COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Como si se los hubiese tragado la tierra. La desaparición de personas no tiene explicación en Comodoro Rivadavia y en los últimos 22 años se contabilizan más de 17 casos, comenzando por el pequeño Hernán Soto, por quien ahora se inició un nuevo rastrillaje, y culminando en Nicolás Capovilla, que este domingo cumplió 39 años.

Hernán Soto desapareció el 1 de enero de 1997. Ese día el niño junto a su familia fue a pasar el primer día del año el camping San Carlos, una tradición por esta zona, y nunca más lo volvieron a ver.

Desde entonces sus padres buscan a Hernán, quien en la actualidad tendría 34 años. La última semana incluso la Justicia reactivó su búsqueda luego de que una vidente mendocina, que brindó datos erróneos en el caso de Sofía Herrera, dijera que el niño fue atrapado por dos hombres y murió por un ataque de epilepsia, siendo enterrado en el interior camping.  

DESAPARECER EL DÍA DEL AMIGO

A Mónica Acuña en su momento también la buscaron en un camping. En su caso en El Trébol. La joven desapareció el 21 de julio de 1998 tras acudir a una fiesta por el Día del Amigo, en el barrio Isidro Quiroga.
Estudiante de Ciencias Económicas, Mónica trabajaba como cajera de un supermercado y nunca más se supo de ella.
La última persona que la vio con vida fue Mariano Antileo, a quien la madre de Acuña considera el principal sospechoso de la desaparición. El joven en ese momento aseguró que la dejó en la casa de su abuela, en el pasaje Machado, a donde llegó a bordo de un Renault 12.

LA CHICA TRANS DESAPARECIDA

Ese mismo año también desapareció Miguel Angel “Araceli” Linares, una chica trans que fue vista por última vez el 9 de febrero de 1998, cuando trabajaba en la “zona roja” del centro de Comodoro Rivadavia.

En los primeros días de investigación una compañera afirma que la vio subir a un Ford Taunus blanco. Nunca más se supo nada de ella y lo llamativo de este caso es que luego, su campera de cuero y sus zapatos fueron encontrados junto a unos huesos, pero los mismos fueron incinerados en la morgue judicial por el olor que despedían sin ser cotejados con algún ADN, informó el Patagónico hace unos años.

OTRAS DESAPARECIDOS

Ante de estos emblemáticos casos también se produjeron otras dos desapariciones: las de Alejandra del Carmen Sales y la del técnico electrónico Adolfo Enrique Sandoval.

El primer caso se produjo el 14 de abril de 1994. La adolescente de 14 años habría dejado una carta a su madre. En el escrito le pidió perdón y le dijo que sus pertenencias la repartiera entre sus cinco hermanos menores. Sin embargo, luego un familiar directo indicó que la letra no sería de la joven.
El segundo caso se produjo a mediados de 1995. Una noche Adolfo Enrique Sandoval (32) salió a comprar a cigarrillos en el barrio Máximo Abásolo pero nunca más regresó.

Otro desaparecido de la década del 90 fue Benjamín Pairo, quien fue visto por última vez el 8 de setiembre de 1999. El hombre de 73 años ese día salió de su humilde casa en el barrio Balcón del paraíso a buscar madera que le sirva para calefaccionarse.

Las crónicas de la época indican que durante la primera semana de búsqueda por el cerro y las playas de la costanera no hubo novedades, pero misteriosamente dos de sus cosas aparecieron en distintos días en el mismo lugar y donde ya habían rastrillado minuciosamente varios policías.

UNA DECADA MACABRA

La década del 2000 no fue menos brutal que la del 90. En los primeros diez años del siglo XXI se produjeron varias desapariciones. Una de ellas fue la de Silvia Mabel Picón (27), quien desapareció el 13 de enero del 2000 tras salir de su trabajo en la sucursal que en kilómetro 3 tiene “La Anónima”.

Al igual que Acuña Picón era cajera y fue vista por última vez por su concubino, Roque Sales, quien aseguró que la pasó a buscar alrededor de las 22:15 y la dejó a solo a unas cuadras de su casa sobre la calle Fray Luis Beltrán.

Tres años después se produjo un caso emblemático: la desaparición de Iván Torres, una causa que llegó a la Corte Interamericana de Justicia y que fue considerada una desaparición forzada por haber participado la Policía del Chubut.

Por su desaparición fueron condenados dos policías de la Seccional Primera: Fabián Alcides Tillería y Marcelo Miguel Alberto Chemín.

Un mes después se produjo la desaparición de Pablo Andrés Plascencio, un joven de 27 años que desapareció de su casa el sábado 8 de noviembre del 2003, en una de sus salidas habituales de los sábados.

Pablo, que tiene un retraso madurativo llevaba pantalón color verde, camisa rosada, suéter azul de lana y zapatos negros con cordones.  

Rolando, su padre, lo buscó por todo el país luego de que algunos datos indicaran que había sido visto en Arroyo Verde y Sierra Grande.  

Dos años después una mujer desapareció. Se trata de Sonia Ester Toro.

La mujer fue vista por última vez el 22 de abril del 2005 cuando fue a dejar a sus dos hijas al colegio. Según sus testimonios, ella iba a ir a una panadería a buscar una torta para festejarle el cumpleaños a una de ellas. Sin embargo, nunca llegó. Su auto, pocas horas después fue hallado incendiado en una cantera y a la madrugada siguiente, también quemaron la casilla rodante en la cual vivía.

Un año después, el 22 de julio de 2006, se produjo la desaparición de Jorge Humberto Díaz. Tenía solo 19 años y su hermana fue la última persona que lo vio con vida cuando se lo cruzó en la terminal de colectivo de Patagonia Argentina.

El joven le dijo que junto a su amigo se iban a cuidar una casa en la zona de Los Tres Pinos, y nunca más fue vuelto a ver con vida. Su amigo, dijo que habían estado tomando, se quedaron dormidos, y en un momento decidió irse.

Ese mismo año desapareció Héctor Hipólito Quijano (27), quien fue visto por última vez a la salida de un pub que estaba ubicado en Máximo Abásolo y San Martín. Allí había estado tomando con un pescador.

Su madre aseguró que se trató de un caso de desaparición forzada en la que habría estado involucrada la policía. Incluso había un video que mostraba como era seguido, pero el mismo fue dañado al ser enviado a Buenos Aires para mejorar su calidad. En el mismo se vería a dos agentes que lo seguían.

Esa década cerró con dos extraños casos. El 1 de enero de 2009 Leandro Arturo Díaz de 61 años desapareció sin dejar rastros. Su hija, Ángela Carolina Díaz, en varias oportunidades pidió por su búsqueda. Sin embargo, un año y tres meses después también desapareció.

Tres años después se produjo la desaparición de Hilda Suárez, una mujer de 58 años que el 15 de diciembre de 2013 abandonó su hogar en el barrio Sismográfica. Desde entonces nada se sabe de ella.

Estos últimos años también se produjeron enigmáticos casos. Uno de ellos es el de Nicolás Capovilla, quien desapareció el 26 de enero de 2016 en inmediaciones del Instituto María Auxiliadora, zona céntrica de Comodoro Rivadavia.

El joven quedó registrado en cámaras de seguridad mientras trotaba en dirección al mar por Sarmiento entre Italia y Belgrano. Desde entonces nada más supo de él. Ayer habría cumplido 36 años.  

A su caso se suma el de Norma Carrizo, de 53 años. El 22 de diciembre de 2017, la mujer tomó un remis en su domicilio en el barrio Pueyrredón y se dirigió a la calle Piedra Buena en la ciudad de Rada Tilly. Durante una hora mantuvo contacto con su hija Ailin Jara, luego no volvió a contestar y desde entonces se sumó a una larga y enigmática lista de desaparecidos en Comodoro Rivadavia, una ciudad donde la tierra parece tragarse personas.

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