El jueves 28 de enero de 2010, cerca de las 22:30 horas, personal del Comando Radioeléctrico recibió una llamada que informó sobre un enfrentamiento armado en la Zona de Quintas II del barrio Máximo Abásolo de Comodoro Rivadavia. Inmediatamente, los efectivos de la Seccional Séptima llegaron con el equipamiento necesario a la manzana 181, lote 6, sabiendo de antemano la hostilidad de la zona debido a los conflictos recurrentes entre las familias Henríquez y Salvatierra. Sin embargo, en esta ocasión se encontraron con una tragedia.

En medio de un tumulto de gente en la oscuridad, los agentes fueron recibidos con insultos y pedradas, pero esta situación no les impidió ingresar al predio. De inmediato, vieron una mancha de sangre y siguieron el rastro hasta el patio de la familia Henríquez, donde encontraron a Isaías Ignacio Alvarado, de 23 años, sin vida, con tres disparos de arma de fuego en el pecho. No había nada que hacer.

Mientras comenzaban a recabar testimonios, se supo que Alvarado había llegado al lugar para buscar a su pareja, Natalia Salvatierra de 18 años, quien había sido secuestrada horas antes junto a su bebé de dos meses mientras bajaba del colectivo. La expareja de la mujer, de 17 años, la habría interceptado a bordo de un vehículo y la habría obligado a subir, llevándola hasta su domicilio donde la tenía cautiva.

Zona De Quinta 2

Ante esta situación, Alvarado junto a otros familiares de Salvatierra fueron hasta la vivienda pero al ser recibidos por el menor se trenzaron en una pelea. Las primeras versiones indicaron que fue el padre del adolescente quien disparó contra Alvarado y luego lo remató en el suelo. Por este motivo,  el hombre de 35 años, fue detenido e imputado por el crimen. En tanto, ese jueves, el joven de 17 años, escapó de la escena del crimen.  

Además del joven fallecido, otros dos integrantes de la familia Salvatierra resultaron heridos: uno de ellos recibió un disparo en el estómago y fue internado en el Hospital Regional. 

El trabajo de Criminalística, Brigada de Investigaciones y el Ministerio Público Fiscal, se extendió hasta la madrugada, continuando al día siguiente con la luz del día, donde encontraron numerosos casquillos calibre 9 milímetros, pero no se halló el arma homicida.

LA CONFESIÓN: “FUI YO”

Pese a la inicial detención del padre del menor M.H., el joven se presentó ante la justicia y decidió confesar el crimen, salvando al hombre de una condena segura.

Así, ya en el mes de mayo del mismo año, se realizó un acuerdo de juicio abreviado donde MH. aceptó su responsabilidad sobre el homicidio agravado por uso de arma de fuego en concurso real con lesiones leves en dos hechos y se determinó que cumpla la condena de un año en el Centro de Orientación Socioeducativo (COSE) de Trelew, donde también tenía que aprender un oficio.

En tanto, fue sobreseído por la privación ilegítima de la libertad de su expareja de apellido Salvatierra, al igual que su padre fue sobreseído por todos los hechos que le atribuían.

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