Ariel Moratinos, el luthier que repara y restaura instrumentos musicales trascendiendo épocas
Ariel Moratinos es luthier en Comodoro Rivadavia y en su local de la calle Ameghino repara los instrumentos tan preciados por sus clientes: guitarras, violines y bajos. Este antiguo oficio tiene su origen en la Edad Media y en pleno Siglo XXI sigue más vigente que nunca.
A través de la vidriera enrejada se pueden ver guitarras colgadas de diferentes tamaños. Hay un mostrador repleto de equipos y herramientas varias. Posters en las paredes recuerdan antiguos recitales. Una marioneta con corte afro y una guitarra entre sus manos parece controlar el local desde las alturas. Allí se respira música. Ariel llegó y abrió la puerta. Una silla de cuerina naranja de los años 70 y un parlante oficiaron de sillas y en ese preciso momento comenzó la entrevista con ADNSUR.
El luthier es también músico y toca el bajo en una banda local llamada “Altos Blues”. Su trabajo siempre giró en torno a este ambiente. Hace unos años atrás vendía instrumentos musicales y fue allí donde comenzó su carrera de luthier autodidacta.
“La luthería mía está basada en la reparación y mantenimiento, en muy pocas ocasiones hice piezas o construí instrumentos, no tengo aún esa habilidad por ahora”, comentó Ariel.
SER LUTHIER
Para ser luthier hay que ser curioso, paciente, detallista y sobre todo amar la madera. “Si no amás la madera no podés ser luthier, tengo conocidos que construyen instrumentos y al momento de seleccionarlas lo identifican como una verdadera terapia”, dijo Ariel.
Para ser luthier hay que ser curioso, paciente, detallista y amar la madera. Foto: Moratino
En Comodoro Rivadavia hay varios y tienen sus especialidades: Emilio Velázquez, Pablo Schneider, Adrián Gianni y Omar Patiño, Eduardo Hourcade, etc
En esta ciudad los instrumentos de madera sufren por las temperaturas y la sequedad el clima y es por eso que hay que protegerlos bastante.
“A la hora de guardarlos hay que ser precavido: siempre deben estar a temperatura ambiente y lejos de los calefactores y cocinas que puedan producir grasa. Esto no solo los ensucia sino que también descalibra las cuerdas”, aseguró Ariel.
Someterlos a temperaturas muy bajas también es perjudicial, dejarlos en un auto o en un galpón en pleno invierno es como guardarlos en una heladera.
Su especialidad son los de cuerda: guitarras acústicas, eléctricas, bajos, violonchelos, violines, algunos contrabajos, teclados, sintetizadores, pianos eléctricos.
Cuando llegan instrumentos de percusión se lo delega a otros colegas. Lo mismo pasa con los de vientos, alguna vez enderezó las varillitas de algún saxo.
El trabajo que más demanda tiene actualmente es de mantenimiento: calibración, mantenimiento y limpieza. También realiza adaptaciones le pone amplificadores a guitarras clásicas.
EL PLACER DE TOCAR UN INSTRUMENTO
En todos estos años de oficio Ariel puede observar el disfrute de sus clientes a la hora de dedicarse a la música. A muchos les cuesta dejar sus guitarras, porque las guardan como si fueran tesoros y eso es parte de su oficio también: lograr que el cliente confíe en él.
“Yo cuando arreglo algo lo hago como si lo estuviera haciendo para mí mismo”, reconoció el músico.
En pandemia la gente comenzó a estar más en sus casas y redescubrió el gusto por la música. Muchos se reencontraron con algún instrumento que tenían guardado en el placard y fue así que el trabajo del luthier aumentó tres veces más.
A la hora de realizar estadísticas sobre si son hombres o mujeres los que más tocan la guitarra comentó que los porcentajes son bastante parejos.
“Hay mujeres y hombres que tocan de manera aficionada en la casa y son muchos, muchos. Mucho más de lo que se ve en los bares tocando en vivo y me arriesgo a decir que lo hacen mejor que los se presenta en shows”, comentó de manera pícara.
Ariel reconoce que los precios subieron mucho en estos últimos tiempos. La mayoría de los instrumentos son importados de China y aunque son de buena calidad, él siempre recomienda que si alguien desea una guitarra lo mejor es que se la encargue a un luthier.
“A nivel nacional la gente prefiere no comprar en serie, ya que una guitarra construida por un luthier sale casi lo mismo que una de fábrica. Así queda construida a gusto de cada uno: la escala, la forma del mástil”, afirmó Ariel.
Ariel pasa muchas del día en su taller y lo disfruta. En pocos metros cuadrados posee todo lo que le hace bien a él y a sus clientes.
A la hora de elegir un nombre para su local buscó algo simple: La Pentatónica. Quería algo que la gente se lo aprendiera pronto y que fuera fácil de pronunciar. En la calle Ameghino al 1544 ya es un clásico hace tiempo.
“Hace 12 años que trabajo en esto y he reparado un promedio de 30 guitarras por mes, así que sacá la cuenta”, dijo orgulloso el luthier. Llegó el final de la entrevista y Ariel agarró una pinza, llegó el momento de seguir trabajando.