La cumbre petrolera del miércoles 25 de enero en Comodoro Rivadavia dejó en claro algunos indicadores negativos desde el punto de vista de la operación en la región, lo que explicaría también por qué la producción del año 2022 resulta un 7% más baja que en el año 2019.

Uno de los temas que se puso sobre la mesa fue el vinculado a la inflación en dólares, que alcanza un 30% en los últimos años, lo que deriva en consecuencias visibles, que también fueron mencionadas por referentes de operadoras. Un pozo que costaba en promedio 2,2 millones de dólares, hoy se ubica por encima de los 3 millones de dólares.

Cierto es que las condiciones macro económicas inciden para todos. La inflación en dólares también afecta a Vaca Muerta, pero la diferencia está en la productividad de los pozos. Y si bien una perforación para explotar los recursos no convencionales de Neuquén asciende hasta los 7 millones de dólares, el volumen de petróleo entregado es de entre 10 y 15 veces superior al de un pozo en San Jorge, según las cifras que dio el ministro Martín Cerdá al término del encuentro.

Durante la cumbre, el Secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado del Chubut, Jorge Ávila aseguró: "Logramos que las operadoras asuman el compromiso de mantener los puestos de trabajo".
Durante la cumbre, el Secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado del Chubut, Jorge Ávila aseguró: "Logramos que las operadoras asuman el compromiso de mantener los puestos de trabajo".

Por eso, ante los límites geológicos de los yacimientos de alta madurez en esta región, que exigen cada vez mover mayores volúmenes de agua de formación para lograr producir un barril de petróleo (la proporción llega al 95% de agua), las condiciones macro económicas terminan perjudicando aún más a la zona menos productiva.

La sensación que transmitieron algunos de los presentes en el cónclave es que no está clara la hoja de ruta para realizar gestiones que tiendan a equiparar la situación. Chubut no podrá competir con Neuquén, pero está claro que no es un activo para despreciar, considerando que de los 3.400 millones de dólares de petróleo exportado durante 2022, al menos 954 millones ingresaron al país (falta contabilizar el mes de diciembre) gracias al petróleo exportado desde la monoboya de Caleta Córdova.

Las declaraciones oficiales coincidieron en señalar algunos objetivos que deben plantearse con el ministro Sergio Massa, pero no son muy novedosos y los antecedentes no muestran resultados concretos.

Reducir aranceles a la importación de insumos, particularmente polímeros para la recuperación terciaria, no es un pedido nuevo. Lo mismo se solicitó allá por mayo de 2019, cuando también se hizo una reunión petrolera en esta ciudad, con presencia del entonces ministro de Producción, Dante De Sica, del gobierno de Mauricio Macri.  

También por entonces se hablaba de “regalías diferenciales” para pozos de baja productividad o como forma de incentivar la producción, pero evidentemente las medidas, más allá del cambio de gobierno a fines de ese año, nunca llegaron a concretarse, ni en el anterior ni en el actual gobierno.

También en los últimos dos años estuvo en discusión la ley para incentivar las inversiones en el sector de hidrocarburos, que finalmente se terminó aplicando por decreto del gobierno nacional meses atrás. Ninguno de los instrumentos previstos en esa norma, que parecía claramente orientada a Vaca Muerta, como cuestionó en aquel momento el sindicalista Jorge Avila, sirvió para mejorar los indicadores de la cuenca San Jorge.

Arcioni se comprometió en sostener la actividad de la Cuenca del Golfo San Jorge.
Arcioni se comprometió en sostener la actividad de la Cuenca del Golfo San Jorge.

Se perdieron 4 millones de barriles en los últimos 3 años

Los datos vinculados a la producción de petróleo en Chubut reflejan que el problema se ha venido evidenciando desde hace algunos años, según puede verificarse en los registros de la Secretaría de Energía de la Nación.

Entre enero y diciembre 2022, la  producción de petróleo en las áreas chubutenses fue de 8.075.605,267 metros cúbicos. Esa marca confirma una línea descendente desde los años precedentes. Si se toma la referencia de 2019, previo a la pandemia de coronavirus, la caída equivale al 7%.

En aquel período, la producción había alcanzado los 8.709.702,452 metros cúbicos, lo que significa para 2022 una disminución de 634.100 metros cúbicos. Medido en cantidad de barriles, ese volumen representa casi 4 millones menos producidos en la provincia.

También ha decaído la producción de gas. Mientras en 2019 se extraían 3.182,6 millones de metros cúbicos, el año pasado se extrajeron 2.935,7 millones, lo que significa una merma similar al petróleo, en el orden del 8%.

Chubut y Santa Cruz no son grandes productores de gas y estas cantidades palidecen frente a la riqueza de Vaca Muerta, pero años atrás hubo proyectos para ampliar el gasoducto General San Martín, para aprovechar futuros proyectos que, al parecer, no llegaron a prosperar. Y vale preguntar: con toda la demanda de gas insatisfecha en el país, ¿es posible darse el lujo de desincentivar áreas que todavía tienen hidrocarburo para entregar?

Una aspiradora de inversiones en Neuquén   

Un informe del Observatorio de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas reflejó en las últimas horas el modo en que la inversión petrolera se ha orientado claramente hacia Vaca Muerta en los últimos años.

Desde 2013 en adelante la inversión acumulada alcanza los 46.560 millones de dólares en la cuenca Neuquina, (lo que significa) un 149% por encima de lo destinado a la cuenca San Jorge, con un total de 18.740 millones de dólares”, posteó el Observatorio en su cuenta de Twitter.

Tweet de ObsEconFCE_crd

No sorprende tanto esa diferencia, tratándose al fin y al cabo de decisiones financieras. De modo similar a un banco que ofrece mejores rendimientos en un plazo fijo, el capital termina orientándose hacia áreas que prometen una muy alta productividad y rápido recupero de inversiones.

Lo que sí puede resultar sorprendente es el desinterés de los gobiernos en los últimos años, de ambos signos políticos de la grieta, que al mismo tiempo que destinaron también miles de millones de dólares del Estado para incentivar (y subsidiar) la producción de gas en Vaca Muerta, no previó los desequilibrios que claramente hoy se están produciendo.

¿Es posible discutir soluciones antes de la vorágine electoral?

La equiparación que hoy espera esta región no se vincula a un acto de piedad del gobierno de turno, ni a subsidio alguno, sino con hacer valer los activos entregados a lo largo de décadas: el sacrifico de cobrar regalías por debajo del valor real de mercado para controlar los precios de los combustibles, o seguir generando divisas de las que al Banco Central claramente no le sobran, deberían ser fundamentos claros de una región que no puede resignarse a ver el tránsito de equipos hacia Neuquén.

Habrá que pensar en un sistema de compensación, a través de mecanismos normativos que pueda disponer el Estado nacional para incentivar la actividad en áreas maduras. Cierto es que por ahora no sobran ideas, al menos por lo que se escuchó luego de más de dos horas de reunión a mitad de esta semana.  

En pocas semanas comenzará la dinámica del calendario electoral y entonces todos los temas serán licuados bajo la expectativa de cuál será el próximo gobierno, apasionamientos, acusaciones y promesas que caracterizan a estos tiempos.

El debate sobre qué hacer para mantener uno de los pocos motores productivos de Chubut debería formar parte de la contienda. Hay que recordar que las regalías aportaron alrededor de 450 millones de dólares el año pasado, un ingreso que en proporciones importantes comenzará este año a ser absorbido por los vencimientos de deuda del BOCADE. De hecho, esta semana operó el primer vencimiento ‘grande’ del año, por 32 millones de dólares. Si la actividad cae, la incidencia de la deuda será aún mayor, desfinanciando las demás obligaciones del Estado no sólo en éste, sino también durante los próximos años.

Se necesita discutir alternativas en forma urgente. Es posible que al finalizar el proceso electoral, allá por diciembre de 2023, sea demasiado tarde para revertir lo que comenzó algunos años atrás, pero que claramente ha comenzado a acelerarse.

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