Café y licor no son una fórmula nueva, pero ya no se trata de mezclar los granos con algunas gotas de bebidas alcohólicas. La tendencia ha evolucionado. Ya no se mezclan. Ahora se maridan. Y se beben sorbo a sorbo: un trago primero y otro después. Juntos pero no revueltos.

Maridar café y licor es todo un arte. Cada bebida en recipientes separados y servidos en el mismo tamaño y volumen. Cualquier hora del día es válida, aunque es preferible cuando cae la tarde.

Tres experiencias de sabor

Frutal: Si el café que va a maridar es de notas frutales o agrias, se sugiere acompañar con vinos semisecos y un poco cítricos. Dos recomendados: el Grillo, una variedad de uva blanca y de origen italiano; o Chardonnay, de piel verde y de origen francés. Ambos son elegantes y de cuerpo ligero. Emanan frescura.

Dulce: Si su café es de notas dulces o delicadas, el vino Pedro Ximénez, hecho a partir de uvas de variedad blanca y con sabor similar al de una pasa, es una buena opción. También funciona el vino Palo Cortado. Ambos son originarios de la región española de Jerez y son de cuerpo elevado.

Intenso: Si prefiere un sabor más fuerte o amargo en el café es ideal hacer el maridaje con coñac, lujoso y de origen francés, elaborado a partir de tres variedades de uva blanca; también puede probar con whisky irlandés o escocés. Ambos, por su carácter e intensidad, tendrán más duración en la boca.

Fuente: diario El Tiempo

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