Mientras que en toda encuesta que se pueda encontrar se ubica al tope de las preocupaciones de la sociedad argentina, el martes el INDEC dio a conocer el número de la inflación del mes de enero. 

El 6% registrado significó una noticia de impacto en la perspectiva trazada por la gestión económica de Sergio Massa, ya que el espíritu de desaceleración que se había interrumpido en diciembre (cuando el índice fue del 5,1%, contra 4,9% de noviembre) terminó por agudizarse en esta ocasión.

Los rubros que motorizan la suba de precios fueron recreación y cultura (9%), tarifas y comunicación (8%, en ambos casos), tratándose en el primero de los ítems de uno referido a la temporada vacacional y sus fluctuaciones inflacionarias. La inflación interanual, en la cifra de 98,8%, generó que se observara el difícil objetivo de conseguir una inflación en abril “con un tres adelante”, tal cual se propusiera Economía a fines de 2022. En una semana en la cual el Frente de Todos reunió a su mesa política, la competitividad electoral -cualquiera sea el candidato o la candidata- está directamente atada a la performance económica de los meses venideros.

En este contexto, el viceministro de Massa, Gabriel Rubinstein, ubicó la proa en un objetivo menos condicionante: dejar de lado un goal porcentual y concentrar las metas en una “estabilización inflacionaria”, acaso elevada, pero estable. Una búsqueda de otorgar previsibilidad en un contexto en el cual la baja pronunciada de la inflación no parece cercana. Un 3% a fines de 2023 podría ser la cucarda a obtener.

La estrategia trazada para conseguirlo incluye las decisiones para mejorar el orden fiscal (ya mencionadas públicamente por Massa), el impulso al desarrollo productivo para generar dólares y robustecer así las reservas del Central, los acuerdos de precios y la negociación para concretar un REPO con bancos extranjeros: se trata de un préstamo con garantía que permitiría obtener unos 1.000 millones de dólares a devolver en dos años y con un interés menor al 10% anual.

En torno a los acuerdos de precios, se estudian medidas para amainar la disparada en el rubro de frutas y verduras, habitualmente elevadas por sus características estacionales y, al mismo tiempo, por la enorme dispersión de precios en diversas verdulerías y fruterías, que en muchos casos están atravesadas por la informalidad. En 2022, algunas llegaron a aumentar un 170%. 

Por estas horas, se monitorean los primeros resultados del acuerdo aplicado sobre la carne (que tuvo incrementos de alrededor del 30% en enero y cifras cercanas en febrero): además del stock con precios acordados en cadenas de supermercados, rige el reintegro del 10% de las compras en carnicerías, todo con el propósito de retrotraer algunos aumentos en este alimento esencial en la mesa de los argentinos.

Mientras que en febrero inquieta el impacto que pueda tener el incremento en combustibles del 4%, la suba de los precios mayoristas sigue presionando  a la inflación minorista. En enero fue del 6,5% y en 12 meses, acumuló un alza de 100%, también superior al 94,8% del segmento al consumidor, de acuerdo a los datos del INDEC. El dato mayorista de enero es superior al 6,1% de diciembre y agregó presión a la inflación minorista de enero que también aumentó al pasar del 5,1% al 6%.

En base a los datos oficiales, la consultora LCG señala que “en los últimos tres meses los precios mayoristas promedian un aumento del 6,3% mensual, acumulando un 20% de aumento. Esta dinámica se contrapone con la observada en los precios minoristas, con un aumento del 5,3% mensual promedio en el mismo período, acumulando un 17% de incremento. De este modo, y aunque la comparación no es perfecta, acumularía unos 3 puntos de inflación reprimida por los acuerdos de precios que afectan al valor en góndola”.

Mientras tanto, la demanda de generación de dólares se mantiene intacta, y el Gobierno busca obtenerlos a través de los dividendos que aporte la economía del conocimiento (tema sobre el cual se intenta legislar en extraordinarias), el rubro de energía y el sector agroexportador, sobre el cual se evalúa un Dolar Soja III y otras medidas para aliviar y paliar la sequía, que resultará un condicionante no menor para los ingresos al BCRA.

En paralelo, las paritarias son observadas de cerca desde el Palacio de Hacienda, ya que procuran no superen el 60% proyectado en la inflación que se plasmó en el Presupuesto 2023. Esta variable se adiciona a los requerimientos del acuerdo con el FMI y a los efectos todavía vigentes de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Es un secreto a voces en Economía que febrero no arrojará un cambio significativo en la reducción del índice de IPC debido a la incidencia de las variaciones en combustibles y carnes, entre otros rubros, pero Massa y su equipo estudian una batería de medidas macro y micro para estabilizar la situación en números más elevados y dirigirse hacia un sendero decreciente conforme el año avance. 

Los controles y acuerdos de precios siguen en la mira para garantizar su efectivo cumplimiento y las medidas en busca de dólares son polos de una economía que parece necesitar ordenar sus números macro pero también la compleja realidad de los ciudadanos, en un año en el que las promesas electorales estarán a la orden del día.

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