Marcha LGTB+: alarma oficial y oportunismo opositor
Los dichos del presidente en Davos activaron los mecanismos de la sociedad para frenar la avanzada contra derechos adquiridos. Una vez más, hay quienes lo aprovechan políticamente.

Los logros económicos del país son sostenidos por gran parte de la sociedad. Ya vimos que el caos que se vaticinaba no se dio en la realidad y que la estabilidad cambiaria fue (¿y es?) un fuerte del gobierno de La Libertad Avanza. Las otras dos valoraciones que siempre aparecen son la reducción de un Estado viciado de amiguismo (más corrupción) y el freno a las constantes cortes de calle. La política “de shock” le sirvió a Milei. Hasta ahora lo mantiene con márgenes de aceptación altos de cara al año electoral.
Ante la avanzada brusca y sin modales que suele tener el presidente con ciertos puntos de su “batalla cultural”, las grandes figuras del peronismo se llamaron al ostracismo… con algunas excepciones. Sergio Massa busca el momento indicado para su reaparición después de las elecciones presidenciales. Al parecer, dicho momento no llegó. Axel Kicillof se atiene a la gestión bonaerense y, salvo en puntuales momentos, no confronta tanto. Cristina Kirchner aparece en la escena, incluso se animó a algunas recorridas “en el territorio” y, de la nada, se contrae. Ninguno inundó los canales de televisión, radios o distintas modalidades de comunicación para arremeter contra el gobierno actual. ¿Será que tienen muy en claro que no les conviene, que no los beneficia, que no ganan nada?
Esta semana, la actual presidenta del PJ sí quiso salir a la cancha con su clásica ironía. Esa que exponen los que se creen que se las saben todas. Es difícil domar el ego. “Che Milei… ¿Cómo era ese verso que recitás cuando querés explicar qué es el “libertarismo”?“, lanzó esta semana en la red social X. Una semana tardó la reacción de quien fue dos veces presidenta del país y la mayor figura de la oposición ante el discurso del León en el Foro Económico Mundial de Davos, donde fustigó contra minorías sexuales, tildando a homosexuales de pedófilos.
Pero la sociedad argentina no esperó una semana, ni siquiera días. Inmediatamente se activó un sistema de alarma. No sólo en sectores politizados. No sólo en el activismo LGTB+
Hay cierto consenso en Argentina en la aceptación de un otro distinto. Puede haber expresiones más cerradas, pero en su mayoría es una sociedad que intenta salir de los mandatos establecidos. La llegada de los inmigrantes provocó una convivencia de distintas culturas. Se mezclaron en los puestos de trabajo, en las instituciones educativas y sociales: italianos, españoles, alemanes, sirio-libaneses, israelitas.
Argentina también tiene un colectivo de mujeres que supo luchar contra la violencia machista, que trascendió todas las fronteras, encontrando eco en todos los países de la región.
En Argentina, la misma sociedad que votó y, hasta ahora, soporta el ajuste del oficialismo en pos de “un país más ordenado”, puso frenos cuando La Libertad Avanza intentó ir contra las Universidades Públicas. Hay cosas que no pasan desapercibidas en nuestro país. Se demostró en la defensa masiva de la educación de alta calidad y pública, un valor que se sigue defendiendo en el país. Recuerden el aluvión de personas, sin importar clase social o pertenencia política.
Ni la CGT, ni las organizaciones sociales, ni los políticos de renombre, ni la Justicia lograron exponer límites y lograr consenso. Fue la sociedad transversal y plural que tenemos. En ese entonces, al gobierno no le quedó otra que tomar nota y mostrarse con una actitud más amplia, algo que no suele ser su característica.
Hay temáticas y valores con los que Milei se encuentra con un muro social compuesto también por esos argentinos despolitizados, genuinos, sin intereses. Esa porción de la sociedad que avala cuestiones, pero que despierta “cuando se les va la mano”.
Rápidos y ávidos de protagonismo, aparecen “los escondidos”. Buscan su momento de gloria e intentan tener resonancia y capitalización política que no logran desde las últimas elecciones a presidente. Lo hicieron en la marcha por la educación, lo hacen ahora. A último momento y cuando es notoria la expresión pública, se cuelgan de las banderas que surgieron sin su participación estelar.
Ahora se rasgan las vestiduras instituciones que nunca promovieron la igualdad de género más que para la maqueta. Un ejemplo (además de la tardía declaración de CGK): la CGT se subió a la marcha de LGTB+. Parece un chiste.
Mientras algunos buscan tajada política, otros temen que la avanzada contra derechos ya ganados retroceda.
Milei demostró que está despojado de diplomacia o amplitud de pensamiento. Lo que dijo al criticar abiertamente la cultura “woke” (defensa de minorías sociales), lo dijo. Si bien la maquinaria oficialista salió a defender que se lo saca de contexto, todo el mundo entendió lo mismo. Fue un discurso en contra de la vida en libertad de cada persona. Más allá de si hay aprovechamiento político, económico o lo que sea, los argentinos defendemos las elecciones propias. Esas manifestaciones tienen tanto poder que el gobierno sigue con atención cómo el suceso impacta en la imagen del presidente y la oposición busca colarse por la ventana para sobresalir en algo.
