Cinco años sin Jesica Minaglia: el femicidio que conmocionó a Santa Cruz y que aún espera una condena firme
La docente fue asesinada brutalmente por su expareja, el expolicía Pablo Núñez, quien fue condenado a reclusión perpetua, pero la sentencia aún no está firme. El crimen ocurrió en 2020 en Comandante Luis Piedra Buena y dejó a un niño de tres años sin madre.
A cinco años del femicidio de Jesica Minaglia, la herida sigue abierta en Santa Cruz y en la familia de la joven docente. La causa, que logró llegar a juicio y obtener una condena a reclusión perpetua contra el expolicía Pablo Núñez, aún no tiene sentencia firme. Mientras tanto, el tiempo no borra el dolor de sus seres queridos ni la brutalidad del crimen que sacudió a la comunidad de Comandante Luis Piedra Buena.
Jesica tenía 30 años y era madre de un niño de tres. Se desempeñaba como maestra en la Escuelita del Río y era reconocida por su compromiso con la educación rural. El 15 de abril de 2020, su cuerpo fue encontrado en el living de su casa, en una escena tan sangrienta como desgarradora. Fue su madre quien la halló. “El sillón que tenía, totalmente blanco, estaba rojo”, dijo entre lágrimas al recordar el hallazgo. La puerta de entrada no podía abrirse del todo: el cuerpo de Jesica yacía detrás, impidiendo el paso.
El asesino no forzó ninguna entrada. No robó nada. No buscó disimular. Solo la mató. Y se fue.
El femicidio y un plan premeditado
La investigación determinó que Pablo Núñez, su ex pareja y padre de su hijo, fue quien la mató. Ambos se habían separado semanas antes, tras una relación de 15 años marcada por el silencio y, según se descubrió después, por la violencia de género. “Él parecía dócil delante de todos, pero puertas adentro no sabemos qué vivió mi hermana”, declaró su hermano, Joaquín Minaglia, en entrevistas posteriores al crimen.
Núñez era cabo de la Policía de Santa Cruz y trabajaba en el Centro de Monitoreo de Piedra Buena. Conocía los "puntos ciegos" de las cámaras de seguridad de la ciudad y los usó a su favor. Apagó su celular a las 19:30 del 14 de abril —horas antes del ataque— y lo volvió a encender dos horas después, para crear una coartada. También utilizó distintos autos para no dejar rastros y llamó repetidas veces a la madre de Jesica, fingiendo preocupación, para que fuera ella quien encontrara el cuerpo.
En su resolución, la jueza Noelia Ursino fue clara: “Utilizó los conocimientos de su profesión para no ser descubierto. Apagó su teléfono, esquivó las cámaras, manipuló la escena”. También señaló que el expolicía intentó despistar a la justicia enviando mensajes al celular de Jesica después de haberla asesinado, como si ella aún estuviera viva.
“No me hagas cometer locuras”
En las semanas previas al crimen, Núñez comenzó a acosar a Jesica. Ella había decidido separarse y él no lo soportó. Le enviaba mensajes constantemente y llegó a decirle: “No me hagas cometer locuras”. Jesica pensó que eran amenazas de suicidio. Pero el verdadero objetivo era otro.
La noche del 14 de abril, Núñez fue a su casa. Discutieron. En un momento, la conversación terminó en violencia: la golpeó por la espalda con un objeto romo y contundente, posiblemente una varilla metálica. El arma nunca fue hallada.
“Mi hermana agonizó durante horas. Se arrastró en su propia sangre, intentó llegar a la puerta, pedir ayuda... pero no lo logró”, contó Joaquín, con una mezcla de dolor y furia. “Él la dejó ahí. Se fue. Pudo haber llamado a una ambulancia, haber hecho algo. Pero solo pensó en salvarse a sí mismo”.
Un juicio pospuesto, una condena sin firmeza
El proceso judicial no fue sencillo para la familia Minaglia. El juicio, inicialmente previsto para abril de 2023, fue postergado por un recurso presentado por la defensa del imputado. Además, se cambió la sede judicial a último momento, trasladándola a Río Gallegos, lo que obligó a los familiares de la víctima a organizar un viaje de casi 1800 kilómetros con una semana de anticipación.
“Priorizan la comodidad del femicida y no la de la familia”, denunció Joaquín en redes sociales y en medios. La indignación fue generalizada, pero no detuvo el proceso.
Finalmente, en abril de 2023, el tribunal oral de Río Gallegos, presidido por la jueza María Alejandra Vila, condenó a Pablo Núñez a reclusión perpetua. Sin embargo, la sentencia todavía no está firme, a la espera de resoluciones de instancias superiores.
Un niño huérfano y la Ley Brisa
Apenas días después del crimen, la jueza Ursino también ordenó un embargo de bienes a Núñez por un monto de tres millones de pesos, para garantizar la reparación económica a su hijo en el marco de la Ley Brisa (N° 27.452). La ley establece un resarcimiento mensual para niños, niñas y adolescentes cuyos progenitores hayan sido asesinados por el otro progenitor.
Ese niño, que hoy tiene ocho años, crece sin su madre. Y con el peso de una verdad atroz: fue su padre quien la mató.
“Una condena no nos la devuelve, pero necesitamos cerrar esta etapa”
Hoy, 15 de abril de 2025, se cumplen cinco años del femicidio de Jesica Minaglia. A pesar de la condena a perpetua, su familia siente que el duelo no puede cerrarse del todo sin una sentencia firme. “Una condena no nos la devuelve, pero necesitamos ese cierre”, sostuvo Joaquín en una entrevista reciente.
En Piedra Buena, su recuerdo sigue vivo entre quienes compartieron con ella el aula, los proyectos y los sueños. Jesica era mucho más que una víctima: era una docente comprometida, una madre amorosa, una mujer que buscaba empezar una nueva vida lejos de la violencia.
El femicidio de Jesica Minaglia no solo expone la brutalidad de un crimen íntimo, sino también la lentitud de un sistema judicial que, muchas veces, revictimiza a las familias. Hoy, su historia sigue siendo bandera de lucha contra la violencia de género en el sur del país. Y su nombre, un grito por justicia.
