“Llegar a esa fecha era tener mariposas en la panza era una experiencia única,” relató Patricia Herk, promoción 1982 del Colegio María Auxiliadora. Algunos memoriosos recuerdan lo que tal vez fue el antecedente de las farándulas estudiantiles y se remiten al año 1959, cuando los estudiantes se disfrazaban y pedían autorización a la policía para desfilar por las calles céntricas en el mes de septiembre.

Con el tiempo, a las comparsas de estudiantes se le fueron sumando las carrozas y fue en la década del 70 cuando los camiones comenzaron a circular llenos de flores y estudiantes por la calle San Martín. En una entrevista con ADNSUR, algunos de los protagonistas de la década del 80 compartieron sus recuerdos y experiencias en la farándula.

Foto: Jorge Forte
Foto: Jorge Forte

Jorge Forte fue estudiante del Colegio Salesiano Deán Funes, pertenece a la promoción 1987 y actualmente es docente de la misma institución. Recuerda con mucho orgullo aquellos momentos, tanto en su participación como estudiante y como docente que colaboraba en la organización:

“Llegar a la carroza significaba que ya estabas terminando tu carrera, marcaba un hito importante en tu secundaria, todos los demás te miraban con mucha admiración”, rememoró.

Con sonrisa pícara el docente comentó: “El tema era la convivencia. Los chicos se apuraban las dos primeras semanas de septiembre con la estructura, porque hasta que no estaba avanzada la estructura, las chicas del María Auxiliadora no venían. La cosa era juntarse con las chicas. A veces eran las 12 de la noche y no podríamos cerrar el taller porque seguían trabajando”.

Foto de Patricia Chabbert
Foto de Patricia Chabbert

Patricia Chabbert es ex alumna del Colegio María Auxiliadora de la promoción 1985 y cuando habla de la farándula se le dibuja una sonrisa en la cara: 

“Ansiábamos que llegara ese momento para poder ser protagonistas, era una responsabilidad hacer las cosas bien, pasarla bien. Se disfrutaba de todo, no solo lo de ese día, era el cierre de todo lo que venías trabajando”.

Foto: Mario Koroluk
Foto: Mario Koroluk

La organización

Los alumnos que se sumaban a las carrozas tenían que llevar adelante un trabajo bastante serio, requería de mucha organización. Habitualmente eran los estudiantes de los últimos cursos quienes llevaban adelante la mayoría de las gestiones y los cursos menores se sumaban a colaborar.

Foto: Jorge Forte
Foto: Jorge Forte

Todo el trabajo consistía en conseguir los camiones y el taller, decidir quiénes hacían las estructuras, gestionar todo tipo de materiales y finalmente una gran cantidad de estudiantes haciendo por semanas flores de papel crepe para luego forrar las carrozas. El colegio Deán Funes era el único que disponía de su taller propio para trabajar.

Según Gerardo Ahrtz, ex alumno de la Enet Nº 1 promoción 1985, la organización era bastante espontánea: 

“No era que los profesores te incentivaban para hacerlo; surgía cuando alguno de los líderes que siempre hay en los grupos, se daba cuenta que faltaba un mes para las carrozas o se enteraba que en el otro colegio se estaba trabajando y decía: bueno organicemos. Había que conseguir el semirremolque, el lugar para trabajar y las ideas iban surgiendo a medida que pasaba el tiempo”.

Patty Beutner es promoción 1985 del Colegio Perito Moreno y recordó que “lo más difícil era mantener a la gente y que venga laburar”.

Foto: Patricia Gómez Correia
Foto: Patricia Gómez Correia

En el Deán Funes y María Auxiliadora se organizaban un poco diferente, según Forte. Los estudiantes de ambas escuelas votaban diferentes proyectos, y una vez que estaban definidos, los docentes de la escuela terminaban de dar la aprobación final al mismo. En el mes de agosto ya se iniciaban todos los preparativos.

El secreto y el día del desfile

La idea de los desfiles, era que las carrozas de las escuelas fueran una sorpresa para todos, por eso se trataba de guardar el secreto de la temática siempre.

Gerardo comentó: “Había algo de secreto, sobre todo cuando todavía faltaba un mes. Si te enterabas de algo un mes antes, podías cambiar. Decías: 'mirá que la otra escuela está haciendo algo más copado que lo nuestro, cambiamos de idea'. Pero, como todo, éramos muchos alumnos participando y siempre se filtraba algo”.

Los días previos al desfile eran tensos. Había que llegar con todos los trabajos a tiempo y como siempre, cruzar los dedos para que no hubiera viento. Inicialmente el desfile era por la calle Rivadavia y San Martín y se terminaba en la costanera, donde se quemaba un muñeco que realizaba la Federación de Estudiantes. Con los años y para evitar aglomeraciones la farándula se trasladó a la calle Portugal.

Foto: Gerardo Ahrtz
Foto: Gerardo Ahrtz

El baile y la reina

El día del desfile culminaba con el baile, donde se elegía la mejor carroza y la reina de los estudiantes secundarios. El lugar de la cita era el Club Huergo, la Federación Deportiva y más adelante el Club Gimnasia y Esgrima. Allí todos los estudiantes se reunían para festejar tantos días de trabajo.

Había un jurado que era el responsable de esa elección, en algunas épocas ese jurado fue encabezado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad y otras personalidades de la ciudad y más adelante se sumó la Federación de Estudiantes Secundarios.

“Y otra cosa que no se puede olvidar era esperar los bailes para los lentos, los chicos de ahora no saben lo que son los lentos, era esperar que venga y te saque el chico que tanto te gustaba”, añoró Patricia Herk.

Desde sus tímidos inicios en el año 1959 hasta su final, en el año 2012 aproximadamente, los desfiles estudiantiles y las carrozas son parte de la identidad muchas generaciones de estudiantes secundarios.

Seguramente la frase de Jorge Forte alcance para describir lo que fue para muchos la farándula estudiantil: “Mostrar tu carroza era lo mejor que podrías hacer en el secundario; era como el punto límite de la felicidad”, sostuvo.

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