COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR - El Análisis de la noticia por Raúl Figueroa) - Por segunda vez en poco más de un lustro, un gobernador de Comodoro Rivadavia anuncia la intención de revertir áreas a YPF. La primera vez fue en 2012, cuando el entonces gobernador Martín Buzzi anunciaba la decisión de revertir los principales yacimientos a la compañía que en ese tiempo era conducida por el grupo Eskenazi, marcando una serie de hechos que terminó en la decisión, tomada meses antes de aquel anuncio, de nacionalizar parcialmente la operadora. Seis años después, Mariano Arcioni, en el acto aniversario de la ciudad, rompe lanzas también con la empresa a la que se le sigue reclamando un sentido de pertenencia con la región que motivó su creación décadas atrás, pero que está lejos de aquella concepción histórica.

Es cierto que las circunstancias fueron diferentes, pero en ambos casos el punto de partida es el mismo: en 2012 se reclamaba por la baja de producción y de inversión que venía caracterizando a las áreas de Chubut bajo operación de la petrolera más importante del país.

Alineado con el gobierno kirchnerista, Buzzi no dudó en iniciar en marzo de ese año una escalada que derivaría un mes después en hechos que, entonces y ahora, dejaron en evidencia que todo formaba parte de una estrategia acordada con Nación: la nacionalización del 51% de la operadora, desplazando al grupo Eskenazi y dando inicio a un proceso que terminó costando al Estado argentino más de 5.000 millones de dólares.

Cierto es que en medio, entre 2013 y 2015, también hubo un recupero de las curvas de producción de la compañía, tanto en Chubut como en el resto del país, que se frenó para volver a su tendencia negativa (similar a la que había experimentado entre 1999 y 2012) desde principios de 2016, en coincidencia con (o a causa de) la crisis internacional de precios y el inicio de un nuevo gobierno.

En esta oportunidad, no parece probable que el gobernador Arcioni haya tenido algún guiño de Nación, aunque sí se lo anticipó al ministro Aranguren, el martes tras la exposición pro minería del ministro nacional en Telsen (dicen que el ex Shell asintió, no se sabe si por acuerdo o por no creer que la advertencia llegara a concretarse).

El anuncio de revertir las áreas Sarmiento y Río Mayo se basó en una circunstancia vinculada al corte de prestaciones de gas y combustible para el interior del país, resuelto por la operadora en base a una deuda cercana a los 300 millones de pesos, según se reconoce en ámbitos del gobierno provincial, originada en el calamitoso estado financiero y económico de Chubut. Y la escalada con la compañía nacional, alineada con una política energética que no prioriza hoy a la cuenca San Jorge, puede significar en esta circunstancia pararse aún más en la vereda de enfrente, antes que un movimiento basado en algún guiño de las ligas nacionales.

En aquella otra ocasión, 2012, un directivo nacional de la compañía se jactaba tras los anuncios del gobernador: “este muchacho no sabe lo que está haciendo, no dura un mes en el poder”, vaticinó desde una oficina en km.3. Menos de un mes después, ese mismo directivo era uno de los primeros en dejar su amplio despacho en la ostentosa torre que la petrolera tiene en Puerto Madero.

En esta oportunidad no parecen esperables consecuencias tan drásticas, ni en despachos porteños ni provinciales. Aunque algunos empiezan a preguntarse por la función (y resultados) del director que representa a Chubut en la YPF nacional, el ex inte ndente Néstor Di Pierro. En Rawson se preguntan si lo que faltó entre la situación de deuda y la decisión de corte de prestaciones fue, precisamente, gestión y diálogo para evitar que “la sangre” llegara al río.

En todo caso, quedará para la anécdota la discusión por la falta de aportes de YPF para contribuir en las celebraciones del aniversario de la ciudad. La petrolera respondió a esos cuestionamientos con los arreglos que está haciendo a la plaza 1ero de mayo: algo loable, quizás de similar importancia a la de un número artístico.

Sin embargo, los argumentos que el Estado debería esgrimir son otros, para exigir algo más que un aporte circunstancial, incluso como plafón para refinanciar su propia deuda ante la petrolera: no debiera apelarse ya a razones históricas o de vínculos de una empresa que ya no existe como se la recuerda hoy, porque del otro lado seguirán respondiendo “con el bolsillo”.

Y desde esa perspectiva, la que entienden los Ceo y los mercados, hay mucho para discutir: aun cuando la producción de YPF fue en 2017 la más baja de los últimos 6 años, la operadora tuvo una producción bruta en la provincia del orden de los 452,5 millones de dólares (11,4 millones de barriles, a un precio promedio de 40 dólares). La pregunta que cabe es si con la inversión comprometida para este año, en alrededor de 220 millones de dólares (menos del 7% de incremento, frente a los 206 anunciados el año pasado, aun cuando los precios del petróleo se proyectan 20 ó 30% por encima) alcanzará para recuperar niveles de actividad que, última coincidencia, el año pasado se situaron por debajo de la producción de 2012, cuando se inició aquel otro proceso de reversión.

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