ubicar a Marisa, desde el domingo por la mañana. Un exintegrante de la familia política del imputado indicó que Lamonega le pidió el número de una prima de Marisa, radicada en Comodoro. La versión del acusado, fue que la víctima y sus hijos habían viajado, el domingo por la mañana, para participar de una ceremonia religiosa y desde ese momento, no volvió a tener contacto.

La prima de Marisa Santos, sostuvo que la celebración de la comunión de una de sus hijos se había realizado el domingo 23 de noviembre, por la tarde. Marisa, Victoria y Lucas habían confirmado su presencia. Los esperaron pero nunca llegaron. Lamonega la llamó el lunes 24, después del mediodía, y le contó su preocupación. Luego volvió a llamarla y le dijo que estaba en la casa de Marisa, intentando levantar la persiana de la habitación de Lucas. Allí le manifestó: “Algo pasó, me parece que los cuerpos están adentro”. Ella le sugirió que avisara a la Policía.

FUMANDO

El último testigo, se identificó como un amigo de Marisa y que mantenía una buena relación con Lamonega. El sospechoso lo llamó, el domingo a las 23.40, para preguntarle por Marisa y también le dijo que estaba preocupado por la falta de contacto. Al tomar conocimiento de los asesinatos, este testigo decidió ir a buscar a Lamonega y lo halló en la casa de uno de los hijos del acusado. Según relató el testigo, Lamonega estaba sentado, bebiendo y fumando. Su reacción fue distante y fría. Solo le expreso “no sé lo que paso, le podría haber pasado a uno de mis hijos también”. En ningún momento le hablo de las víctimas.

Al consultarle sobre los últimos momentos que estuvo con Marisa, el extrabajador petrolero le habría dicho “el sábado me quedé a cenar, hicimos fideos, yo hice el tuco, lavé los platos, fuimos hasta mi casa a encender las luces, volvimos y dormimos. Me levanté después de las 9, fui a comprar el diario, volví y le di un masaje en las piernas a Vicky porque le dolían, y tenía que participar de una caminata. Controlé el aceite de la camioneta y me fui”. El testigo agregó que cuando le contó que los movimientos de la camioneta, habían quedado registrados en algunas filmaciones, Lamonega se puso incómodo. Le pregunto en qué lugar estaban ubicadas esas cámaras.

Indicó que la situación económica y laboral de Marisa Santos era precaria. Cuando se separó de Lamonega, este continuaba realizando aportes de dinero y ella lo valoraba como un gesto digno. En el último diálogo que tuvo con el imputado, se describió como “una persona austera, de alpargatas, vaqueros y camioneta vieja, y lo único que hago es poner, poner y poner”.

Fuente: Jornada

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