“A partir de ahora, mi hijo descansa en paz y nosotros comenzamos a vivir nuevamente nuestra vida en familia”. Las palabras pertenecen a Cristina Ayala, madre de Alan Bopp, el joven al que mataron la madrugada del 11 de abril, cuando paseaba su perro junto a un amigo por el barrio Comercio IV en Puerto Madryn.

Nada ni nadie le devolverá la vida de Alan a esta familia.  Pero ahora pueden tener al menos un halo de justicia. Y es que en las últimas horas el Tribunal condenó a 22 años de prisión a Juan Colemil Navarro, quien fue el principal acusado de su asesinato y quien al momento de cometerlo había salido en libertad pocas semanas antes. 

Colemil Navarro no actuó solo. Poco antes de comenzar el juicio, Nicolás Hammond reconoció su participación en el crimen y aceptó un juicio abreviado a cinco años de prisión como partícipe.

A Alan lo mataron la madrugada del 11 de abril, cuando paseaba su perro junto a un amigo. Foto: archivo.
A Alan lo mataron la madrugada del 11 de abril, cuando paseaba su perro junto a un amigo. Foto: archivo.

“Estamos un poco más tranquilos, conformes con la sentencia, pero por más años o menos años que le den, a Alan no nos lo van a devolver. Tranquiliza saber que estará preso y a partir de ahora Alan descansará en paz”, reconoció Cristina en diálogo con NoticiasPMY.

La mujer admitió lo difícil que resultó transitar el juicio. “Fueron semanas ásperas y duras. Tener que estar ahí, escuchar las declaraciones, escuchar todo lo que se dijo. Fue un proceso bastante complicado y no fue fácil para nosotros", confió a ese medio.

Para Cristina, a partir de ahora la muerte de Alan cobrará un sentido distinto. "Hoy ya no reclamamos justicia; hoy Alan puede descansar en paz y nosotros hicimos todo lo que teníamos que hacer para que esto suceda. Ahora seguiremos adelante con la vida cotidiana. Tengo mis dos hijos, mis nietos, uno de ellos de Alan y la vida continúa a partir de su hijo que cumple 4 años próximamente”, manifestó.

En ningún momento, ninguno de los dos imputados manifestaron palabras de arrepentimiento o pedido de perdón para con la familia de Alan. “Lamentablemente no hubo ningún tipo de arrepentimiento, en ningún momento se les cayó una lágrima. Siempre mantuvo una mirada intimidante. Es una persona fría que no tiene sentimientos, no valora su vida y mucho menos la vida de mi hijo. Todo el proceso tuvo una actitud desafiante, jamás pidió perdón”, destacó la mamá de Alan.

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