Los fiscales que investigan la muerte de Diego Armando Maradona pidieron este miércoles que los ocho profesionales de la salud imputados vayan a juicio oral como presuntos responsables de un "homicidio simple con dolo eventual", informaron fuentes judiciales.

El requerimiento fue presentado por los fiscales generales adjuntos de San Isidro, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren, y la fiscal de Benavídez, Laura Capra, ante el juez de Garantías 2 de ese departamento judicial, Orlando Díaz, a pocos días de que se cumpla un año y cinco meses de la muerte del "Diez" a raíz de un edema pulmonar y una falla cardíaca durante una internación domiciliaria en un country del partido bonaerense de Tigre.

Diego Armando Maradona murió el 25 de noviembre de 2020. Casi inmediatamente la Justicia de San Isidro inició una causa judicial por su fallecimiento. Ante la fiscal Laura Capra, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Benavídez, el enfermero explicó que el ex capitán de la Selección argentina había descansado toda la noche y que a las 6.30, unos minutos antes de ser relevado por la enfermera de la mañana, llamada Gisela, entró a la habitación y se acercó a controlar al paciente, que en ese momento "respiraba".

A partir de allí y hasta las 12 del mediodía, le tocaba acompañar al astro mundial a la enfermera, quien ya había prestado testimonio y señalado que la última persona que había visto con vida a Maradona fue su sobrino Johny Espósito, el martes a las 23. Estos datos contradicen esas primeras versiones que marcaban que habían pasado 12 horas sin que nadie lo haya asistido.

También se supo que, cuando a las 16 llegaron los forenses, la temperatura del cuerpo indicó que "la muerte fue alrededor de las 12", lo cual se confirmó luego por autopsia.

En el testimonio que la enfermera de la mañana había prestado en la Fiscalía el mismo día del fallecimiento del Diez, se detalló que se encontraban además en la casa su sobrino, su asistente (Maxi Pomargo), un empleado contratado para su seguridad física y una cocinera. 

Llegaron después, a las 11.30, su psicólogo Carlos Díaz y su psiquiatra Agustina Cosachov, quienes ingresaron a la habitación de la casa del barrio San Andrés, pero nunca lograron que Diego les respondiera sus palabras.

Según el reporte de la fiscalía de San Isidro a cargo de John Broyad, el sobrino y el asistente fueron llamados para intentar despertarlo pero al no observar, en principio, la existencia de signos vitales, la enfermera y la psiquiatra comenzaron con las maniobras de reanimación.

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