"Tengo pensado tirar una molotov": padres y alumnos reclaman respuestas ante las graves amenazas en la Escuela 745
Tras múltiples advertencias sobre tiroteos difundidas por Instagram, las familias reclaman medidas concretas y critican la falta de acción de las autoridades escolares. El miedo y la incertidumbre se apoderaron del colegio y las clases se vieron afectadas.
Una ola de temor y preocupación sacudió a la comunidad educativa de la Escuela Provincial N.º 745 del barrio José Fuchs la última semana, luego de que se conocieran amenazas de un posible tiroteo difundidas a través de redes sociales.
El caso, que comenzó como un presunto episodio de bullying, escaló rápidamente y puso en jaque los protocolos de seguridad escolar, la respuesta institucional y la confianza de las familias en el resguardo de sus hijos.
UNA AMENAZA EN INSTAGRAM QUE INICIÓ EL TERROR
El pasado miércoles 25 de junio, la dirección de la Escuela N.º 745 emitió un comunicado urgente a raíz de una serie de mensajes intimidatorios publicados en una cuenta de Instagram.
Los mensajes, que incluían fecha y hora para un supuesto ataque armado dentro del establecimiento, circularon rápidamente entre estudiantes y docentes, generando pánico y una inmediata reacción de las autoridades escolares.
Uno de los posteos advertía: “Van a ver cómo el gordo que tomaban de tonto se venga de todos”, lo que encendió aún más las alarmas sobre un posible trasfondo de acoso escolar.
EL MIEDO SE PROPAGA: PROTOCOLOS Y DENUNCIAS POLICIALES
Apenas se conocieron las amenazas, la escuela activó los protocolos institucionales y presentó denuncias formales ante organismos judiciales y policiales. La policía reforzó la vigilancia en los alrededores del colegio, pero la inquietud no se disipó. Para muchas familias, las medidas resultaron insuficientes y la desconfianza se acrecentó.
Según relatan padres y madres, la situación se venía gestando desde hacía más de una semana. “Empezaron amenazas vía Instagram de lugares que no sabemos quién es. Arrancó un chico en teoría a decir que era por un tema que le habían tirado una gaseosa, un caso de bullying. Pensamos que iba a quedar ahí, pero hizo una segunda, una tercera amenaza”, contó Mónica, madre de un alumno, en diálogo con ADNSUR.
La falta de respuestas claras por parte de la dirección del establecimiento generó indignación. “Minimizó todo, dijeron que era una broma. Pero los chicos están muy asustados. El miedo ya está metido entre ellos”, agregó.
“Hasta que ayer a la tarde nuevamente reciben una amenaza diciendo: ‘¿A les gusta suspender las clases el viernes?’. Bueno, ahora van a recibir una molotov'. Eso básicamente fue lo que dijo esta persona que no se sabe quién es?.
CLASES SUSPENDIDAS, TEMOR Y RECLAMOS
La gravedad de las amenazas llevó a la suspensión de las clases el viernes siguiente, una medida que buscaba calmar los ánimos y dar tiempo a la investigación. Sin embargo, la inquietud persistió. El domingo, la escuela anunció la reanudación de las actividades presenciales para el lunes 30 de junio, pero aclaró que “las faltas no corren, si no quieren venir no vengan”.
Esta respuesta, lejos de tranquilizar, generó más enojo entre los padres. “Nos dicen que si no queremos mandar a los chicos, no los mandemos. Pero no nos dan garantías de seguridad. Solo hay dos policías afuera, no hay detectores de metales, no pueden revisar a los chicos si los padres no autorizan. ¿Cómo sabemos que nuestros hijos van a estar seguros?”, se preguntó Mónica.
EL TRASFONDO BULLYING: REDES SOCIALES Y UNA COMUNIDAD EN ALERTA
El caso puso sobre la mesa el impacto del bullying y el uso de redes sociales entre adolescentes. Según los testimonios, todo habría comenzado con un caso de acoso escolar, situación que, lejos de ser contenida a tiempo, derivó en amenazas cada vez más graves.
“Sabemos que un niño o adolescente que sufre mucho bullying puede llegar a un estado emocional crítico y no sabemos cómo va a actuar. No sabemos si esto es real o no, pero no se puede minimizar”, advirtió la madre.
La comunidad educativa también denunció una falta de sensibilidad y preparación por parte de algunos directivos. “El primer día de la amenaza, dos adolescentes fueron a avisar al vicedirector y él estaba tocando la guitarra. Se rió y dijo ‘es una broma’. Eso no es lo que esperamos de quienes deben cuidar a nuestros hijos”, lamentó.
LA RESPUESTA INSTITUCIONAL, EL ROL DE LA JUSTICIA Y EL IMPACTO PSICOLÓGICO
Desde la conducción escolar informaron que se realizaron las actuaciones correspondientes ante el Ministerio Público Fiscal, la División de Delitos Cibernéticos y la Brigada de Investigaciones de la Policía del Chubut. El objetivo es investigar el origen, propósito y posibles implicancias de la cuenta de Instagram desde la que se emitieron las amenazas.
Sin embargo, los padres reclaman mayor celeridad y contundencia. “Desde Fiscalía nos dicen que si las autoridades escolares realizaron la denuncia, son ellos los que se tienen que mover. Nosotros solo podemos denunciar si nuestros hijos fueron amenazados directamente”, explicó Mónica.
El temor no es solo de los padres. Muchos chicos se niegan a asistir a clases. “Mi hijo terminó hablando con el psicólogo por teléfono porque no quiere ir. Yo lo entiendo. Si no me dan garantías de seguridad, ¿cómo lo voy a mandar? Como dijo otro papá: ‘yo te traigo a mi hijo, ¿cómo me lo vas a devolver?’”, relató la madre.
La situación, aseguran, es inédita para la escuela y la ciudad. “Lamentablemente ya no estamos en la época en que las amenazas eran bromas para no tener clases. Acá hay alguien detrás de esto y no sabemos si va a cumplir o no. No es una simple amenaza”, concluyó.
¿Y AHORA QUÉ?: EL DESAFÍO DE RECUPERAR LA CONFIANZA
La comunidad educativa de la Escuela N.º 745 enfrenta un desafío mayúsculo: reconstruir la confianza, garantizar la seguridad y abordar de raíz los problemas de convivencia y violencia escolar. La experiencia deja lecciones urgentes sobre la importancia de tomar en serio las señales de alarma, fortalecer la prevención y la contención, y actualizar los protocolos ante nuevas formas de amenazas que circulan por redes sociales.
Mientras tanto, padres y madres insisten en la necesidad de que todos denuncien y acompañen el proceso, para que la situación no quede impune ni se minimice. “Necesitamos que esto tenga el peso que corresponde. No es una burla, no es un mensaje al pasar. Es la seguridad de nuestros hijos la que está en juego”, remarcan.
La investigación sigue su curso, pero el miedo y la incertidumbre persisten. La comunidad espera respuestas concretas y, sobre todo, acciones que devuelvan la tranquilidad a las aulas y a los hogares de Comodoro Rivadavia.
