Todos lo conocían por su sobrenombre. Eran contados con los dedos de una mano los que sabían que su documento decía Anacleto Caro. Para el común de la gente era “Keto”, era el que buscaba niños en el Newbery, el Ceferino o el Pietrobelli y luego de hablar con los familiares, asumía el compromiso de llevarlo y traerlo hasta la cancha del “Lobo”.

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