El mundial de Estados Unidos ’94, recordado por la imagen de Diego retirándose del estadio con la enfermera previo al antidoping que “le cortó las piernas”, fue el que inauguró la decisión FIFA de llevar el mundial a países con menos tradición futbolera para agrandar aún más el negocio de este deporte, años más tarde continuaron las designaciones de Corea-Japón en 2002, de Sudáfrica en 2010 y de Rusia, que no fue la excepción, en 2018.

Sin embargo, algo que no se tuvo en cuenta en 2010, cuando el exmandamás Joseph Blatter anunció que Qatar organizaría esta Copa del Mundo, es el calor del junio árabe. Si bien mover el evento hacia fin de año para aprovechar el invierno de aquellas latitudes no pareciera ser una decisión descabellada, lo cierto es que no fue más que un parche que salvó a los atletas de la deshidratación, pero los hundió en un calendario casi imposible incluso para la alta competencia para la que están preparados.

Tanto es esto así, que Lo Celso, titular y uno de los pilares de Scaloni, padeció un desprendimiento muscular que le impidió ser parte de la lista del entrenador albiceleste, y Dybala - llegando al límite de sus posibilidades tras más de un mes fuera de las canchas por el mismo problema en la Roma - son la variable argentina de un denominador común en las selecciones a nivel mundial. Sin ir más lejos, Francia, campeona vigente que defenderá en Qatar el título mundial obtenido en Rusia, ya ha perdido a cuatro de sus figuras antes de su debut: Paul Pogba, N’goló Kanté, Presnel Kimpembe y recientemente Christopher Nkunku, al tiempo que Benzema entrena diferenciado para poder llegar en condiciones.

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Suena extraño pensar que cuatro de las cinco ligas más importantes del mundo hicieron jugar a sus futbolistas apenas siete días antes del principal evento que el deporte entrega al mundo cada cuatro años, ya que, ante la buena performance de alguno de sus jugadores, las arcas de sus clubes pueden llenarse por una de las jugosas ventas que las ventanas post mundiales suelen otorgar.

El pataleo de las organizaciones ligueras europeas será buscando una mayor participación en las decisiones, tal vez será por molestia ante la interrupción en el medio del calendario europeo -de agosto a mayo-, o algún motivo que saldrá o no a la luz (con la amenaza de la Superliga Europea todavía tibia). Lo cierto es que la pugna por el calendario entre FIFA y las ligas dejó saldo negativo para ambos lados en torno a las estrellas: algunas sin mundial y otras sin querer jugar los últimos partidos en sus clubes.

Cada día que pasa es uno menos para el partido inaugural entre los locales y Ecuador en el estadio Al Bayt, pero uno más para que las selecciones pierdan un nuevo jugador por lesiones a causa del ajetreado calendario al que dejaron expuesto los negocios de FIFA y de las ligas europeas. El mundial está a la vuelta de la esquina, pero lo que debía ser una fiesta, por ahora es una enfermería.

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